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jueves, 3 de mayo de 2007

EL PERIODISMO NO ME ES AJENO

Por Iván García, desde La Habana


A los 10 años, mis vacaciones escolares transcurrían en la redacción de la revista Bohemia, donde laboraba como reportera mi madre, Tania Quintero. Crecí entre el teclear de la máquina de escribir y los viajes por toda la isla, cuando mi madre, block en mano, realizaba su función periodística.

Esa etapa me trae gratos recuerdos. Bohemia, una revista fundada en 1908, era la crema y nata del periodismo cubano. De niño conocí a lumbreras como Enrique de la Osa, Mario Kuchilán, José Zacarías Tallet, Mario García del Cueto, Bernardo Marqués Ravelo, Enrique Capetillo y Jorge Alfonso. A este último le tengo especial estima.

Siempre fui amante del beisbol, en particular del equipo de la capital, Industriales, y Jorge, con sus conocimientos y su claridad didáctica, supo explicarme a fondo muchos detalles de nuestro deporte nacional. Gracias a él conocí a ídolos de mi infancia como Rodolfo Puente y Armando Capiró. Más de veinte años después me siento en el deber de revelar que gracias a Jorge Alfonso me incliné por el periodismo deportivo.

La vida siguió su curso. Mi madre dejó Bohemia y se fue a trabajar al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Yo, debo confesar, era un mal alumno: la escuela me aburría y prefería escaparme a la biblioteca municipal.
Fue allí donde por vez primera leí un libro de poemas. Se titulaba Papel de hombre y había sido escrito en 1969 por el poeta y periodista camagüeyano Raúl Rivero.

En 1980, al terminar el servicio militar, comencé a trabajar contratado como asistente de programas en una redacción de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana, en el ICRT. Gracias a mi madre, en ese entonces realizadora de Puntos de Vista, colaboré con ella proponiéndole temas. Dos de ellos posteriormente resultarían programas muy populares y polémicos: uno sobre el beisbol y otro acerca del servicio militar.

Conocí la experiencia de salir a grabar y hacer entrevistas en la calle y de permanecer horas en una sola de edición, al lado de Alexis Núñez Oliva, humorista a quien también mi madre había invitado, para realizar entre los tres un Puntos de Vista sobre cine, television y video, aprovechando la celebración de un Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Alexis y yo adquirimos nociones de periodismo televisivo. Pero unos meses después quedé cesante y comenzó mi inestabilidad. No me adaptaba a ser plomero o constructor. Quería ser periodista. La oportunidad llegó como regalo de Navidad en diciembre de 1995. Hacía tres meses que mi madre se había sumado a la agencia de periodismo independiente Cuba Press cuando una tarde me llegó la noticia.

Raúl Rivero, el poeta de mi adolescencia, era el director de Cuba Press y aceptó la propuesta de que empezara a escribir. Al principio escribí solamente sobre deportes. Poco a poco lo fui haciendo sobre otros temas de la realidad cubana. Hoy me considero graduado. Gracias a los que me inspiraron, como Jorge Alfonso, y también a los que tuvieron confianza en mí, como Raúl Rivero, cuyas crónicas y artículos han sido verdaderas clases magistrales.

(Publicado en Cubanet el 29 de marzo de 2000)

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