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lunes, 24 de mayo de 2010

Los santeros del Servicio Secreto (I)

Nos lo habían advertido varias personas relacionadas con los servicios de inteligencia: buena parte de los santeros y paleros de Cuba son informadores de los servicios secretos cubanos. Y es lógico, ellos son los que mejor conocen los problemas y circunstancias de su vecindario y probablemente los mejor informados sobre las actividades de individuos contrarios o descontentos con el régimen.
Pero quizás la información más jugosa que la DGI (Dirección General de Inteligencia) o la contrainteligencia del MININT (Ministerio del Interior) obtiene de paleros y babalaos se refiere a las confidencias que puedan hacerles altos cargos del partido comunista, también asiduos consultantes de la santería, o políticos y empresarios extranjeros que acuden a Cuba a consultar a famosos sacerdotes de las religiones africanas. En este sentido, Enrique García Díaz, excapitán del servicio de inteligencia del MININT, le confesó al periodista Andrés Oppenheimer que alrededor de la mitad de los babalaos de Cuba habían sido captados por el servicio de inteligencia del Ministerio del Interior.
Entre finales de 1990 y principios de 1991, Fidel Castro y la plana mayor del partido comunista se percataron que debían apoyar a las religiones africanas en la isla. Se dieron cuenta de que el elemento vetebrador de la sociedad cubana no era el marxismo sino la santería. Millones de cubanos creen "a pies juntillas" en los poderes de los orishas, por lo que los miembros del comité central del partido decidieron lanzar una gran campaña para ganarse a los fieles de las tres grandes religiones africanas: la santería, el palo monte y las sociedades secretas abakúas. En primer lugar decidieron encargarle un informe sobre la cuestión al Departamento de Estudios Sociorreligiosos de la Academia de Ciencias.
En un voluminoso informe, la Academia de Ciencias recomendaba un cambio radical de la política oficial seguida por el gobierno cubano sobre estos cultos. La conclusión del informe indicaba que si se lograba que los santeros, paleros y abakuás apoyaran la Revolución, se podría llenar el vacío dejado tras la caída del comunismo en Europa. Un punto clave sobre el que incidió la Academia se refería a la posibilidad de lograr que los santeros se abstuviesen de realizar profecías sombrías sobre el futuro.
Efectivamente, todos los primeros días de cada año, los babalados mayores de Cuba -algo más de 100- se reúnen para consultar a los orishas cómo se desarrollará el año. Esta reunión no sale publicada en los medios nacionales, pero las profecías de los orishas, conocida como la Letra del Año, son esperadas por todos los cubanos con gran interés.
De las tres religiones, la más llamativa es la de los abakuás. La Sociedad Secreta Abakuá fue fundada por miembros de tres importantes tribus africanas: los ibo, los ibibo y los ekoi, aunque posteriormente entrarían a formar parte esclavos de otras etnias, como los bantú, los lukumí o los arará.
La primera "tierra" (centro de culto) abakuá se fundó en el poblado marítimo de Regla, frente a la bahía habanera, no tardando en ser perseguidos por las autoridades. Pronto a estas sociedades ingresarían negros criollos, mulatos y blancos, en medio de violentas pugnas internas en las que no faltó derramamiento de sangre.
A pesar de todo, los abakuás de mayor "plaza" (nivel) seguían siendo negros africanos. Eran prepotentes, orgullosos y agresivos con sus amos. De hecho, fueron los primeros esclavos en rebelarse contra su situación esclavista, protagonizando revueltas y asesinatos. De su situación de discriminación y persecución oficial derivó la creación de diversas "tierras" en numerosas cárceles. Así, en 1888 se funda una "tierra" abakuá de presos cubanos en la prisión española de Ceuta. Actualmente en Cuba, los abakuás constituyen una sociedad temida y respetada, que todavía conserva prácticamente intacta la sabiduría de sus antepasados.
Tomado del libro Claves ocultas del poder mundial, de los españoles José Lesta y Miguel Pedrero. Editorial Edaf, 2006.
Foto: Escritura de la Sociedad Secreta Abakuá, proveniente del antiguo alfabeto africano de Calabar, Nigeria.

1 comentario:

  1. No es de extrañar, en la isla (el que no corre vuela), y este provervio, dado el caso, bien se presta a ello. Ni en los "Santos" se puede confiar.

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