Por Raúl Rivero
A hí está, en 250 páginas de testimonios, reseñas y biografías urgentes, el reportaje de la resistencia de los cubanos a la dictadura. Una selección de entrevistas que se propone salvar del olvido las alternativas de una oposición diversa y permanente --de los presos plantados del presidio histórico a las caminatas y protestas de las damas de blanco--, con entradas en episodios personales y acontecimientos puntuales que permiten reconocer la intensidad y el alcance del aparato represivo del régimen.
Eso es El libro negro del castrismo (Ediciones Universal) del escritor, periodista y profesor Jacobo Machover, un cubano que vive exiliado en París desde 1963, autor de una obra numerosa, centrada en asuntos de su país y plenamente reconocida en Europa.
El libro, ilustrado con dibujos de la pintora Gina Pellón, es una fuerza viva. Está narrado por los protagonistas en conversaciones naturales, abiertas, sin fórceps, en las que a nadie se le adivinan las intenciones de presentarse como héroes o seres superiores porque la línea maestra de los diálogos marca la obsesión de dar a conocer unos hechos. Los tiempos de unas vidas. Los dramas de tres generaciones de cubanos.
Están los plantados Mario Chanes de Armas, Angel de Fana, Ernesto Díaz Rodríguez y José L. Pujals. Después, las voces de Lidia Pino, Manuela Calvo, María Cristina Oliva, Carmen Arias a las que Machover une -como si fuera un hilo único- la de Blanca González, madre del periodista Normando Hernández, preso ahora en Cuba, enfermo y condenado a 25 años de cárcel.
Desde la experiencia de esos grupos iniciales, de su entereza ante la opresión, se puede ver cómo se entrelazan diferentes etapas y fórmulas para enfrentar la represión. Un cuadro enorme en el que se mezclan las posiciones, los estilos, los recursos que ha utilizado cada uno.
Están los poetas Jorge Valls y Angel Cuadra. Huber Matos y Martha Frayde. Pedro Corzo y Ricardo Bofill junto a Reinaldo Arenas, María Elena Cruz Varela, Armando de Armas, Alejandro González Raga, Manuel Vázquez Portal y su esposa Yolanda Huerga.
Son personas llegadas de sitios diversos, cada uno con sus individualidades y pensamientos y a quienes se les ve caminar juntos de cara a la dictadura, aunque en otros años y otras serventías.
El libro ayudará a los lectores cubanos a dar un repaso sereno a nuestra historia más reciente. A encontrar humildad y respeto en los protagonistas. Y los extranjeros podrán ver reunidas un mismo volumen la realidad de la vida en Cuba (una realidad que tratan de ocultar el gobierno y sus cómplices), y el poder, la decisión invencible de los cubanos a resistir.
La obra de Machover tiene también la virtud de poner en primer plano a los presos políticos. En algunas entrevistas se puede entrar a vivir o a revivir la atmósfera de los calabozos y entender, con ese viaje, el sitio donde verán caer el día de hoy Oscar Elías Biscet, Ricardo González Alfonso, Ariel Sigler Amaya, Rolando Arroyo, Héctor Maceda, Angel Moya, Antonio Díaz, Horacio Piña y otros 200 prisioneros.
Convido a una lectura de El libro negro del castrismo. Una visita al pasado que, entre otras cosas, reafirma el valor de la diversidad en las formas de resistencia y anticipa la pluralidad en el porvenir.
(Publicado en El Nuevo Herald el 29.11.09).
un verdadero placer echar un vistazo a tu blog
ResponderEliminarsaludos desde Reus Catalunya
Gracias, Tania, por publicar este articulo, tan profundo, de Raul Rivero sobre este libro, en el cual él mismo figura como uno de los testigos fundamentales, junto a todos los nuestros que estuvieron presos, como tu.
ResponderEliminarJacobo