NUESTRA CAJA TONTA
Por Iván García

Si usted está de vacaciones o enfermo, busque algún libro para leer y matar el tiempo los días entre semana por las mañanas. Si no posee videocasetera o radio de onda corta, entonces se va a aburrir.

De lunes a viernes la televisión cubana -cien por ciento bajo control gubernamental- desde las 7 de la mañana hasta las 4:45 de la tarde, trasmite por sus cuatro canales (Cubavisión, Tele Rebelde y los Canales Educativos 1 y 2) clases dirigidas a primaria y secundaria, además de cursos de idiomas u otros de la Universidad para Todos.

A la 1 de la tarde hace un alto para emitir un noticiero de una hora de duración, con un presentador que satisfecho nos dirá que se volvió a romper un récord de producción o descendió la tasa de mortalidad infantil. A veces el rostro del presentador se tensa, y con gestos de odio lee un editorial del periódico Granma contra la administración de Estados Unidos.

La programación para niños y jóvenes comienza a las 4:45 de la tarde, cuando se supone que éstos han regresado de la escuela. Por lo general, son dibujos animados que se repiten hasta el cansancio: de tantos verlos, los muchachos se los saben de memoria. Porque nuestra televisión está repleta de reposiciones.

A las 6 y 30 comienza en Cubavisión -y en los dos Canales Educativos- la Mesa Redonda, espacio de hora y media con propaganda política al peor estilo soviético. Cinco “versados” periodistas hablan y sus puntos de vista siempre coinciden. La temática varía, pero constantes son los ataques a George Bush y su administración y a Israel y su política en el Medio Oriente. A veces critican las democracias neoliberales de América Latina, con excepción de la Venezuela de Hugo Chávez.

La gente en la calle llama Muppets Shows a los panelistas de la Mesa Redonda, en alusión al programa británico de títeres. Y es que para el cubano de a pie, estos periodistas no son más que ventrílocuos. También se les conoce como “los cinco monos sabios”, pues argumentan y analizan cualquier asunto como si fuesen Mesías.

Durante la hora y media de la Mesa Redonda, la mayoría de las personas sintoniza el canal Tele Rebelde: prefieren ver mediocres programas infantiles, más digeribles que los habituales teques politicos. De la programación dirigida a los niños se salva La sombrilla amarilla, trasmitida de lunes a viernes, con buena factura e ingenioso guión.

El espacio Aventuras alterna un día con la serie española Un paso adelante, refrescante y entretenida, y otro con El medallón, de producción local: una serie para bostezar que no complace a jóvenes ni adultos.

Luego, a las 8 de la noche, comienza la segunda edición del noticiero, otro buen momento para cambiar de canal o apagar el televisor y aprovechar para ver -los que tienen video- un filme alquilado a cinco pesos el día. Si alguien ha hecho dinero gracias a la poca calidad y opciones televisivas son los dueños de bancos de películas. A pesar de ser considerados ilegales por el gobierno, como promedio recaudan entre 500 y 600 pesos (de 20 a 25 dólares).

Después de terminado el noticiero nocturno, los hombres acostumbran conectar la pelota y las mujeres las telenovelas. Culebrones suelen haber dos al mismo tiempo en el aire: uno foráneo, por lo general brasileño, y otro nacional.

Los días entre semana la televisión rara vez estrena algún filme interesante. Por lo regular son retrasmisiones o cintas soporíferas, como las propuestas por el crítico Frank Padrón en Nuestra América. Padrón se las arregla para comentar las peores películas de la cinematografía latinoamericana actual.

Un paréntesis ameno lo ofrecen espacios musicales com, Piso 6 o Lucas, donde abundan videoclips y actuaciones de orquestas y músicos cubanos.

La programación no mejora los fines de semana, lo que cambia es el horario: desde las 8 de la mañana pueden verse programas infantiles y los sábados por la noche dos filmes clase B, generalmente estadounidenses y de escaso vuelo artístico.

Sólo puede hablarse bien de tres espacios.Uno de ellos es de entrevistas con personalidades cubanas, los domingos por el Canal Educativo. El otro es Pasaje a los desconocido, conducido por Reinaldo Taladrid, uno de los monos sabios, pero que aquí salva su imagen proyectando materiales made in USA. El tercero es la pelota, aunque su realización no puede compararse con la parafernalia tecnológica empleada en las tramisiones de las Grandes Ligas en los Estados Unidos.

La televisión no la trajo Fidel Castro. Todo lo contrario: el régimen la ha degradado hasta límites insoportables. Ya la “caja tonta” tenía un lugar en nuestra isla desde 1950, antes que en la vieja Europa.

Cuba fue la segunda nación del continente americano en tener señal televisiva. Uno de los primeros en el mundo en trasmitir en colores y el número uno del planeta en realizar una trasmisión en vivo de un juego de beisbol de un país hacia otro. La experiencia técnica de ingenieros, guionistas, productores y actores que laboraban en la CMQ presidida por Goar Mestre no era despreciable. Después que Castro instauró su feudo, los medios, en particular la televisión, se han convertido en brazo ejecutor de la propaganda política.

La televisión como disfrute para la población sólo funciona cuatro o cinco horas diarias. El resto son programas informativos: noticieros, mesas redondas, discursos, actos y ceremonias oficiales. Es la forma más rápida de mandarlo a uno temprano a la cama, a no ser que se tenga una videocasetera. O se sea aficionado a la lectura, el cine o el teatro; a jugar domino, hacer crucigramas o escuchar la radio extranjera.

(Publicado el 2 de febrero de 2005 en www.cubaencuentro.com)