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domingo, 25 de septiembre de 2011

Jóvenes y emigración: Cuba somos todos

Por Mayra García Cardentey, Pinar del Río

Algunos partieron en busca de sus sueños; muchos levantaron anclas tras el amor alejado por océanos y continentes; no pocos porque les esperaban seres queridos, entrañables, tanto como para dejar hogar y país detrás; otros, por cosas del destino, simples decisiones que se toman en momentos determinados de la vida, eligieron residir en parajes diferentes a los que le vieron nacer.

Todos, pinareños, cubanos, jóvenes... emigrantes dialogan con Guerrillero sobre el cómo dejar la Isla ha sido una de las determinaciones más difíciles de sus vidas, y cuánto aman a Cuba, a pesar de hacerlo desde distintas partes del mundo.

El tema de las migraciones humanas es tan viejo como la propia civilización; siempre ha existido y no se circunscribe solo al continente americano, como muchos intentan ver, y menos como fenómeno particular de Cuba, Isla sitiada y solo definida, en ocasiones, por los emigrados hacia los Estados Unidos.

Mas la migración de cubanos a disímiles regiones del mundo, sigue siendo un tópico muy polémico, con diferencias de acuerdos y actitudes referentes a la política a seguir por las naciones receptoras y Cuba como país emisor.

En la Isla, durante décadas no era bien visto el ser emigrado, situación cambiante en la actualidad, cuando se define la decisión más por factores económicos y familiares, especialmente en los jóvenes.

Con el objetivo de mostrar otra imagen del emigrado, Guerrillero conversó con 15 jóvenes pinareños de diferentes sexos y razas, con un rango de edad entre 22 y 30 años, que decidieron residir de forma temporal o permanente en países como Italia, Chile, Canadá, Ecuador, España, México y Estados Unidos.

Para todos, aquellos que emigraron por reunificación familiar, carta de invitación, cuestiones de trabajo, compromisos matrimoniales, búsqueda de mejoras económicas... la postura asumida constituye una de las más controvertidas de su existencia.

"Ha sido difícil, para unos más que para otros, en dependencia de las metas y objetivos individuales, refiere Alicia. La mejor forma de describirlo es compararlo con volver a nacer.

Tienes de nuevo que aprender a hablar, escribir, leer..., alfabetizarte completamente. Empiezas con ojos de adulto a mirar como niño. Todo es novedoso, enorme, e incluso, un poco temerario".

Aun cuando algunos perciban la emigración como la puerta de salida a problemas de la sociedad cubana contemporánea, no es la solución perfecta que muchos intentan ver; en la Isla hay personas que no los consideran cubanos y en sus países actuales de residencia, no pasan de ser "simples inmigrantes", la capa social "más baja".

"Vivir lejos de Cuba es una tristeza permanente. Aunque poseo todas las comodidades materiales, me hubiera gustado tenerlas al lado de mi familia, en mi país, comenta Cristina. Un auto BMW y una casa con jacuzzi no da felicidad, aunque tengo un marido que me ama y lo amo, y dos niños que son mi vida, y que ahora pertenecen a otro país y no a Cuba".

"Quizás por ser joven a veces se piensa que no es difícil, dice Karla, pero cuando ha pasado el tiempo, se siente una paranoia que te da deseos de regresar, solo que ya te has adaptado a otra vida, aunque no del todo".

Otros de los encuestados por el semanario definen vivir fuera de Cuba como "un desafío para el espíritu", "una gran nostalgia", "una paz intranquila", "un reto".

Todos confiesan pensar en Cuba siempre o frecuentemente, y con asiduidad buscan informaciones sobre la Isla, o sobre amigos y familiares, desde correos electrónicos, llamadas telefónicas, medios de prensa nacionales e internacionales, y redes sociales.

"Pienso en las calles de Pinar, en la bulla de mi barrio (reparto 10 de Octubre), conversa Ariadna. Se extraña la forma de ser de las personas, la familiaridad que existe entre los amigos".

"Añoro a la gente de mi pueblo, la camaradería de los mantuanos, las noches en que nos sentábamos un grupo de vecinos en el portal a cantar con una guitarra, algo que nunca más he hecho en Italia", dice Luz María.

Aunque se ha estigmatizado a las personas emigrantes de la Isla, como "desertores", lo cierto es que muchos de estos jóvenes sienten este país tan suyo como los de adentro. La gran mayoría palpita por Cuba, desde los que llevan dos años hasta 15 fuera de la nación, los que vienen una o dos veces por temporada, e incluso, quienes no han regresado nunca desde que salieron la primera vez.

"Nadie puede decir que no extraña. Desde mi propia experiencia en la cual el hecho de salir de Cuba fue una oportunidad de momento, algo que nunca había pensado ni planeado; hasta ese que estuvo años esperando poder irse. Se extraña mucho, se extraña todo, inclusive, hasta las dificultades de las que una vez nos quejamos".

Siempre andan en busca de diálogos de encuentro que los acerque más a esta tierra, suya por derecho de nacimiento y sentir. "Cuba es la tierra de mis sueños inconclusos", decía Tamara, a lo que otros le suman, `esta Isla es mi país de nacimiento´, `es esencia´, `Patria´.

"Hermosa, solidaria, revolucionaria, martiana, caliente, rumbera, verde, hogareña, llana, húmeda, frondosa, mestiza, heterogénea, hospitalaria, valiente, misteriosa, musical... única", la caracterizan en sus aspectos positivos. Mientras en los negativos, resaltaron temas de índole económico y social, y algunas disyuntivas políticas.

Pero en todos los casos, persiste el interés de fórmulas de reconciliación entre quienes por diversas razones decidieron echar suerte en otros rincones del mundo y los que permanecen en la nación. A fin de cuentas, cubanos son todos, "sociables, pachangueros, humanos, ingeniosos, carismáticos, extrovertidos, inteligentes, bailadores...", como ellos mismos definen.

¿A quién catalogar como cubano o no?, siempre ha sido el dilema en el complejo entramado de las migraciones. "Me siento cubana, y siempre lo seré, nadie que nace en Cuba puede desarraigarse para siempre", plantea Tamara.

"Ese es el problema de la diáspora, se piensa que ya no somos cubanos porque no estamos pasando los mismos trabajos que los que viven en la Isla, pero no es así. Se sufre mucho, y creo que cuando envío las remesas estoy ayudando no solo a mi familia, sino a la economía que recibe ese beneficio también. Cuba es el lugar al que siempre quiero regresar, es la paz que necesito para ser feliz, para sentirme yo y bajarme de los tacones. Cuba, es mi amor".

Para Luz María, todo es más simple, "hasta los huesos me siento cubana, como dice la canción `me muero siendo cubana´, viva donde viva, esté donde esté".

Todos concuerdan en que vivir fuera del país no les hace menos hijos de la Isla. "¿Cubanos?, hasta la sepultura, plantea Carlos, siempre lo seremos y no creo que nadie reniegue de ello".

Roberto se siente igual, aun cuando viva en Chile, "todos los aspectos que conforman mi persona pertenecen a Cuba, y eso es muy difícil de cambiar".

"No se puede nacer y vivir en un lugar y de pronto sentir que perteneces a otra parte. Cuba es y siempre será nuestra madre", agrega Ariadna.

Mientras que Cristina hace un análisis más profundo. "Sentirse o no cubano, luego de decidir vivir fuera del país, depende y varía de persona a persona. Para aquellos que salieron de niños es más fácil borrar los pocos recuerdos y asumir la nueva nacionalidad. Es la forma más cómoda de adaptarse. Ellos te responderán al oír de Cuba "mis papás son de ahí", refiere.

"Para el joven iluso que está deslumbrado con la nueva vida, un tanto peligrosa, es `el lugar donde nació pero que ya quedó atrás´, continúa. Para otros, jóvenes y personas maduras, es no solo el lugar de los recuerdos, es `donde me hice lo que soy hoy´. Para un adulto mayor `Cuba lo sigue siendo todo´; es el tema de conversación y de discusión, es el motivo de algo y para hacer algo. Y aunque lo nieguen, significa dolor por la decisión tomada".

Ser cubano no admite fronteras físicas ni psicológicas. Amar a Cuba, tenerla como Patria no necesita de un espacio geográfico. El hogar, la nación se lleva con uno, aun cuando no se esté en ella. Prueba de esto, son nuestros entrevistados.

Son cubanos cuando les enseñan a sus hijos a hablar español, cuando les muestran las tradiciones de su país, cuando realizan ese eterno periplo de regreso de vez en vez. Son cubanos, y mucho, cuando sienten de cerca la nación y desean el encuentro.

La emigración no es un viaje de partida, cuando la veamos como de ida y vuelta, como refería el intelectual cubano Eusebio Leal, podremos reconciliar relaciones por décadas tensas y en beneficio de la propia nación. Vamos en contra de esencias martianas, cuando segregamos por la elección de residir fuera de la Isla. "Patria es humanidad", diría el Apóstol.

En nosotros, principalmente los jóvenes, como constructores actuales de la Revolución, está la oportunidad de comenzar el proceso de normalización de las relaciones entre el pueblo cubano que vive dentro y fuera de Cuba... después de todo, es el mismo pueblo.

No se puede limitar la identidad porque se han escogido caminos diferentes y se ama a Cuba desde variadas maneras... y desde todos los rincones del mundo. Lo resume Carlos... "nadie me puede quitar a Cuba, Cuba es mi vida. Yo soy Cuba. Cuba soy yo".

Periódico Guerrillero, Pinar del Río, 8 de agosto de 2011
(Por decisión de los entrevistados, los nombres empleados no son reales).

2 comentarios:

  1. Hola Tania, te felicito por ese bellisimo trabajo. Encantada con tu blog. Desde Brasil, te acompanaré. Suerte y besos, Carolina Jardim.

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  2. Microjet
    He escuchado sobretodo a médicos que han logrado una posición ¨holgada¨en España decir-¨Aquello ya ni me interesa, ni leo nada y ni quiero saber nada¨. No sé, pero se me ponen los pelos de punta y me pregunto de qué materia estan hechos quienes piensan así. Se lo he escuchado decir no a uno sino a muchos.

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