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miércoles, 23 de junio de 2010

Machín, el Señor Bolero

Por Tania Quintero
Apenas es conocido por la actual generación de cubanos, pero en España el cantante Antonio Machín (Sagua la Grande 1903-Madrid 1977) es el intérprete de boleros por excelencia.
Uno de sus mayores éxitos, Angelitos Negros, figura entre las 50 canciones favoritas de los españoles de todas las edades y épocas. Aunque tal vez pocos en España sepan que la canción estuvo inspirada en el poema Píntame angelitos negros, del poeta y político venezolano Andrés Eloy Blanco (Venezuela 1897-México 1955).
El poema fue adaptado y musicalizado por el compositor mexicano Manuel Alvarez Maciste. Inicialmente, la canción Angelitos negros fue interpretada por Pedro Infante en la película homónima, rodada en 1946 y estrenada en 1948, con la actriz y cantante cubana Rita Montaner en uno de los roles principales. Para adaptar la canción al ritmo de un bolero, el poema se acortó y se le quitó el diálogo inicial.
Machín ha sido el más conocido intérprete de Angelitos negros, pero no el único. Entre otros, en su repertorio la han incluido los cubanos Miguelito Valdés, Facundo Rivero, Fernando Alvarez, Luis Carbonell, Dámaso Pérez Prado, Reynaldo Creagh, Xiomara Alfaro y Celia Cruz; el dúo uruguayo Los Olimareños; la griega Nana Mouskouri; el argentino Leo Marini; la francesa Caterina Valente y el brasileño Altemar Dutra. Además de Pedro Infante, la han cantado los mexicanos Javier Solís, Pedro Vargas, Vicente y Alejandro Fernández, Toña La Negra, Chavela Vargas y el Trío Los Panchos. Cuatro estadounidenses: Doris Day, Eartha Kitt, Debbie Duncan y Roberta Flack. Y las españolas Concha Piquer, Lola Flores, Nati Mistral y Niña Pastori.
Desde pequeño, Antonio Abad Lugo Machín tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a sostener a una familia compuesta por dieciocho integrantes: dieciséis hermanos y los padres, el emigrante gallego José Lugo y la negra cubana Leoncia Machín. La música la llevaba en la sangre: se pasaba todo el tiempo cantando, fuera con músicos ambulantes que pasaban por el pueblo o en el coro de la iglesia.
A los 8 años, subido a una silla, interpreta el Ave María de Schubert en una fiesta benéfica. A los 20, su mayor sueño era ser cantante de ópera, sin percatarse de que era un género vedado para negros y mestizos. No obstante, estudió bel canto. En 1926 decide irse a vivir La Habana. Tenía 23 años y en los primeros tiempos sobrevive cantando en cafetines junto a un amigo guitarrista.
Las puertas definitivamente se le abrirían cuando en una emisora de radio coincide con Don Aspiazu, quien lo contrata para cantar en su orquesta Casino de La Habana, que tocaba en un exclusivo local. (Don Aspiazu era el nombre artístico del cienfueguero Justo Ángel Aspiazu. Su hermano, Eusebio Santiago Aspiazu, también era director de orquesta y fue conocido por el seudónimo Antobal).
Gracias a las vitrolas y programas radiales, en 1929 Antonio Machín encabeza las listas de popularidad con Aquellos ojos verdes, de Nilo Menéndez. En Intererinfluencias y confluencias entre las músicas de Cuba y los Estados Unidos, el musicólogo cubano Leonardo Acosta escribe: "El 26 de abril de 1930 comenzó lo que algunos críticos e historiadores musicales en Estados Unidos llaman 'la era de la rumba', cuando en el teatro Palace de Nueva York debutó la orquesta de Don Aspiazu con el cantante Antonio Machín y números como la canción afro Mamá Inés, de Eliseo Grenet, y el pregón El manisero, de Moisés Simons. Esta pieza se convirtió en un hit nacional en los Estados Unidos y vendió más de un millón de discos, cifra insólita para la fecha". (Por sus extraordinarias ventas, el disco de la RCA Victor, grabado por Machín con la orquesta Casino de La Habana, se considera el primer gran éxito de la música cubana.
En Latin Jazz, un viaje a los orígenes, el escritor peruano Willy Lizárraga recuerda: "Esa noche (la del sábado 26 de abril de 1930) es la primera vez que el público blanco norteamericano escucha el extrovertido cuchicheo de las maracas, las sincopadas cadencias y recutecus del bongó, la guapachosa dictadura rítmica de la clave que se impone contra viento y marea, el abanico percusivo del timbal y las profundidades sonoras de las congas (...) Una complejidad rítmica desconocida hasta entonces".
Antonio Machín, como Celia Cruz, Oswaldo Farrés, Pérez Prado, Bebo Valdés y Lino Frías, forman parte de una larga lista de músicos y compositores cubanos que alcanzaron fama fuera de la Isla, y han sido víctimas de un cruel silencio y una inexplicable censura en su patria. Salvo contadas excepciones, casi todos los investigadores y críticos musicales residentes en Cuba han preferido obviarlos.
Entre las excepciones, el investigador Helio Orovio, quien en su Diccionario de la Música Cubana (1998) publicó una ficha, y los periodistas Giselle Morales, Josefina Ortega y Bladimir Zamora. Afortunadamente, la deuda hacia Machín ha comenzado a saldarse. En el 2000 le dedicaron el Festival Boleros de Oro y en el Cubadisco 2009, el premio internacional recayó en el canario Víctor Rodríguez, por su proyecto discográfico Un restaurador de sueños, enteramente dedicado a Antonio Machín, y una de las obras seleccionadas para representar a Cuba en los Grammy Latino 2010.
Volviendo a la vida del Señor Bolero. En 1936, después de seis años de exitosas actuaciones en Nueva York, con conjuntos de distintos formatos por él creados, Antonio Machín se marcha a Europa. Luego de una breve estancia en Londres, llega a París, ciudad donde había estado en 1934. Forma una nueva agrupación, Antonio Machín y su Orquesta, con Moisés Simons al piano.
La Segunda Guerra Mundial es inminente. Junto al saxofonista dominicano Napoleón Zayas, Machín intenta alistarse para ir al frente, a combatir el nazifascismo. Todo queda en buenas intenciones: aquel conflicto bélico nada tenía que ver con dos músicos caribeños. En 1939, Antonio pone rumbo a Sevilla, donde desde los años 20 vivía un hermano.
Queda sobrecogido al ver la pobreza y la destrucción que la guerra civil española ha dejado en Andalucía y en casi toda España. Pero el país y su gente le gustan y decide establecerse en Madrid, alternando con actuaciones en Barcelona, en cuyas salas de fiestas consigue ganar unas 25 pesetas diarias (unos 0.15 céntimos de euros al cambio actual).
En Machín, las migas y el alcalde, el escritor Antonio Burgos da otra versión de los hechos: "Machín llegó a Sevilla huyendo de Hitler. Estaba en el París de 1939 cuando empezó a oír un son aterrador para judíos, gitanos y negros: las botas hitlerianas avanzando hacia los Campos Elíseos. Machín se acordó de su hermano Juan, Juan Lugo Machín, que se había establecido en Sevilla en la calle Aguilas, con un taller de fontanería. El plomero Lugo había venido a Sevilla para construir el Pabellón de Cuba en la Exposición Iberoamericana y se había quedado. Llegó Machín con su cucuruchito de maní y sus dos gardenias, y quedó tan prendido de Sevilla que se casó con una sevillana". (María de los Angeles Rodríguez, la boda se celebró en 1943 y con ella tuvo su única hija, Alicia María). Anteriormente, Burgos había publicado La noche que Machín no pudo cantar en Cádiz.
La fama le llega a Machín en 1947 con Angelitos negros. Continúa con Dos gardenias, de Isolina Carrillo, y con números de Oswaldo Farrés como Madrecita, Toda una vida, Quizás, quizás, quizás y No me vayas a engañar, entre otros boleros, sones y canciones afrocubanas. En su filmografía encontramos una comedia romántica, Fin de semana, (España, 1964), con José Luis López Vázquez en el papel central.
En el Museo de la Música de Sagua la Grande se conservan maracas, fotografías y una colección de discos, que ojalá sea representativa de su extensa discografía, y en la que sobresalen antologías y álbumes recopilatorios como Los 60 éxitos irrepetibles de Antonio Machín.
Pero donde en verdad su memoria sigue viva es en España. En 1981 se le rinde un multitudinario homenaje, con la participación de 400 artistas, en el Palacio de los Deportes de Barcelona. Desde 2001, en Sevilla una calle lleva su nombre. En 2002, por los veinticinco años de su muerte, la web musical Coveralia publicó una biografía. En 2006, en la Plaza Carmen Benítez, en Sevilla, es inaugurada una estatua del escultor Guillermo Plaza. La figura (ver en la foto), mira hacia la Hermandad de los Negritos, cofradía a la cual Antonio y su hermano Juan estuvieron muy vinculados.
En 2003, cuando hubiera cumplido 100 años, España le dedica un documental, un libro y un disco doble. Joan Manuel Serrat, uno de los entrevistados en el documental dice: "La cultura de Machín está ligada a la cultura sentimental de la radio española, que suponía una pequeña ventana donde penetraba la luz en unos tiempos muy sombríos... Corrían tiempos de hambre, privaciones y miedo. Cuando yo tuve uso de razón, Machín ya estaba consolidado en la memoria sentimental de la gente".
Sus restos descansan en el Cementerio de San Fernando, en Sevilla. Todos los años, familiares y amigos lo recuerdan cantando sus boleros y rociando ron sobre su tumba.

2 comentarios:

  1. Siempre me ha encantado. ¿Tú has oido Sentimental por él? Una maravilla.

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  2. Gracias Zoé y a Tania Quintero;porque aunque lo escucho desde que salí de Cuba en el 1997,(en la Isla siempre era mencionado con la prisa de lo inevitable).Bueno hasta eso llega la mezquindad de ese desgobierno.Muy valiosa toda la información de no tenía!!Enhorabuena!!

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