Por Tania Quintero
Cuando en junio del 2000 un famoso fotógrafo neoyorquino del National Geographic Magazine estuvo en La Habana y me confesó que le había impactado un escrito mío sobre la escasez de almohadillas sanitarias en la capital y sus alrededores, me percaté del valor que puede tener lo intrascendente para quienes viven en otros mundos.
El año pasado le dije a una amiga suiza que guardo los nailons y cada vez que puedo enviar algo a Cuba, pongo un poco de nailitos. Se quedó pasmá. Imagínense, en un país donde hay nailons hasta para hacer dulces.
Otra suiza no me queria creer que en Cuba hay personas cuyo oficio es "vendedor ambulante de nailitos".
-Y de dónde sacan los nailitos, si escasean? me preguntó.
Estuve una hora tratando de explicarle. Así y todo, se quedó en china pese a haberle puesto un ejemplo: fulano tiene una parienta que trabaja en una shopping y ahí, en combinación con el almacenero, éste (a cambio de unos chavitos o una mamada, vava usted a saber) le resuelve todos los días un montón de nailitos y ella los va sacando, en el blumer o entre los senos. A su pariente le vende cada nailito a 0,25 centavos de pesos y el pariente lo revende a 0,50 centavos al vendedor, quien a la gente se lo vende a peso o dos pesos, de acuerdo a la mayor o menor escasez.
-Y la policía no detecta esas sustracciones?, quiso saber mi amiga suiza.
-Es que la policía no está pa'eso, se hace de la vista gorda, lo de ellos son los bancos de bolita, los burles, las peleas de gallo, o sea los puntos donde abunda el guaniquiqui.
Tuve que traducirle banco de bolita (y de paso bolitero y charada), burle y guaniquiqui. Pero cuando se quedo cruzá fue cuando le dije que la gente los lava, los tiende y los vuelve a usar (no dudo que exista alguien que tambien los planche, si ya inventamos bistec de toronja y picadillo de cáscara de platano burro y si nuestro paladar se acostumbró al café con chícharos, el cerelac y las croquetas de averigua, planchar un nailito no sería una rareza).
Según el bando en que se milite, se puede echar pestes contra Castro o Bush o manifestarse a favor o en contra del embargo. Pero lo que cuesta asimilar a los "yumas" del viejo continente son las pequeñas cosas.
No las que canta Serrat, sino las que a diario se suceden en esa isla que los alemanes escriben con K. Con K de qué? De karaoke, karate, kayak, kilogramo, kilómetro, kilovatio, kiosco, kiwi o koala?
Nananina. Con K de kafkiano.
Como siempre, me encanta leer tus posts
ResponderEliminarCANDELA!
ResponderEliminarAsí mismo es. Yo me entretengo muchas veces en explicar esas pequeñas cosas, y se quedan bizcos - y tal vez muchos piensen que exagero. A veces tengo hasta ganas de lavar los nailitos! Un saludo.
ResponderEliminarBuenísimo, gracias...
ResponderEliminarcreo que se pueden grutar pestes de los dos,de Castro y de Bush,si importar en el bado que se milite.
ResponderEliminarTu mejor post hasta ahora. No hay vez que se me acabe un pomo de Nescafé, o de zanahorias en conservas, o me termino unas cervezas alemanas con un corcho resellabe (si existe esa palabra) que no me acuerde de Cuba. Allá esos son envases indispensables para guardar el puré de tomate y mil cosas mas. El reciclaje se nos quedó en los genes, que jodienda esta, la de no poder o no querer botar las mas nimias cosas de esta cotidianeidad. Nadie por estos lares, me refiero a las tres cuartas partes del mundo, entiende esto. Un abrazo sincero, cuando pueda ir a los cantones paso a saludarte. El espía de Ichi. P.D. Si vienes a México, tienes casa.
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