Por Raúl Rivero
El fotógrafo Iván Cañas, lector de Pablo Neruda y cantante de boleros y décimas tristes, quiso -una tarde de 1969- que José Lezama Lima, un vecino de la calle Trocadero de La Habana, revisara y le diera su bendición a una colección de fotos suyas. Para que el dueño de aquel dominio misterioso lo dejara entrar, se hizo acompañar por el pintor Raúl Martínez, amigo del habanero silencioso que había escrito tres años antes una novela titulada Paradiso.
Entró y le enseñó su muestra al señor. Cañas no ha dicho qué opinó su anfitrión de su ensayo gráfico. Lo que ha contado es que, aunque el poeta rechazaba que lo fotografiaran, dejó que Cañas le disparara en un rato decenas de fotos en el ámbito íntimo.
«Era la primera vez que veía a Lezama», recuerda Cañas ahora en Miami, donde vive desde 1992. «Entonces, no parecía interesarle a nadie en Cuba. Ese día le tiré como dos rollos».
Dos años más tarde, el fotorreportero fue enviado por una revista oficial para retratar a Lezama para un trabajo periodístico que nunca se llegó a publicar. En esa ocasión, Cañas llevó al escritor junto a su esposa, María Luisa Bautista, al Paseo del Prado. Allí los fotografió y luego los condujo en un automóvil hasta el Museo de Artes Decorativas, en la barriada de El Vedado, donde hizo los retratos finales del escritor.
En las fotos de la tarde inicial también aparece la nodriza de José Lezama Lima, la mujer que inspiró el personaje de Baldovina en Paradiso.
Nada de eso se publicó. Cuando Cañas salió al exilio, dejó su archivo al cuidado de un amigo. Hace unos años se lo hizo llegar a Miami, a una casa cerca de un arroyo y bajo la luz de Alba, el amor del fotógrafo.
De los negativos salvados, el artista ha seleccionado unas 90 fotos. Quiere hacer un libro, pero, por el momento, va a inaugurar una exposición en el Center Gallery del Dade Miami College en medio de la Feria del Libro y en homenaje al centenario del escritor que cumplirá su primer siglo el 19 de diciembre de 2010.
Iván Cañas confiesa que sólo vio a Lezama esas dos veces y que no era un fanático seguidor de su obra. La vida, el tiempo, la intensidad de su poesía y la magia del mundo que fundó en la calle Trocadero le dieron al autor de Dador y La cantidad hechizada la dimensión que tiene ahora y que tendrá para siempre ante el mundo, dice el fotógrafo.
El proceso de rescate de las piezas ha sido arduo y costoso, agregó, los negativos fueron tratados con productos especiales para borrarles las manchas de humedad y luego escaneados con alta resolución con la ayuda del fotógrafo Alberto Romeu.
Cañas, que también es músico, tiene 64 años. Su obra se encuentra recogida en colecciones permanentes en Estados Unidos, Francia, México, Alemania, Canadá e Italia, y forma parte de numerosas antologías de arte latinoamericano contemporáneo.
«En verdad», ha dicho Cañas, «no creo que Cuba se merezca estas fotos y por eso decidí exhibirlas aquí. No hay derecho para que a un monumento literario como Lezama lo hayan llevado tan duro por prejuicios y sospechas».
«Esta exposición es, en sí misma, un azar concurrente», expresó con una seña cómplice a una conocida frase de Lezama. «Son fotos que estuvieron olvidadas en una gaveta».
Nota: Lo ideal era haber puesto una foto de Lezama Lima hecha por Iván Cañas, pero las encontradas en internet todas tenían en el medio un cuño con su nombre. Entonces escogí esa foto, propiedad de la National Portrait Gallery of London, hecha por Ida Kar (1908-1974), fotógrafa que se hizo famosa por sus portarretratos. Nacida en Moscú, la mayor parte de su vida la pasó en París primero y Londres después.
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