Lázaro. Nombre de santo. Pero la vida de este joven cubano de 28 años nada tiene que ver con su nombre y está cargada de matices increíbles. Fue un estudiante excepcional, graduado de ingeniero en sistemas automatizados de computación, especialidad con un futuro prometedor. Pudiera pensarse que es un hombre realizado, mas no lo es. En el mundo actual muchos jóvenes sueñan (y pocos lo logran) cursar estudios en universidades prestigiosas como Harvard, Oxford o la Sorbona. Los títulos universitarios están reservados para los más inteligentes. La mayoría vive de su trabajo, en una fábrica, una oficina o una McDonald's.
En Cuba no es así. Lázaro tiene lo que muchos codician en otros países: un título universitario. Sin embargo, su anhelo mayor es ser maletero o trabajar en la cantina de un hotel. Trabajos que por lo general sólo los realizan los emigrantes en ese primer mundo que él, y gran parte de la juventud cubana, quisiera tener por patria. Su título yace como las viejas fotos familiares en una empolvada gaveta.
Día tras día. Lázaro sale a buscar fortuna, "a luchar el dólar y a inventarla para conseguir los malditos fulas", tan necesarios en nuestra cotidianidad. "Es un trauma muy grande. Como muchos, creí en la revolución, pero la realidad me ha golpeado fuerte. Todo se vino abajo como un castillo de naipes. Lo que antaño era el dinero del diablo, la moneda prohibida del enemigo, ahora es una bendición".
En 1996, Lázaro archivó su titulo y salió a buscarse la vida. Lo primero que se le presentó fue un curso de cerámica, se hizo artesano, oficio que le propició conocer a muchos extranjeros, con algunos de los cuales hizo amistad, lo que le ha dado buenos dividendos. Gracias a ellos, ha viajado dos veces a Alemania cargado de collares y pequeñas piezas que ofertó en la Alexanderplatz. "Allá gané dinero. Nunca había pensado quedarme, pero creo que a la tercera va la vencida. El día que vuelva a salir de la Isla, será para no volver".
Sus entradas básicas provienen de la artesanía y las mesadas que amigos alemanes le envían con cierta regularidad. "La vida aquí es estresante y agotadora porque vivimos en un infinito círculo vicioso de supervivencia. El dinero me cae en las manos es para comer y mantener la casa, comprar aceite, jabn, detergente, en fin, nimiedades que lo dejan a uno exhausto pues los dólares no tienen un camino estable". Hay momentos que Lázaro, al igual que muchísima gente en el país, padece una verdadera sequía de divisas y entonces se ve obligado a buscar alternativas´riesgosas, como la venta de cajas de tabaco y obras de arte. "Hago lo imaginable para que el dólar no pierda el rumbo", enfatiza.
Por eso ha tomado la decisión de comenzar a reunir dinero para, si todavía no se ha largado, comprar una plaza de maletero o cantinero en algún centro turístico. Debido a la corrupción existente, con 500 o 600 dólares, Lázaro obtiene su quimera. Y mientras habla, su rostro se ilumina, nada más de imaginarse cargando maletas o preparando tragos y embolsándose 40 o 50 dólares diarios, sólo con las propinas.
-¿Y tu profesión?" le pregunto.
--¿Mi profesión? ¿Para qué la quiero? Si el salario es de 300 pesos (menos de 15 dólares).
Nos despedimos, se le hace tarde. Recoge su mochila repleta de figuritas de cerámica, rumbo al Malecón o la Habana Vieja, donde tal vez tenga suerte y algún turista le ayude a realizar su sueño.
(Publicado el 1 de mayo de 1998 en Cubafreepress)
Muy bueno, Tania, y que lo recuerdes, aquí en el blog.
ResponderEliminarHola Tania!!!
ResponderEliminarPero... si pasó en 1998, qué habrá sido de Lázaro? Ya estará en Alemania? Me quedan dudas. Lo que sí me deja un sabor agridulce es eso de estudiar y tener una profesión que no de para comer. Absurdo.
Te abrazo con calidez con sensibilidad aún por la reciente partida de mi padre de estas coordenadas terrenales.
Necesito tu testimonio para un articulo que estoy presentando en la universidad Aberto hurtado de Chile. ¿que ha significado para ti usar el blog como medio de comunicación?
ResponderEliminarGracias Jose Luis Artiagoitia
jolo114@gmail.com