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sábado, 18 de febrero de 2012

Se permite jinetear


Por Ileana Fuentes

“Admiro la forma que [las prostitutas holandesas] han encontrado para trabajar de una forma digna y de darse a respetar”. Así se ha pronunciado Mariela Castro Espín, directora del Centro de Educación Sexual (CENESEX) sobre las condiciones reglamentadas en que se ejerce la prostitución en Amsterdam, con motivo de su visita a Holanda para un congreso sobre sexualidad.

En entrevista en el Centro de Información sobre Prostitución de esa ciudad confesó que admira la manera en que se ha dignificado y hecho valer el trabajo sexual en ese país, con derechos para las trabajadoras del sexo, cuidados de salud y asistencia contra la violencia. Afirmó que la prostitución “es un trabajo”. Dijo más: “La prostitución es una opción”.

Muerta de la risa, como si pronunciara la gracia más ocurrente del mundo, relató a la directora del centro holandés que ella conoce de mujeres en Cuba que necesitan arreglar su baño, por ejemplo, y como carecen de dinero para pagarle al albañil, ofrecen pagarle con trabajo sexual. Algo así como: “Te lo doy si me arreglas el inodoro, ¿te parece bien?” A buena cloaca hemos llegado con esta familia deleznable. ¡Qué desprecio visceral sienten hacia el pueblo cubano, y hacia las cubanas en particular!

¿Es esta nueva burguesa la sobrina de aquel joven Fidel Castro que dijo en 1960 que la prostitución era un vestigio humillante del capitalismo, un atropello perpetrado contra la mujer, y que la prostitución jamás volvería a la Cuba revolucionaria?

En un discurso pronunciado en septiembre de 1977, Fidel Castro denunciaba que la prostitución era permitida “en la sociedad burguesa… tolerada, de manera muy hipócrita... Dentro de las zonas de tolerancia y en muchas otras partes, la sociedad burguesa estimulaba la prostitución, con la discriminación de la mujer, la falta de oportunidad de estudios, y de empleos, y se hacía grandes negocios con la prostitución. Era uno de los empleos que la burguesía reservaba a la mujer… el proceso revolucionario se enfrentó a aquel problema y lo resolvió”.

No: el problema no se resolvió. No: Mariela Castro ya no es la sobrina del Tío Máximo: ha dejado de ser fidelista. Si bien en 1994 Castro dijo que las prostitutas cubanas eran las más educadas y saludables del mundo, para él la prostitución era una lacra, para Mariela, es una lycra.

Según sus pronunciamientos en Amsterdam, el empleo sexual ya ha vuelto a la Isla, y debe institucionalizarse a imagen y semejanza del modelo holandés. O sea, la prostitución se afincará en el firmamento laboral de las cubanas, y Mariela y su CENESEX se encargarán de tramitar su legalización, regulación y éxito. ¡Elena Gil, que diseñó los programas de reeducación de prostitutas en los años sesenta, debe estar retorciéndose en su tumba!

“Entiendo a los que dicen que habría que cerrar esta posibilidad de trabajo y dar otras opciones”, explicó Castro Espín como queriendo quedar bien con dios y con el diablo. “Pero erradicar la prostitución -y eliminar este oficio y fuente de trabajo- crearía problemas aún mayores, porque el Estado tendría que ofrecer a esas personas otros empleos”.

Queda claro: ahora que el Estado cubano anunció que un millón de obreros estatales irá despedido a la calle, 500 mil de ellos mujeres, “la calle”, para Mariela Castro, representa una posibilidad de empleo femenino.

Cuando en 1999 expresé en un congreso que las jineteras cubanas eran cuentapropistas y además los únicos obreros dueños (dueñas) de sus medios de producción, nunca pude imaginar que 12 años más tarde se fuera a promover el jineterismo oficialmente como opción laboral.

Mariela Castro habló en la entrevista con gran naturalidad sobre el Malecón de La Habana como sitio de prostitución. “Al Malecón van heterosexuales, homosexuales, individuos transgénero, pero en el CENESEX trabajamos con la policía" para garantizar el orden.

Cabe aclarar que si bien se considera la prostitución la profesión más antigua del mundo, en términos feministas -no los de Mariela Castro- la prostitución (y su versión cubana, el jineterismo) es una relación mercantil -la mujer se alquila (cobra), el hombre arrienda (paga)- que se ejerce por necesidad económica. Ninguna niña aspira a ser prostituta cuando sea grande, está claro. Se opta por serlo cuando otras puertas están cerradas.

En Cuba -así dicen las estadísticas y la literatura-, las puertas de la educación y el trabajo se abrieron de par en par para las mujeres durante los años 60 y 70. ¿Y entonces, cómo es que Cuba le hace competencia al destino número uno de turismo sexual del mundo, que es Tailandia, un país paupérrimo del Quinto Mundo?

El problema radica en que una médico o una ingeniero agrónomo cubana gana el equivalente de 20 o 25 dólares mensuales luego de unas 140 horas de trabajo: una jinetera puede ganar eso en un par de felaciones -o un par de 'cuadros' con alguna socia- resueltos en tres horas de esfuerzo. Y hasta 150 dólares por dejarse penetrar por algún baboso extranjero durante 48 horas un fin de semana.

El socialismo fracasó. La vida se resuelve siendo puta, no pediatra. Que no nos coja de sorpresa. Por ahí vienen las nuevas licencias de cuentapropismo para el trabajo sexual. Se borrará la prostitución del inciso de peligrosidad predelictiva donde reza como “conducta antisocial”.

Se habilitarán varias Zonas Rojas -no serán ni las barriadas de Pajarito o Colón-, si no en Tarará, Siboney o cerca del Habana Libre. O en Playa Larga, cerca de la Ciénaga de Zapata; en Guardalavaca, al noreste en Holguín; Cayo Coco, Camagüey, o en las cercanías de la Marina Hemingway, en la capital. Que no nos coja de sorpresa: pronto el prostíbulo será legal.

El Nuevo Herald, 6 de noviembre de 2011
Foto: Working Girl (jinetera) in Havana, acuarela del pintor australiano Ray Barnett.

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