En Cuba existe también una Fifth Avenue. Aunque en nada se parece a la de Nueva York. La Quinta Avenida cubana se encuentra en la Ciudad de La Habana, en el reparto Miramar. Se extiende desde el túnel, que la conecta desde la Avenida Malecón, hasta el río Santa Ana, en la localidad costera de Santa Fe. A partir de ahí se convierte en Carretera Panamericana y llega al municipio Mariel, perteneciente a la otra provincia Habana.
El trazado de esa vía resultó decisivo para el fomento del reparto Miramar y también del Country Club Park así como de la Playa de Marianao, zona ubicada entre Miramar y el antiguo Country. En los siglos 18 y 19, las clases adineradas construyeron sus mansiones y palacetes en el Cerro, primero, después en el Vedado. Pero a principios y mediados del siglo 20, paulatinamente comenzaron a emigrar hacia zonas más verdes y apacibles, en el oeste de la capital, a la salida de la boca del río Almendares.
En el diseño de la importante vía intervino el arquitecto norteamericano John F. Duncan, autor del monumento al presidente Grant, en Estados Unidos, junto al arquitecto cubano Leonardo Morales y Pedroso (La Habana 1887-1965), constructor del Vedado Tennis Club (1912); el Colegio de Belén (1925) y la Compañía Cubana de Teléfonos (1927), entre otras obras importantes de la ciudad. Morales estudió en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y por eso se dice que Miramar, con sus manzanas rectangulares de 100 por 200 metros, se parece a Manhattan.
La calles de la Quinta Avenida están numeradas, comenzando por el 0. Al inicio, a la salida del túnel, se encuentra la Fuente de Las Américas. Unas cuadras después, en la Calle 10, La Torre con el reloj, que se ha convertido en símbolo de la avenida habanera. A la altura de la Calle 42 se halla La Copa, una escultura donada por Carlos Miguel de Céspedes en los días que fuera ministro de Obras Públicas del dictador Gerardo Machado. La Copa identifica hoy a un centro comercial y también a los establecimientos y casas en sus inmediaciones.
Aunque se caracteriza un paseo central arbolado, la Quinta Avenida no es una vía homogénea. Cambia por trechos según su arquitectura y la época de construcción. El tramo menos parecido al resto es el que media entre las rotondas de las calles 112 y 120.
Allí, en la acera sur, frente al antiguo Coney Island Park, existía un conjunto de bares, billares y cabarets como Panchín, Rumba Palace, El Niche, La Choricera, Los Tres Hermanos, Pennsylvania, La Taberna de Pedro y la academia de baile Pompilio. Casi todos construídos de madera, con piso de cemento y techos de zinc y que lindaban con lo marginal, pero visitado por todas las clases sociales.
Al Pennsylvania no podían entrar los negros y era el escenario de la famosa vedette Tula Montenegro. En algunos de aquellos tugurios estaba Teherán, que había cosechado éxitos en el Cotton Club, de Broadway, junto a Duke Ellington y Cab Calloway, mientras que en La Choricera, El Niche o en Los Tres Hermanos, y ocasionalmente en el Rumba Palace, el timbalero Silvano Shueg Hechevarría, más conocido por El Chori, «el artista que se anunciaba solo», montaba sus espectáculos, con aquella música sacada de timbales, sartenes y botellas vacías.
Delante de esos centros nocturnos, en la misma acera, se alzaba todo un tinglado de puestos de fritas (variante cubana de la hamburguesa). Quedaban uno al lado del otro, por lo que la zona era conocida como "Las Fritas de Marianao". Detrás, se encontraban numerosas posadas (casas de citas) y prostíbulos, como La Finquita, a la altura de la calle 112.
Ya nada de eso existe. A partir de 1959 comenzaron a desaparecer todos aquellos locales. Los que sobrevivieron, en los años 90 se convirtieron en cafeterías de comida rápida, por pesos cubanos o divisas. Del lugar el arquitecto Mario Coyula ha dicho: «Quizá buscando una cubanía extemporánea y forzada, o como reflejo de la ruralización creciente de la capital, el Rumba Palace ha sido tocado con una empinada cobija de guano, a manera de sombrero campesino».
El periodista Jorge Mañach dedicó a Las Fritas de Marianao una de sus Estampas de San Cristóbal y sirvió de escenario a un reportaje apasionante del escritor Lino Novás Calvo. "Con un carácter impuesto por lo popular y hasta populachero, la zona de la playa de Marianao se convirtió en otro foco de la vida nocturna habanera", escribió el musicólogo Leonardo Acosta.
Por sus precarios escenarios pasaron figuras como Benny Moré, Antonio Arcaño, Chano Pozo, Miguelito Valdés, Arsenio Rodríguez, Senén Suárez, Carlos Embale, Tata Güines y, se dice, un muy joven Juan Formell con Changuito. Y también decenas de artistas menos conocidos como Evelio Rodríguez, El Trovador Espirituano, la "sevillanita" Obdulia Breijo o el olvidado travesti Musmé.
Algún día habrá que valorar cuánto deben el son y la rumba de cajón, a aquella escuela de músicos populares y a ese escenario imprescindible que para la música cubana fueron Las Fritas de Marianao, en la Quinta Avenida de La Habana.
Versión de texto tomado de internet.
Fotos: Secretos de Cuba y analista55, Flickr
Lo que habría llegado a hacer en caso de que el Año del Error no se hubiera producido.
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