QUIERO SER COMO MICHAEL MOORE Por Iván García, desde La Habana

Quiero ser como Michael Moore. Sí, envidio y admiro a ese gordo con gorra de beisbol, sobrado de talento y documentales polémicos.

Quisiera ser como él. Poder despotricar sobre su gobierno; atacar monopolios empresariales y hasta mofarse del presidente George W. Bush, un tipo que despierta el deseo de tirarle una trompetilla.

Y el gordo ahí, quieto en base. Nadie lo detiene, ni lo enjuicia, ni lo acusa de mercenario o agente de la inteligencia cubana. Moore, incluso, es capaz de ganar un Oscar con su fabuloso Bowling for Columbine, a pesar de los conservadores que integran la academia de los famosos premios.

Y más todavía: Moore le dice estúpido a su presidente y le acusa de ser socio en diferentes negocios con la familia Bin Laden . Nada pasa. El FBI o la CIA no llaman a su casa a las cinco de la mañana, para encerrarlo por tiempo indefinido en alguna prisión norteña. Al contrario, sigue dando lata y haciendo documentales. Y también ganando mucho dinero. Es hasta millonario.

Es posible que los periodistas Bernardo Arévalo Padrón y Ricardo González Alfonso, entre más de una veintena que han sido encarcelados, hayan sentido también esa sana envidia profesional por Moore.

Hace un tiempo, Arévalo Padrón fue seis años a prisión por el delito de atacar la figura del presidente. El poeta Raúl Rivero, fue condenado a 20 años por publicar una revista y decir abiertamente que el gobierno cubano necesita de un cambio. De nada vale ser cuidadoso en la redacción de una nota, no poner la palabra dictador ni hacer ataques personales a Castro.

Cuando el comandante único se enfada, de seguro que vamos tras las rejas. El periodista Oscar Mario González recientemente fue detenido por decir y escribir cosas que al gobierno le digustan. Castro dice que Estados Unidos, con Bush a la cabeza, es un gobierno fascista. Qué fascismo más raro!

Ni Michael Moore ni Noam Chomsky, o cualquier persona, sea intelectual o no, van a la cárcel por decir o escribir lo que piensan. Una señora, Gloria Rivas, ha creado varios grupos a favor de la liberación de los cinco espías cubanos presos en Estados Unidos y nadie la hostiga. Pagó 60 mil dólares para que el prestigioso diario The New York Times incluyera un anuncio publicitario pidiendo la libertad de los cinco espías.

En la sociedad fascista donde vive Moore, el pastor protestante Lucius Walker recoge ayuda para Cuba y la transporta a la Isla, sin el acecho del FBI. Walker y sus seguidores no esconden sus ideas, están contra el embargo y visten camisetas con fotos del Che. Aún no he leído que algún airado y duro oficial de la CIA los hubiera interrogado y amenazado por tales acciones.

En la BBC ni en la Voz de las Américas he escuchado que al señor Michael Moore le hayan orquestado un acto de repudio por no estar de acuerdo con su gobierno. A pesar de ser una administración fascista, al parecer son más sutiles. En Cuba, nación que según el gobierno es la más democrática del planeta, los actos de repudio -definidos por Raúl Rivero como linchamientos verbales- son práctica habitual desde 1980.

No hace mucho, hordas hostigadas por la Seguridad del Estado golpearon a manifestantes que recordaron el hundimiento por fuerzas gubernamentales del remolcador 13 de Marzo, ocurrido el 13 de julio de 1994 en la Bahía de La Habana y que costó a la vida a 41 personas, incluidos doce menores de edad.

Por demás, en mi democrático país se le niega el permiso de entrada y salida a las personas por su forma de pensar, o por ser familia de un traidor o desertor o cualquier otro calificativo, según el amplio registro que suele usar el régimen para denostar a quienes se le oponen.

Es una contradicción que a pesar de vivir en el país más democrático del mundo, muchos periodistas libres soñemos algún día ser como Michael Moore.
(Publicado en http://www.cubaencuentro.com/ el 5 de agosto de 2005)