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martes, 11 de octubre de 2011

"Fidel Castro es un psicópata y Raúl, una mala caricatura de su hermano"


Por Belén Palancar, Madrid

Llegó a sentarse en las rodillas de Raúl Castro cuando era pequeño y aún recuerda cómo el dictador sonreía mientras lucía su traje militar. Juan Juan Almeida, hijo del ex vicepresidente cubano Juan Almeida Bosque, creció en el seno de la familia del dictador cubano hasta que un día decidió alzar la voz contra la opresión de la que fue testigo y se convirtió en un objetivo más a batir. Tras siete años de lucha y varias encarcelaciones, Almeida consiguió el año pasado el permiso de salida de la isla aquejado además por una grave enfermedad. “Fidel sólo piensa en el poder y en clavar su nombre en la historia”, relata a ÉPOCA el disidente, quien además no pierde la esperanza de que algún día su isla sea libre.

Usted forma hoy parte de la disidencia cubana, pero antes de salir de la isla vivió y creció junto a la familia de Raúl Castro... ¿Cómo fue su relación con ellos? 

-Sí, les conozco bien, viví en su casa por mucho tiempo y fui parte de su familia. Mis padres, como pareja, tuvieron cuatro hijos: tres mujeres y un solo varón. La misma descendencia tuvo el matrimonio de Vilma Espín y Raúl Castro. Alejandro Castro Espín fue mi primer y mejor amigo. Cuando mis padres se divorciaron tenía yo 5 años, me enviaron a vivir junto a mi amigo Alejandro. Sus padres se convirtieron en tía Vilma y tío Raúl. Decepcioné a muchos cuando abandoné mi carrera militar, cuando expresé lo que según el criterio de algunos yo no debía pensar. Romper un futuro trazado me sumergió en mil problemas.

¿Cree entonces que Raúl puede estar preparando a su hijo Alejandro para que sea quien releve a su padre y perpetúe la dictadura Castro? 

-Alejandro Castro Espín ya cuenta con trono, cetro y corona. Está siendo preparado por un séquito importante, de momento, para acompañar a Raúl. Hoy es coordinador de su padre en las actividades relacionadas con todos los ministros o funcionarios del Estado, más alguna que otra tareílla propia de un banquero sin honradez. Cree tener un encanto especial y aprendió desde muy niño a engañar manejando el ardid de la modestia. Raúl es el hombre que más poder tiene en la isla y, debido a su carácter iracundo y pasional, es también el más temido. Sus castigos favoritos los conozco y los padecí: el cepo y la ley del hielo. Ambas formas de terror son muy eficaces para aislar, ningunear y someter sin espacio a réplica.

¿Cree que existen diferencias de carácter entre los hermanos Castro? ¿Cómo definiría a Raúl?

-Como todos los hermanos, los Castro tienen diferencias; y aunque a ellos no les guste ser comunes, tampoco son la excepción. Fidel Castro es un psicópata, se cree un dios y Raúl no es más que una mala caricatura de su hermano mayor. Fidel tiene con su hermano una relación de superioridad y Raúl acepta la sumisión. Fidel necesita ser escuchado, aplaudido, respetado, temido. Para Raúl, la familia es una institución importante, en la que, más que amor, impera una férrea cadena de mando donde el común "yo te amo" solamente significa tú eres un niño obediente y por eso yo te elogio. Cuando mi país adoptó los grados militares del Pacto de Varsovia, Raúl Castro, entonces comandante, debía llevar los grados de mariscal. Aquellas estrellas doradas se convirtieron en su sueño. Él es un hombre que adora la marcialidad soviética. Varias veces vi iluminársele el rostro mientras lucía su nuevo uniforme. Y si querías un regalo, sólo tenías que confundirte y premeditadamente preguntar: “Tío Raúl, ¿tú eres mariscal?”. Él sonreía a carcajadas haciendo una mueca que más que alegría provocaba espanto, te sentaba sobre sus piernas y te concedía un deseo. Pero siempre ha padecido la sombra omnipresente de su hermano. Fidel Castro sólo piensa en el poder, no conoce otra razón que clavar su nombre en la historia. Nada lo puede igualar, salvo la naturaleza, los ciclones, los rayos o los tsunamis. Raúl conoce los placeres mundanos, le gusta la vida, reír siempre que él sea quien hace el chiste. Es un hombre que sabe el precio y valor del dinero; es pragmático, organizado y completamente sobornable.

Raúl dijo en diciembre que o rectificaban o se hundían, ¿cree que tiene una mentalidad más abierta que Fidel y que de verdad tiene la intención de cambiar el sistema socialista cubano?

-Recuerdo una frase genial de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela El Gatopardo: “Cambiar todo para que no cambie nada”. Es la mejor manera de colonizar la ilusión y el pensamiento. Fidel es un manipulador; Raúl Castro, su ejecutor, él es quien ha maniobrado por años, detrás del telón, los botones del poder. El tiempo nos dirá la última palabra. Mi opinión hoy es que Raúl seguirá comprando tiempo; y mientras, se irá construyendo un sistema cubano (no ruso, chino ni vietnamita) donde algunas libertades vayan ocupando su espacio hasta que definitivamente llegue el momento de un cambio erigido por los cubanos, con la ayuda de muchos amigos y de otros no tan amigos.

¿Vendrá el cambio de la mano de Raúl si Fidel muere o tendrá el valor de enfrentarse a su hermano?

-El cambio en Cuba comenzó hace tiempo, lo vemos a diario en las calles, lo leemos en la prensa y en Internet. Quizás no suceda tal y como lo esperamos; pero no debemos tener ese espíritu tan funerario. Si Fidel muere, habrá cambios; si no muere, los habrá también. Lo mismo sucederá con Raúl; el mundo gira, estamos en cuenta regresiva.

En el último Congreso del PCC, en abril de este año, Raúl asumió todos los poderes y nombró como segundo secretario a Machado Ventura. También Marino Murillo, ministro de Economía, parece perfilarse como otro de los hombres fuertes del régimen. ¿Qué me puede contar de estos dos personajes? ¿Cree que habrá una dinastía de los Castro? ¿Qué tiene que suceder para acabar con la dictadura?

-La fabula El águila y la serpiente resume perfectamente la personalidad de Machado Ventura, que no es águila, sino reptil. Marino Alberto Murillo es militar y economista. Apareció en la palestra pública en el año 2009, cuando Raúl lo nombró ministro de Planificación y Economía. En un discurso reciente aseguró que para actualizar el modelo económico cubano es indispensable un proceso de contratación adecuado. Perestroika sin glásnost. No me parece muy serio. El verdadero poder de mi isla no se encuentra en las manos del artero Machado Ventura ni de Marino Murillo; lo detenta la familia Castro, más aquellos que son adoptados de manera temporal. Para acabar con la dictadura, tenemos que cambiar nuestra manera de actuar, enseñar a los cubanos que la individualidad no es una mala palabra, y sustituir el nosotros por yo sin caer en extremismos. Centrarnos en la formación de ciudadanos que conozcan sus derechos y los sepan defender.

¿En qué se han materializado las reformas de Raúl?

-Las reformas de Raúl han dado al traste con un resurgir de la discriminación racial; el nuevo líder de guayabera blanca es abiertamente racista. La juventud sigue sin planes, crece su descontento y mira mucho más al mar como única solución. Mi país va de mal en peor; la corrupción se concentra en Raúl y sus acólitos más cercanos. Si a esto le llaman reformas, entonces se han materializado.

Época, 21 de agosto de 2011
Foto: AP, 2001.

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