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martes, 7 de diciembre de 2010

Recordando a Salvador

Salvador García Agüero (izq) y Juan Marinello, 1945

Por Tania Quintero

Este 7 de diciembre se cumplen 114 años de la muerte de Antonio Maceo, general mulato de la guerra de independencia contra España y símbolo de la bravura cubana. A propósito de la efemérides, he querido recordar al intelectual comunista Salvador García Agüero, célebre por los panegíricos que los 7 de diciembre pronunciaba.
Conocí a Salvador de niña y entre 1959 y 1961 le ví a diario, cuando trabajé como mecanógrafa en las oficinas del Comité Nacional del Partido Socialista Popular, en Carlos III y Marqués González, en el corazón de la capital. Hasta hoy lo recuerdo como un hombre muy culto, elegante y caballeroso. De la Enciclopedia de historia y cultura del Caribe extraje estos datos biográficos.
Salvador García Agüero nació el 6 de agosto de 1907, en una casa de inquilinato sita en la calle Águila No. 258, La Habana. Desde temprana edad sobresalió por sus facilidades en la oratoria y la firmeza en defender sus opiniones. Estudió en el colegio-academia La Luz, en Luyanó, centro de enseñanza perteneciente a la secta evangélica bautista. En el curso escolar 1918-1919, etapa en la cual se fundó la sociedad infantil Fraternidad, fue elegido su presidente. Tenía sólo 11 años.
En 1923 se inició como orador en un mítin estudiantil convocado por Julio Antonio Mella
en el patio de los Laureles de la Universidad de La Habana. Tras graduarse en la Escuela Normal para Maestros de la capital cubana, en 1925 ganó por oposición un aula para ejercer su profesión. Fue miembro del ejecutivo de la Asociación de Alumnos Normalistas.
Desde la etapa estudiantil escribió poesía, muy probablemente imbuído por la influencia de José Manuel Poveda, quien visitaba su casa y cuya manera de escribir admiraba el joven. Buena parte de su producción poética, entre los años 1927 y 1930, se publicó en las páginas de la sección «Ideales de una raza», en el Diario de La Marina, a cargo del ingeniero y periodista Gustavo E. Urrutia. Su nombre apareció entre las agrupaciones y hermandades de jóvenes negros que pugnaban por un mayor reconocimiento de sus derechos y libertades.
Aunque no participó en la huelga de maestros en 1931, su firma apareció en el manifiesto-protesta que publicó el diario El Mundo en su primera página el 1 de enero de 1933. El documento justificaba la huelga de los maestros y demostraba al dictador Gerardo Machado que el magisterio público seguía en la lucha contra la injusta postergación en el pago de sus haberes.
Ya en ese año era miembro representante de la Sociedad Adelante, constituída por un grupo de estudiantes progresistas negros, en el Comité por los Derechos del Negro, integrado por delegados de otras sociedades y sindicatos. Su fama como orador se acrecentó en 1934, en particular, como panegirista del lugarteniente general Antonio Maceo Grajales.
Al crearse la Sociedad de Estudios Afrocubanos, el 1 de junio de 1936, por iniciativa del etnólogo y antropólogo Fernando Ortiz, García Agüero fue designado su tesorero. En ese año se publicó Maceo: ciudadano perfecto, conferencia pronunciada en la velada lírico-literaria en memoria del general Antonio, efectuada en el teatro Fausto, Matanzas, el 7 de diciembre.
Salvador también fue fundador y vicepresidente de la Hermandad de los Jóvenes Cubanos (1936) y de su órgano Juventud (1937). Asistió a la primera conferencia de esta sociedad en los salones del club Atenas y dada su relevancia socio-política fue invitado, entre otros, al IV Congreso de la Juventud Americana en Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos, del 2 al 5 de julio de 1937. Allí se ocupó de ponencias referidas a las libertades democráticas y a la paz.
A su regreso de Estados Unidos, intervino en un acto ofrecido en el Anfiteatro Municipal de La Habana, donde expuso las experiencias del evento. Posteriormente visitó varias provincias orientales, en las cuales sus informes contaron con una cálida acogida. En la ciudad de Santiago de Cuba, impartió una conferencia sobre el poeta negro Juan Francisco Manzano.
En 1937, el Partido Comunista (fundado en 1925) y el Bloque Revolucionario Popular (organismo unificador de las fuerzas revolucionarias del país), que encabezaba García Agüero, sostuvieron una fuerte campaña por la amnistía de los presos políticos que abarrotaban las cárceles. En 1938 ingresó en el Partido Unión Revolucionaria y al reorganizarse éste. ocupó el cargo de presidente y Juan Marinello Vidaurreta, el de vicepresidente.
En 1938 se efectuó la Convención Nacional de Sociedades Cubanas de la Raza de Color, en la cual fue elegido miembro del Ejecutivo Nacional y vicepresidente de la Federación Provincial de La Habana. El 1 de mayo, junto al líder sindical Lázaro Peña, desfiló frente al Palacio Presidencial. Una vez terminado el acto, se dirigió al Cementerio de Colón, donde pronunció un discurso en
frente a la tumba de Rubén Martínez Villena.
En 1938 viajó a Europa para asistir al Congreso Mundial por la Paz, celebrado en París. Después visitó España y finalmente se integró al Segundo Congreso Mundial de la Juventud en el Vassar College, en Poughkeepsie, Estados Unidos.
En ese mismo año, al aspirar a un escaño como senador de la república, García Agüero tuvo que dejar de dar clases, ya que las leyes impedían que un legislador desarrollara simultáneamente otras funciones.
Como delegado asistió a la Asamblea Constituyente de 1940 y más tarde fue elegido presidente del Comité Parlamentario del Partido Unión Revolucionaria Comunista. Al transformarse esta agrupación política en Partido Socialista Popular, fue designado segundo vicepresidente del ejecutivo, junto a Juan Marinello y Blas Roca.

"Maceo: cifra y carácter de la revolución cubana" se titulaba el discurso que pronunció en la sesión solemne de la Cámara de Representantes, el 7 de diciembre de 1941. La figura de Antonio Maceo, el Titán de Bronce, constituyó un tema recurrente en la oratoria de García Agüero.
En la tercera semana de septiembre de 1944, Salvador García Agüero fue proclamado Senador de la República por La Habana. Su actividad internacional resultó intensa, participando en eventos en Francia, Estados Unidos, México y Austria. Asistió como delegado al Congreso de la Confederación Americana del Magisterio (México, 1946). Fungió como socio colaborador de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, e impartió conferencias en diversas instituciones culturales. Fue director del noticiero de la emisora de radio Mil Diez.
Estuvo presente en la toma de posesión de Jacobo Arbenz como presidente de Guatemala, el 15 de marzo de 1951. Después del golpe de estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, al igual que otros dirigentes y activistas del Partido Socialista Popular, estuvo a favor de la formación de un frente único democrático que estuviera integrado por las masas populares de todos los partidos y grupos oposicionistas al régimen militar de facto.
Esa actitud política le costó ser procesado por desorden público, junto a otros clíderes del Partido Socialista Popular, en junio y agosto de 1952. Dos años después, en junio de 1954 fue nuevamente encarcelado, en esta ocasión acusado de conspirar para la sedición. En abril de 1955 resultó beneficiado por la Ley de Amnistía Política, y a partir de ese momento se mantuvo en la clandestinidad.
El 4 de abril de 1959 integró la directiva del Comité Nacional del Movimiento de Orientación e Integración Nacional, como responsable de la comisión de lucha contra la discriminación racial. El 30 de agosto de 1961, el Gobierno Revolucionario lo nombró embajador en la República de Guinea y, posteriormente, en 1962, en la República de Bulgaria, donde falleció el 13 de febrero de 1965. Su cadáver llegó a La Habana, su ciudad natal, el 16 de febrero.
Su sepelio constituyó una imponente manifestación de duelo popular. Salvador García Agüero era conocido y querido entre la gente común y corriente.
Los habaneros lo conocían por sus panegíricos los 7 de diciembre en honor a Antonio Maceo, que eran retrasmitidos por la radio, y porque tenía la costumbre de andar a pie por su barrio. En cualquier calle se detenía a comprarle el periódico a un vendedor o lustrarse el calzado con un limpiabotas. También le gustaba comerse una fritura de bacalao o unos chicharrones en algún timbiriche o tomarse un helado de coco o mamey en un puesto de chinos.
Foto: Ed Clark, revista Life, mayo de 1945. Los senadores comunistas Salvador García Agüero (izquierda) y Juan Marinello, en una sesión en el Capitolio Nacional.

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