EL PERIODISMO NO ME ES AJENO
Por Iván García, desde La Habana
Por Iván García, desde La Habana
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Esa etapa me trae gratos recuerdos. Bohemia, una revista fundada en 1908, era la crema y nata del periodismo cubano. De niño conocí a lumbreras como Enrique de la Osa, Mario Kuchilán, José Zacarías Tallet, Mario García del Cueto, Bernardo Marqués Ravelo, Enrique Capetillo y Jorge Alfonso. A este último le tengo especial estima.
Siempre fui amante del beisbol, en particular del equipo de la capital, Industriales, y Jorge, con sus conocimientos y su claridad didáctica, supo explicarme a fondo muchos detalles de nuestro deporte nacional. Gracias a él conocí a ídolos de mi infancia como Rodolfo Puente y Armando Capiró. Más de veinte años después me siento en el deber de revelar que gracias a Jorge Alfonso me incliné por el periodismo deportivo.
La vida siguió su curso. Mi madre dejó Bohemia y se fue a trabajar al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Yo, debo confesar, era un mal alumno: la escuela me aburría y prefería escaparme a la biblioteca municipal.
Fue allí donde por vez primera leí un libro de poemas. Se titulaba Papel de hombre y había sido escrito en 1969 por el poeta y periodista camagüeyano Raúl Rivero.
En 1980, al terminar el servicio militar, comencé a trabajar contratado como asistente de programas en una redacción de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana, en el ICRT. Gracias a mi madre, en ese entonces realizadora de Puntos de Vista, colaboré con ella proponiéndole temas. Dos de ellos posteriormente resultarían programas muy populares y polémicos: uno sobre el beisbol y otro acerca del servicio militar.
Conocí la experiencia de salir a grabar y hacer entrevistas en la calle y de permanecer horas en una sola de edición, al lado de Alexis Núñez Oliva, humorista a quien también mi madre había invitado, para realizar entre los tres un Puntos de Vista sobre cine, television y video, aprovechando la celebración de un Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Alexis y yo adquirimos nociones de periodismo televisivo. Pero unos meses después quedé cesante y comenzó mi inestabilidad. No me adaptaba a ser plomero o constructor. Quería ser periodista. La oportunidad llegó como regalo de Navidad en diciembre de 1995. Hacía tres meses que mi madre se había sumado a la agencia de periodismo independiente Cuba Press cuando una tarde me llegó la noticia.
Raúl Rivero, el poeta de mi adolescencia, era el director de Cuba Press y aceptó la propuesta de que empezara a escribir. Al principio escribí solamente sobre deportes. Poco a poco lo fui haciendo sobre otros temas de la realidad cubana. Hoy me considero graduado. Gracias a los que me inspiraron, como Jorge Alfonso, y también a los que tuvieron confianza en mí, como Raúl Rivero, cuyas crónicas y artículos han sido verdaderas clases magistrales.
(Publicado en Cubanet el 29 de marzo de 2000)
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