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viernes, 4 de junio de 2010

Socialismo con bolsillo capitalista

Por Sarah Moreno
En la década de los años 90, tres cantautores cubanos reinaban en los clubes de México: Amaury Gutiérrez, Pancho Céspedes y David Torrens. Hoy, Gutiérrez y Céspedes están en Miami, componiendo, grabando discos, descargando en clubes, dando conciertos y criando a sus hijos; en fin, desarrollando una carrera como cualquier artista, con la única particularidad de que lo hacen lejos de su país.
Torrens, sin embargo, está en La Habana. El destacado compositor, que fuera de la isla lanzó varias producciones con una casa disquera establecida y que se presentó en varias ocasiones en concierto en Miami, es parte de un grupo de artistas que divide su residencia entre Cuba y el extranjero.
Algo similar ocurre con el cantante Raúl Paz, quien vivió varias décadas en Francia, y ahora reside en Cuba, adonde, según se cuenta, ha elegido regresar para que su hijo se eduque en idioma español en las escuelas de la isla. Esta situación de vivir entre dos aguas, que algunos interpretan como una posición apolítica, sería completamente normal si los artistas que residen en Miami pudieran presentarse en Cuba. Pero esto es simplemente imposible porque el cacareado intercambio cultural que reclaman las autoridades culturales oficiales cubanas sólo es de una sola vía, al menos con artistas exiliados.
De todos es conocido que Willy Chirino ha solicitado ir a Cuba para ofrecer conciertos y ha obtenido la callada por respuesta. Los que saben de intercambios y conversaciones con funcionarios cubanos para llevar embajadas y grupos culturales a la isla cuentan que la negativa de parte de las autoridades se produce cuando están involucrados los exiliados de Miami. Entre esas leyendas urbanas de personas a quienes se les negó la entrada en el aeropuerto de La Habana se narra el caso de un profesor de Universidad Internacional de la Florida, que llevó a un grupo musical de dicha universidad y no pudo pasar él mismo por ser de "origen cubano'', dijeron despectivamente los funcionarios.
Esta herida abierta, más dolorosa si se quiere para quienes genuinamente buscan un acercamiento de tipo artístico y cultural con Cuba, se agrava con la gira que el 4 de junio comienza Silvio Rodríguez por Estados Unidos, la cual incluirá en su itinerario a Nueva York, Oakland, Los Angeles, Washington y Orlando, Florida. El hecho de que Rodríguez haya elegido no cantar en Miami, estando a sólo unos pasos, sugiere que no le interesa acercarse a sus compatriotas, sino beneficiarse de la visa concedida por Estados Unidos para recargar su cuenta de banco.
Si de verdad existiera un deseo de cantar para quienes en otra época constituyeron su público natural, se arriesgaría hasta a recibir tomatazos y posibles manifestaciones en las afueras del teatro. Pero los intereses que mueven tanto a Rodríguez como a otros artistas que hoy cantan en Estados Unidos y mañana están tomando un avión para Cuba son simplemente económicos. Para nadie es un secreto que en la isla se puede tener una cómoda residencia, con servidumbre incluida, con unos cuantos miles de dólares anuales. Este detalle se suma a otra justificación a la que a veces recurren los que regresan: la nostalgia de su familia y de su país, de todas esas ausencias que, por contraste, definen a un exiliado.
Es penoso que estos artistas, después de haber disfrutado la libertad de la que se goza en España, Francia y Estados Unidos, se plieguen a las exigencias del gobierno cubano, que para mantenerles el permiso de entrada y salida vigente sólo les pide que no hagan declaraciones contra la revolución. ¡Cómo se paran después en la televisión cubana frente a un público que no puede entrar y salir libremente de su país! Es una cuestión de socialismo mullido y conciencia muy tranquila para algunos inescrupulosos.
En otras instancias, la política es el caballo de batalla que divide a algunos artistas. En la actualidad, el grupo Orishas vive una separación que ellos justifican como una oportunidad para que cada uno de sus miembros trabaje por su cuenta, cuando los rumores apuntan a que la verdadera razón del distanciamiento son las diferencias políticas entre Yotuel y Roldán. Este último parece inclinarse por seguir las directrices del gobierno cubano, en tanto que Yotuel está dispuesto a ejercer la libertad personal de que dispone desde que vive entre España y Francia.
El chantaje a los artistas con la familia que han dejado en Cuba es siempre el recurso más efectivo para hacerlos callar. Ahora que la opinión pública internacional ha puesto finalmente los ojos en Cuba y que figuras españolas como Pedro Almodóvar, Aitana Sánchez Gijón, Ana Belén y Víctor Manuel, reunidos por la escritora Rosa Montero, han condenado la situación de los presos políticos cubanos y la naturaleza represiva del régimen, es el momento exacto para que los artistas cubanos dejen de navegar entre dos aguas.
Foto: El Nuevo Herald, 4 de junio de 2010

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