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viernes, 27 de abril de 2007

Cuando el 25 de marzo de 2007 Magia creó este blog, lo hizo para que en él fuera publicando algunos de los cientos de textos míos -y de mi hijo- diseminados por internet. Pero cuando supe que estaba próxima la liberación de Antúnez, hice una excepción. Ahora hago otra: el Premio Ortega y Gasset que acaba de recibir Raúl Rivero el 25 de abril en Madrid lo menos que merece, por parte de Iván y mía, es que reproduzcamos un texto suyo. He escogido uno de 1997, cuando una inmensa mayoría de cubanos estábamos comiendo muchas de las “creaciones” más abajo enumeradas. Escoger entre tantas cuartillas de periodismo-literario no fue fácil. Estaba a punto de hacer una rifa y pasar en limpio el que saliera, cuando decidí escoger aquél donde más me reí. Y fue éste.

NATURALEZA MUERTA CON MENÚ
Por Raúl Rivero
Algún día sabremos el origen y la composición exacta de muchos de los alimentos que se consumieron en Cuba durante el período especial. Estoy seguro. Lo sabremos.

Una comisión de expertos y politólogos se encargará del asunto. Iluminará esa zona oscura de la vida de 11 millones de personas obligadas a comer sustancias preparadas por técnicos del Ministerio del Comercio Inerior, asesorados por intransigentes cuadros del Partido Comunista. Sabremos por fin qué es el fricandel, qué quiere decir picadillo texturizado, extensión cárnica, perro de pollo y producto sazonador, entre otras cosas.

Esa misma comisión descifrará para las nuevas generaciones de habitantes de la isla un texto como éste que transcribo y que tomé de un diario habanero en el verano de 1997: “Se informa que por falta de disponibilidad de plátanos a las unidades que no han recibido la libra correspondiente al mes de marzo, se les asignará papa por éste, con igual per cápita. Una libra por consumidor”.

Esa dieta forzada, esa uniformidad, la persecución implacable para el sacrificio clandestino de reses, y para lo que se llama aquí pesca furtiva, convocó a las amas de casas a inventos, adaptaciones y compuestos que desafían el equilibrio mental de cualquier ser humano.

Así surgió el picadillo de cáscaras de plátanos, una receta que indica que si usted muele esa corteza verde y pegajosa como si fuera carne, y la sazona con ajo, limón, tomate y cebolla, la puede servir a la mesa como un aceptable plato fuerte.

Otra fórmula que se hizo popular en los 90 es el bistec empanizado de hollejo de toronja. Es decir, el hollejo puesto a hervir para que pierda todo su amargor (no su amargura). Se empaniza y se fríe con un mínimo de grasa y toda la imaginación posible (algunos chefs muy refinados recomiendan que se sirva con unas rodajas de limón y unas papas doradas).

Estos platos los desgusté en las casas de algunos amigos y amigas que los servían con amor, ingenuidad y asombro, porque mezclado con arroz y frijoles, el menú natural en las casas de Cuba, y aderezados con una conversación agradable y despreocupada, podían recordar lejanamente el picadillo y el bistec legítimos confinados todavía a los manteles de los dirigentes y a las cartas frondosas de los extranjeros.

Surgieron entre el 92 y el 94, dos años especialmente duros dentro del período especial, muchas historias siniestras que tienen que ver con la necesidad y la creatividad de los hombres y mujeres de esta tierra. Se habla de unos tipos que vendían pizzas en Centro Habana y en vez de queso blanco a la masa de pan le ponían condones derretidos con mucha sal y un colorete de tomate.

Se cuenta de otros restaurantes clandestinos donde vendían trozos de tela reblandecidos a fuego lento y con mucha cebolla. Éstas y las historias de centenares de gatos desaparecidos al tiempo que aparecían de repente sabrosos fricasés de conejo en muchos sitios de La Habana, pasan ya a la categoría de leyendas populares.

En materia de errores, hubo aportes antológicos en calidades y marcas. El gobierno exportaba un ron de primera y en los bares del país se vendía -se vende- un ron que el mismo Estado le ha dado la categoría C. Entonces surgieron los expertos callejeros y pusieron en el mercado negro, a precios razonables (entre 5 y 10 pesos cubanos), una tanda de marcas que en sus mismos nombres denunciaban la procedencia: azuquín, alcolifán, hueso de tigre, sal’patrás, bájate-el-blume, espérame en el sueño, y otras con aportes regionales.

El primer antídoto contra el hambre del período especial que el gobierno popularizó y diseminó por Cuba fue una hamburguesa elaborada con carne de cerdo y soya. Por la forma del pan y de la masa, así como por el leve pase de catsup que se le unta, algunos empezaron en broma, desde luego, a llamarla McDonald. Poco después se les denominó McCastro.

Y así, están languideciendo ahora, marginadas por la entrada en el mercado de otras hamburguesas de más calidad, que se venden en dólares en establecimientos que el Estado bautizó como Rápidos. Lo cierto es que las hamburguesas Zas (el mismo burócrata obcecado por la velocidad puso los nombres) que se siguen vendiendo a 4 pesos cubanos (1.25 dólares cuestan las del Rápido), resolvieron a muchos el almuerzo y la comida durante meses.

Otro producto que el gobierno lanzó fue un helado de frutas con equipos de tecnología argentina. Eran insípidos y había que mirar fijamente la foto de una naranja para comprender qué era lo que se estaba comiendo. Eso sí, los helados por lo menos estaban fríos. Los equipos argentinos que después el Estado desechó y almacenó, se los vendieron a mediados de 1996 a particulares, nadie sabe por qué.

En manos privadas, las mismas máquinas producían unos helados de primera y enseguida se hicieron populares en la población. Los pequeños propietarios de esas máquinas vendían sus helados a 3 pesos cubanos. En enero del 97, una brigada de inspectors acompañados por la policía, comenzó a recoger los equipos y a confiscarlos. Éste es un caso típico de lo que el economista Orlando Bordón, aludiendo a un refrán español llama al Estado el hortelano: ni vende ni deja vender.

En un momento de crisis total después del llamado Maleconazo del 5 de agosto de 1994, se permitió a la iniciativa privada un pequeño espacio. Y ello, en definitiva, contribuyó a suavizar la situación. Pero en 1997, la ofensiva contra los cuentapropistas es abierta y a fondo. El Ministerio de Comercio Interior se propone establecer un restaurante de la familia por cada municipio y vender comida elaborada y semielaborada. Se trata de competir con los chinchales privados que ahora sobreviven, también bajo el agobio de inspectores, policías y picadores.

La ministra Bárbara Castillo, siempre en la prensa con un pulso y un arete de más, anunció en marzo de 1997 ese plan mágico para resolver lo que según ella es “una de las cuestiones más presionantes para la población: los alimentos”. También junto al plan definitivo número 543 de la temporada, anunció que la carne seguirá extendiéndose. “Una parte importante de los productos cárnicos que adquirimos -dijo- se usan para extenderlos, lo cual es premisa inviolable”. Extendidos es, según la señora Castillo, “incorporarles otros elementos como vegetales, arroz, frijoles y condimentos. No se trata de mezclar por mezclar”.

Vamos entonces a esperar las nuevas combinaciones de los magos del comercio interior y las respuestas de un público que conoce los trucos y están desesperados porque se acabe la función. O por lo menos, que cambien los artistas.

(Publicado en
www.cubafreepress.org el 18 .9.97)

miércoles, 25 de abril de 2007

QUIMERA NEGRA
Por Iván García

A pesar de ser Cuba una isla mestiza, en la escala social el negro siempre ha permanecido en el sótano. Sin aparantes contradicciones raciales y una política institucional donde oficialmente el negro es igual al blanco, muchos se preguntan por qué viven peor y entre ellos hay mayor número de marginales, presos y fracasados. El triunfo para el negro roza con la quimera.

Nadie en Cuba se atreve a debatir acerca del peliagudo tema y las condiciones de vida del negro. Excepto Fidel Castro. Públicamente lo ha planteado en contadas ocasiones. Una de ellas fue el 22 de marzo de 1959. Entonces llamó a un debate nacional y pidió a periodistas e intelectuales su participación en el análisis de las causas del racismo.

El 7 de febrero de 2003, cuarenta y cuatro años después, Castro abordó nuevamente el tema negro. Lo hizo durante la clausura de un congreso de pedagogía. Esta vez no pidió debatirlo. Lo mencionó y reconoció. Es algo.

Puede que al igual que ha ocurrido con los casos de retraso mental y niños bajos de peso y talla, equipos multidisciplinarios de especialistas de todo el país tengan la encomienda de estudiar la situación de los negros en Cuba. Ojalá.

El coronel de San Leopoldo

En la barriada mayoritariamente negra y pobre de San Leopoldo, en el centro de La Habana, a José Ortiz, 70, aún le llaman “el coronel”. Negro color teléfono, de sus ancestros haitianos aún conserva el idioma francés y las interioridades de la religión vudú. Con siete décadas a cuestas, todavía posee el porte marcial de los que alguna vez fueron militares. Su pelo canoso, sus manazas enormes y callosas y su rostro ajado y triste denotan que fue un hombre de trabajo y que en este siglo de internet y globalización es un frustrado. Al menos así él lo cree.

Su historia es la de muchos cubanos que se consagraron a la revolución de Fidel Castro. Antes, en la década 1940-50, cortó caña como si fuese un esclavo. Laboró en casi todos los ingenios del centro y oriente del país: Violeta, Tuinucú, Jaronú, Tinguaro... “Fui a la escuela hasta el segundo grado y mi futuro era la mocha y el trabajo duro”, recuerda Ortiz mientras se quita y estruja con las manos una gastada gorra de beisbol de los Marlins de la Florida.

En la revolución de 1959 vio José Ortiz una esperanza, una posibilidad de ser persona. “Arribé a La Habana en febrero del 61. Me hice miliciano. Luego ingresé en las fuerzas armadas, de donde me licencié con grado de teniente coronel”. Estuvo en todas las aventuras militares de Castro por Africa: Argelia, El Congo, Etiopía y, por supuesto, Angola. Fue uno de los cientos de miles de negros y mulatos a quienes el gobierno cubano, aprovechándose de su raza, utilizó como punta de lanza en las guerras africanas.

“No peleaba por un ideal. Apenas conocía y no me interesaba la situación de los países africanos. Lo hice por lealtad a Fidel. En ese momentos éramos jóvenes e inmaduros y creíamos que era una revolución para los negros. Cuarenta años después no pienso igual. Creo que simplemente fuimos conejitos de indias”, dice Ortiz con amargura contenida.

Si damos crédito al escritor Norberto Fuentes, el general Arnaldo Ochoa habría dicho que dos de los mejores exponentes en las fuerzas armadas, Víctor Dreke y Silvino Colás, llegaron a ser generales por circunstancias, no por mérito.

José Ortiz siente que es un perdedor. Tiene cuatro hijos y ninguno siguió su mismo camino revolucionario. “La hembra fue prostituta, pero tuvo suerte. Se casó y ahora vive en Europa. De los otros tres, varones, dos están en Miami y el menor preso, por un delito de robo con fuerza. Para ellos Fidel Castro es el demonio. En un momento pensé que se habían deformado debido a que apenas tuve tiempo para estar a su lado. Ahora, próximo a la muerte, con pena tengo que confesar que pienso igual que mis hijos”. Y mira resignado al cielo.
Problema negro

La situación del negro y el mestizo en Cuba aparentemente no es un problema. Pero lo es. Desde que en la isla se abolió la esclavitud, en el lejano 1886, el negro no ha avanzado en la pirámide social como debiera. A partir de la instauración de la república, el 20 de mayo de 1902, ha existido un amplio abanico de variantes racistas. Desde la más sutil hasta la más abierta.

Parques, escuelas y clubes sólo para blancos hubo en esa época. En respuesta, los negros se aglutinaron y crearon sociedades, colegios y sectas religiosas. Se trataban unos a otros, pero se sabían diferentes.
En la década de 1940 a 1950 se produjeron notables avances sociales, pese a la discriminación. Con la llegada de Castro al poder se pensó que esas barreras desaparecerían. Al aliarse muy pronto al comunismo ruso, esa idea creció entre la gente negra.

Si en algunos partidos los negros eran líderes era en el comunista. El PSP (Partido Socialista Popular) estaba dirigido por un mulato oriental, Blas Roca. Varios de sus políticos más destacados eran negros o mulatos: Jesús Menéndez, dirigente de los azucareros, asesinado en 1948; Aracelio Iglesias, portavoz de los obreros portuarios, también asesinado; Lázaro Peña, líder sindical; Salvador García Agüero, pedagogo, por muchos considerado el más grande orador cubano y el poeta Nicolás Guillén, un camagüeyano que se afilió al PSP.

Más que débil, Blas Roca fue cobarde y entreguista en su política después de 1959. Sin concesiones entregó el mando de su partido a Fidel Castro y éste lo diluyó y fragmentó a su manera. Si alguna fuerza política hubiera podido clamar con énfasis por el problema de los negros en Cuba, ése hubiera sido el PSP. Porque en sus filas militaban intelectuales negros de primera y blancos de avanzadas ideas que estaban muy lejos de ser racistas. Pero bajaron la cabeza. Y a pesar de que Castro y su revolución han intentado eliminar barreras, la situación del negro sigue siendo un polvorín.

Hasta donde se sabe, Castro no es racista. Pero al igual que un cosmonauta está alejado de la tierra, él lo ha estado de la realidad: siempre ha desconocido lo muy distinta que es la vida del negro cubano. Peca de ingenuo –aunque en su discurso del 7 de febrero del 2003 mostró preocupación, probablemente motivado por el alto porcentaje de población negra y mestiza que arrojó el Censo de 2002.

Caja de Pandora
Son situaciones pequeñas, contradictorias, sutiles que se han ido acumulando con los años y en este tercer milenio se han convertido en una caja de Pandora. Y aquí estamos. En esta Habana descolorida y mestiza, bullanguera y sucia, donde negros, mestizos y blancos caminan rápido, montan en las mismas guaguas y hablan entre sí. Pero existen barreras.

¿Humanas? ¿Mentales? Tal vez las dos. El sociólogo Carlos Pérez, 29, cree que el negro no triunfa como debiera en Cuba porque su camino está lleno de piedras. “Yo estudié en una escuela élite, la Vocacional Lenin. Éramos como 900 estudiantes y los negros y mestizos no superábamos el centenar. Siempre me pregunté ¿por qué?” -y aprovecha para encender un cigarro.

“Luego, al graduarme en la universidad, he iniciado una investigación personal. La respuesta es simple: esta revolución es de blancos, con unos pocos negros y mulatos. Cuando hay algún negro como Esteban Lazo (en ese momento primer secretario del partido en la ciudad de La Habana), es una respuesta política, una evidente manipulación”, afirma el sociólogo.

Según Pérez, estadísticas oficiales reportan que el 60 por ciento o más de la población cubana es negra o mestiza, pero esta superioridad no se revierte en puestos de importancia social. “El 90 por ciento de los ministros, gerentes de empresas importantes, intelectuales destacados, son blancos. Entre las carreras donde existe un mayor número de negros y mulatos es en medicina y derecho, por aquello de que el papá pobre e iletrado siempre soñó que su hijo fuera abogado o doctor”.

Para Carlos, Cuba no es una sociedad racista, pero cohabitan dos mundos que se saben diferentes: uno blanco y otro negro. Si lo dudan, pregúntenle a Roberto Díaz, 36, quien por segunda casa ha tenido la prisión. Sólo tiene sexto grado, escribe con una letra de rasgos infantiles y lee con desesperante calma. Díaz es sinónimo de vida hueca e inútil.

Desde los 14 años ha vivido de prisión en prisión. No culpa a nadie. Ni siquiera a sus padres, quienes se marcharon en 1980, cuando la estampida del Mariel y nunca más supo de ellos. “Sólo sé robar, estafar y estar mezclado en riñas. Me crió una abuela que no tenía un centavo. Cuando crecí y me ví msierablemente vestido, sin dinero, sin novia y sin un futuro, me apropié de las cosas por la fuerza”.

El futuro es una mala palabra para él. Vive el presente. Y de prisa. Mide seis pies y pesa casi cien kilos. Si algo provechoso ha sacado de la cárcel han sido los ejercicios físicos. Es todo músculo. Y lo aprovecha para sus fechorías. Más bien ha vivido pequeños oasis de libertad. Entre los 14 y 36 años, en diferentes períodos, ha permanecido diecisiete años tras las rejas. “Nunca me cuestiono por qué los negros estamos marcados por la desgracia. Es evidente que no tenemos la suerte de los blancos”, dice Roberto con rabia.

Vive de su marginalidad, programando asaltos, apostando, jugando cartas y silot –prohibidos por el gobierno. Anda con prostitutas, gastando el dinero fácil a manos llenas. Cuando le pesca la policía y va a prisión, allí se desenvuelve con habilidad. Es su vieja morada. La promiscuidad, la violencia y la forma de sobrevivir en las infernales cárceles cubanas las conoce a la perfección Roberto Díaz.

De acuerdo con la comisión de derechos humanos presidida por el disidente Elizardo Sánchez, en Cuba hay más de 100 mil presos comunes. Si damos crédito al porcentaje dado por Castro en un discurso ante estudiantes de prevención social, de que el 88 por ciento de los presos son negros o mestizos, la cifra de reos de esas razas sería aproximadamente de 88 mil. Ocho veces mayor que la de los blancos. Y van a la prisión por motivos diferentes. El negro y el mestizo van por intentar sobrevivir en las duras condiciones de la vida cubana.

Aunque de ningún modo se justifica que roben para comer, vestirse, lucir prendas, tener dinero, acostarse con mujeres blancas, poder comprar autos o motos, ir a discotecas, clubes, restaurantes, cabarets como Tropicana y, en general, llegar a ser una “persona solvente”, ésas fueron las respuestas dadas por medio centenar de negros y mestizos encuestados, todos marginales y desocupados.

Con ese fin, provocan los robos más violentos, los asaltos mas sonados y los asesinatos mas aberrantes cometidos en el país por cubanos que en la mayoría de los casos son descendientes de africanos o mezclados con éstos.

El delito de los blancos, según el sociólogo Carlos Pérez, suele ser de otro tipo: matarifes (robar y matar reses), desvío de recursos, estafa, corrupción y un sin número de delitos de cuello blanco. “Son tipificaciones distintas. El negro roba para vivir lo mejor posible. El blanco para tener aún más y enriquecerse. Hasta en la prisión se notan las diferencias. Son distintos”, asegura.
Es cierto que las fechorías mas deleznables suelen cometerlas los negros. Rara vez ellos son gerentes ni dirigentes de instalaciones donde se mueven grandes sumas de dinero, ya sea en pesos o en divisas. Por lo tanto, sus robos casi siempre son de corte violento.

martes, 17 de abril de 2007

DEL MUNDO DE UN ESCRITOR DE CANCIONES
Por Tania Quintero, desde Lucerna

Si hay un compositor afortunado ése es Jorge Luis Piloto Alsar, nacido un 15 de enero en Cárdenas, Matanzas, y residente en Miami desde 1980. Celia Cruz le cantó tres canciones, pero la que casi nunca dejó de incluir en sus conciertos ni en sus grabaciones fue Que le den candela (las otras dos fueron Ella tiene fuego y Pa’rriba no va).

En 1991, coincidiendo con el inicio de la Guerra del Golfo, Gilberto Santa Rosa le estrena Perdóname, que comienza diciendo: “Pido la paz para esta guerra…”. Perdóname aparece en el álbum conmemorativo de los primeros veinte años de carrera del puertorriqueño (1979-99) y a partir de entonces está presente en casi toda su discografía.

Oscar de León le puso sabor a Todo tiempo pasado fue mejor y Por qué será (por qué será, no entiendo por qué será, que el mundo no es parejo, por qué sera, que a la gente mala no le pasa nada, gozan y se mueren viejos en la cama). Gloria Estefan hizo suya Hablas de mi y en dos compactos la incluyó -uno de ellos Mi tierra. Lolita vistió de gitana a Me estoy cansando y en sus discos de 1991 y 1993 se puede escuchar.

Pero nada de eso saben los vecinos de Romay entre Monte y Zequeira, en la habanera barriada de El Pilar, donde en los años 60 y 70 viviera Jorge Luis. Los más viejos lo recuerdan alto y flaco, siempre con una guitarra. Cuando no estaba inventando canciones, estaba viendo la pelota por la tele, en un aparato soviético ubicado debajo de la escalera de la barbacoa del cuarto que compartía con Beba, su mamá, y Juan Carlos, su único hermano. Si en el Estadio del Cerro, jugaba su equipo, Industriales, allá se iba, solo o con algún muchacho de la cuadra. Sigue siendo fanático al beisbol, ahora de los Marlins.

Por supuesto, en Cuba se desconoce que Jorge Luis Piloto en 1993 fue seleccionado Compositor Latino del Año por la Asociación de Autores y Escritores Americanos (ASCAP). Y mucho menos que en la Sony primero y en la Warner Brothers después, fue director A&R (artistas y repertorio), encargado de coordinar los discos, su concepto y contenido asi como sugerir la firma de nuevos artistas. Desde 2002 firmó un contrato editorial exclusivo con la Universal Music, compañía que en su catálogo, entre otros, tiene a U2, Elton John, 50 Cent, Mariah Carey, Prince, Diana Krall, Ice Cube, The Corrs, Anastacia, Paul Simon y Gloria y Emilio Estefan.

Discos, canciones e intérpretes

En 1985 su canción Por ella fue nominada a los Grammy, cuando todavía no se había creado una edición especial para la música latina. En años siguientes, a los Grammy Latino han sido nominadas: Cómo olvidar (Olga Tañón, 2001); Quítame ese hombre (Pilar Montenegro, 2002, durante trece semanas número uno en los Billboard de Estados Unidos); La salsa vive (2003, coescrita con Sergio George y con la participación de Celia Cruz, Gilberto Santa Rosa, Cheo Feliciano, Ismael Miranda y Tito Nieves); Creo en el amor (2005, letra a dos manos con Raúl del Sol, cantada por Rey Ruiz) y en 2006, categoría Mejor Canción Tropical, Esa boquita, binomio Jorge Luis Piloto-Yoel Henríquez, interpretada por Tito Nieves.

Entre las canciones que han permanecido en listas de éxitos se encuentran Cómo se cura una herida (Jaci Velázquez); Fabricando fantasías (Tito Nieves) y Falsas esperanzas (Christina Aguilera), número uno en México al ser tema de la telenovela “Como en el cine”. En 1992 La Mafia, banda latina de Texas, vendió más de un millón de discos con Estás tocando fuego.

Otros artistas que han grabado una o varias composiciones suyas han sido Andy Montañez, Jerry Rivera, Ednita Nazario, Lourdes Robles, Yolandita Monge, Millie, Víctor Manuelle, Willy Chirino, Rubén Blades, Pablo Montero, Frankie Negrón, Anaís, Tito Rojas, Danny Rivera, Cheo Feliciano, Sophy, Nelson Ned, Brenda K. Starr y La India, quien en Soy diferente (compuesta por ella, Sergio George y Jorge Luis Piloto) hace dos versiones, una en reguetón y otra en salsatón (fusión de salsa y reguetón).

Olga Tañón no siempre canta igual Cómo olvidar: unas veces balada, otras merengue. El pianista Arthur Hanlon, vinculado a la música latina como en el pasado lo estuvo Stan Getz, en su repertorio ha incluido Quítame ese hombre, popularizada por Pilar Montenegro como balada o música norteña (género regional mexicano). En su primer disco, Corazón enamorado, la boricua Kiuldret canta Quítame ese hombre en reguetón. En el compacto Strictly Mambo, The New 101 Strings Orchestra va más lejos y toca Perdóname a ritmo de mambo.

De las diez canciones de Más de mi, disco de Charlie Cruz, nueve son de Jorge Luis Piloto y una, Déjala que baile, el puertorriqueño la grabó en salsa y salsatón. Igual había hecho en 2003 Lourdes Robles con Sensaciones: de los once números, diez son de Piloto, entre ellos, Que dios se apiade de mí, balada y salsa.

Perseverancia

P: El crítico estadounidense Steve Huey, de All Music Guide, te presenta así: “Productor, productor ejecutivo y director. Compositor que acumula una larga y prolífica carrera como ‘hitmaker’ (realizador de hits) en la música popular latina”. Acierta con esta presentación?

R: Acierta, y lo digo sin arrogancia, porque cuando miro en retrospectiva estos veinte años de carrera, no dejo de sorprenderme por todo lo realizado. Para mi es mucho más de lo que esperaba. Quizás para otros sea poco. Todo depende de las expectativas de cada cual y con quién se compare.

P: Sales de Cuba en 1980 por el puerto del Mariel, llegas a la Florida y en menos de diez años comienzas a hacerte famoso. Varita mágica o mucho tocar puertas hasta que una se te abrió?

R: Perseverancia ante todo, fe en ti mismo, no creerte dueño de la verdad, saber escuchar las críticas, tocar muchas puertas y estar preparado para que te digan no.

Mi maestro de guitarra en Cárdenas me dijo un día: “Preparáte siempre para otro intento después del fracaso. El éxito te probará que vale la pena”.

La primera puerta me la abrió Lissette Alvarez, esposa de Willy Chirino e hija de Olga y Tony, dúo muy conocido en Cuba en los años 50. Ella me grabó mi primera canción, A veces, y fue mi madrina en Puerto Rico, pais donde empecé realmente a dar a conocer mi música.

P: Qué recuerdas de aquella noche de 1979, cuando subiste al escenario del teatro Karl Marx a recoger un premio en la primera edición del concurso dedicado al maestro Adolfo Guzmán? Quedaste satisfecho de la versión “jazzeada” que hizo Bobby Carcassés de tu canción Decir tu nombre?

R: Mi recuerdo del Adolfo Guzmán fue un poco amargo, debido a mi inexperiencia. Cuando me avisan que Bobby Carcassés interpretaría la canción y el arreglista sería Paquito D’Rivera, en vez de alegrarme me asusté, porque la canción era estilo Nueva Trova y esa propuesta “jazzeada” me preocupaba al extremo que pedí no participar en el concurso, lo que me fue negado y tuve que aceptar las reglas del juego.

Mi opinión no contó para nada. Por eso cuando me dan el premio de la revista Bohemia no lo aprecié como debía. Pero hoy a la distancia lo agradezco.

P: Si es correcta la revisión que hice por internet de más de 600 discos donde se incluyen letras tuyas, en 1987 Carlos Vives lanza No podrás escapar de mi, con cuatro canciones de tu autoría; la que da título al disco, Más que tu no hay nadie, Quédate aquí y Amigo mío. Fue ésa tu primera participación en un disco?

R: No, mi primer disco fue con Lissette, en 1984. Lo que pasa es que ha pasado bastante tiempo. Lo de Carlos Vive vino después.

P: Sabías que entre las primeras letras tuyas difundidas por la radio y la televisión cubanas (pero sin darte crédito) se encontraba Mi mundo, en la voz de Luis Enrique?

R: Sí, lo sabía, porque en esa época cuando Luis Enrique se encontraba con orquestas cubanas de gira por el exterior, ellos se lo decían y él les respondía diciéndoles que la canción era de un cubano, lo que les agradaba.

Mi mundo es una de mis canciones favoritas y es un poco autobiográfica. Todavía se escucha en la radio.

Versatilidad

P: La mitad o más de tus intérpretes son mujeres. Sin embargo, sólo he descubierto una canción tuya con nombre de mujer, Lucía, cantada por Luis Enrique en 1990. Para quién es más fácil escribir, para las damas o para los caballeros?

R: Nunca escribo pensando en hombres o mujeres, sólo escribo. Cuando llegué a Estados Unidos fue que me encontré con el término “comercial”, que es lo que la radio considera programable.

Cuando a un artista le gusta una de mis canciones, a veces el cambio de género daña mucho la idea original o se siente forzada la letra. Eso me hizo empezar a escribir “pensando como mujer”.

Recuerdo que una vez estaba escribiendo un tema para Yarenis, una niña de 12 años, y una de las canciones se titulaba Loca. Mientras la componía, mi suegra me miraba con recelo, hasta que no pudo más y me preguntó qué era lo que estaba haciendo. Mi respuesta fue un ataque de risa, al darme cuenta de lo sospechoso que sonaba cantando “Loca soy, loca sí, loca de amor por ti…”.

Con el tiempo me arriesgué y escribí canciones como Quítame ese hombre.

P: Una de tus canciones más grabadas es Por ella? El último en incorporarla a su repertorio ha sido David Bustamante, pero parece que entre las versiones más solicitadas se encuentra la del dueto José José-José Feliciano.

R: Por ella fue mi primer gran éxito, coescrito con Rudy Pérez. Y, sin dudas, es el tema nuestro que más versiones tiene. Esta canción, además, nos dio la primera nominación a un Grammy, en 1985.

P: Aparecen canciones tuyas en los géneros más diversos: pop latino, disco, reguetón, baladas, boleros, guarachas, salsa (en todas sus variantes), bachatas, merengues, cumbias, rancheras, música norteña. Te han cantado en ingles (What I’d do with the pain, Maggie Márquez) y en portugués (Tira ela de mim. Alexander Pires). Cuando creía haber descubierto toda tu versatilidad, descubro Navidad Latina (1988), un disco donde tu número, Regalo de Navidad, aparece al lado de otros de José Feliciano, Bobby Capó, José Luis Perales, Pedro Flores, Luis Aguilé y Rafael Hernández. Mas ahí no terminó mi asombro: dos canciones infantiles tuyas forman parte de Puras para niños (2003), cantadas por El Morro, de México.

R: Escribo mucho, pero mi mayor temor es repetirme. Creo que es algo que le pasa a todo compositor. Para evitarlo, incursiono en otros géneros. Asi logro romper la monotonía y evito la repetición.

P: A no ser en Isla desnuda, que Chayanne canta en su disco Provócame (1992), el mar no está demasiado presente en tus letras. Y es raro, porque tienes raíces en la costa norte de España, en Cantabria; naciste en un pueblo marino, pegado a Varadero; viviste una década -que no sé si fue prodigiosa- en La Habana (y aunque no te bañaste en el malecón, te sentaste muchas veces en su muro) y desde hace veintiséis años resides en Miami, con el mar a la vuelta de la esquina.

R: Ahora que lo mencionas, me doy cuenta y no tengo una explicación. Me encanta el mar, vivir cerca de él. Tu observación me hará escribir sobre el mar y tu serás responsable.

Por otra parte, aunque no lo creas, me he bañado en el malecón, frente al hotel Riviera, con la gente del Pilar.

Una sola Cuba

P: Pese a todo, la música cubana goza de buena salud. En todas las épocas y dictaduras (Machado, Batista, Castro) los compositores y músicos cubanos no dejaron nunca de inspirarse y cantar. Y por el mundo esparcieron lo mejor de nuestros ritmos: danzón, son, chachachá, rumba, guaguancó, bolero, mambo, guaracha, jazz latino -y de la salsa no se puede hablar sin mencionar a Cuba. Qué tu opinas de la política llevada a cabo por el gobierno cubano y por determinados sectores del exilio, intentando impedir que artistas de una y otra orilla puedan realizar proyectos conjuntos y tratando de ejercer censura hacia su obra?

R: Estoy completamente opuesto a crear divisiones entre cubanos. Para mi hay una sola Cuba y está formada por los cubanos de adentro y de afuera de la Isla.

Si el gobierno cubano se empeña en prohibir a Celia Cruz y los del exilio a Los Van Van, por poner un ejemplo, ésa es su debilidad.

Siempre recordaré con cuánta tristeza Celia me contaba que cuando su madre falleció, en 1962, el gobierno cubano le prohibió viajar para enterrarla.

Cuando por fin desaparezca este horror de 47 años, las generaciones venideras no recordarán la revoluión, sino recordarán a Celia Cruz y a Los Van Van.

A modo de epílogo

Como ahora están de moda los blogs, por qué no terminar con el fragmento de uno donde sin mencionarlo, está presente Jorge Luis Piloto? Lo colgó en la red el ingeniero venezolano Oswaldo Aiffil, de 44 años:

“Cuando decidí partir a la Isla Margarita la tenía en mente. Luego la escuché en la radio. Después, en la isla, en varios espectáculos la tenían en su repertorio. Me gusta de verdad esa canción. La canta el nicaragüense Luis Enrique y se llama Mi mundo. Entre verso y verso de la canción les iré contando algunas de mis experiencias en esa isla de ensueño situada al noroeste de Venezuela, en aguas del Mar Caribe”.

Mío, yo tengo un mundo mío,
de grandes desafíos,
de eterna evolución.
Raro, inmensamente humano,
de paz y sobresaltos,
extraño, pero mío.

Mi mundo es complicado,
difícil de explorarlo,
difícil de vivir,
pero es mío.
Es el mundo mío
lleno de triunfos y fracasos,
virtudes y pecados…

viernes, 13 de abril de 2007




Exclusivo

ANTÚNEZ, LA DIGNIDAD HECHA HOMBRE
Antúnez

Ojalá la noticia sea cierta y que cuando este trabajo aparezca en mi blog, Jorge Luis García Pérez, más conocido por Antúnez, haya sido puesto en libertad.

Un día de diciembre de 2002, al finalizar una conferencia de prensa de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil de Cuba, en casa de Martha Beatriz Roque Cabello, conocí a Berta y Alejandro, hermana y cuñado de Antúnez.

Nos tiramos una foto delante de una bandera cubana que tenía prendida fotos de prisioneros de conciencia, entre ellas la de su hermano. A Antúnez lo habían trasladado para el Combinado del Este, en La Habana, y no faltaba mucho para la próxima visita. Aproveché para hacerle una carta y enviársela con Berta. Como la correspondencia a los presos es revisada, fui cuidadosa y prácticamente me limité al supuesto parentesco entre los dos: mi segundo apellido es Antúnez y toda mi familia materna es de Sancti Spiritus, cerca de Placetas, de donde son ellos.

A continuación reproduciré su carta, después otro comentario mío y fragmentos de su autobiografía, de su libro Boitel Vive Testimonio desde el actual presidio politico cubano, con prólogo de Huber Matos, presentado en Buenos Aires en diciembre de 2004 por Gabriel Salvia, director general del Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina (CADAL), y Hans Blomeier, representante en Argentina de la Fundación Konrad Adenauer de Alemania.

Pedro Luis Boitel, muerto en huelga de hambre el 25 de mayo de 1972

Antúnez redactó la carta en una hoja rayada con tres huecos, de ésas que se ponían en carpetas con argollas, tan utilizadas por los estudiantes de la superior y bachillerato, y que a precios módicos vendían en Ten Cents, librerías y quincallas.

Como todos los presos, escribió sin dejar margen, aprovechando al máximo las 33 líneas, por las dos caras. Su letra, de molde, es muy legible. La hoja la envolvió en un pedacito de papel blanco, que no sé cómo lo pudo pegar, y por fuera escribió

Para: Tania Quintero
Periodista Independiente
De: Antúnez
(En el medio puso su firma)
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Miércoles 15-01-03

Sra. Tania Quintero Antúnez

Apreciable hermana y compañera, ayer recibí su carta que me alegró sobremanera, puesto que resulta grato y alentador para un preso leer una carta, máxime cuando la escribe alguien de quien se tienen buenas referencias y la mejor de las impresiones. Quiera nuestro único Dios que cuando ésta llegue a sus manos disfrute de salud al igual que toda su familia, que la gracia y bendición de nuestro Señor se derrame siempre sobre todos.

Hermana, por lo que me cuenta y pude apreciar en relación a su genealogía y ascendencia, nuestros vínculos consanguíneos en alguna rama o generación coinciden, pues estando en la prisión “Nieves Morejón” (Provincia S. Spiritus) conocí a unos primos de mi papá que vivían en Cabaiguán (no lejos de Tuinicú), lamentablemente por determinadas causas y factores ajenos a mi responsabilidad, los familiares por línea paterna que conozco constituyen un núcleo reducido y cercano, si comparamos la extensión de nuestro árbol genealógico.

Me dice en su atenta carta que en uno de sus artículos me mencionó, y además me pide que le escriba para continuar haciéndolo, creáme que no me resulta fácil tal tarea, porque entre otras cosas temo caer en la inmodestia o alguna forma de egocentrismo, cualidades que tanto detesto y que no están en correspondencia con quienes luchamos y resistimos. Cada uno de nosotros sólo somos un soldado de la patria aportándole un granito de arena a esta bella y sagrada obra que es la lucha por la libertad de nuestro pueblo. En cambio, no voy a negarle que me gusta mucho escribir y más en lugares como éstos, donde la pluma constituye una herramienta de combate, porque considero que el mantener la postura y dignidad de preso político, así como las denuncias de cuantas violaciones a los derechos humanos, son aquí nuestros inmediatos objetivos. No obstante, me gustaría contra con su ayuda y colaboración en lo que respecta poner al desnudo ante el mundo y la opinion pública las masivas, flagrantes y sistemáticas violaciones que a la persona y dignidad humanas se practican con cotidiana impunidad.

Nos agradaría mucho que se escribiera sobre el Presidio Político (cubano) Pedro Luis Boitel, PP-PLB, agrupación de opositores encarcelados que fundamos a mediados del año 1995 en la Prisión Especial Kilo 8 (Camagüey), de cómo esa experiencia se ha extendido a no pocas prisiones del país, siendo una trinchera de lucha y resistencia y una incallable y digna tribuna de denuncias. Sobre la conformación del grupo y demás detalles puede acudir a mi hermana (Berta Antúnez). Ella además de suministrarle datos le puede facilitar muchos escritos al respecto. El Directorio Revolucionario Democrático con sede en Miami es en el exilio nuestro representante y vocero, por lo que ellos pueden brindarle la información que necesite sobre el PP-PLB. En estos días comenzaré a escribir un anecdotario sobre mi vida en prisión, que le haré llegar poco a poco.

El próximo 28 de enero nuestro grupo realizará diferentes actividades de corte cívico-contestario, así como un ayuno de 24 horas en el que en primerísimo lugar rendiremos un patriótico homaneja al más grande de todos los cubanos, nuestro Apóstol José Martí, y en segundo lugar a la fundación ese día, pero de 1998, del Movimiento Nacional de Resistencia Cívica “Pedro Luis Boitel” (MNRC-PLB), agrupación opositora que alberga en su seno a presos políticos, disidentes y sus familiares. Hace apenas unos días, el PP-PLB en el Combinado del Este emitimos un documento, rubricado por todos. Hace un llamado a las organizaciones de la oposición interna a que se sumen al homenaje.

El próximo 15 de marzo cumplo 13 años de ininterrumpida prisión. 13 años de crueles tratos, ensañamientos y todas las formas de represión, así como de forzosos destierros y humillantes prohibiciones. 25 años, 5 meses y 15 días era mi edad al ser arrestado, hoy tengo 38 años de edad, lo que quiere decir que he dejado prácticamente mi juventud entre celdas y barrotes. Estos años han sido duros y difíciles, a tal punto que aún no he podido ni tan siquiera pensar en el matrimonio o formar una familia, anhelo de toda persona sensata y civilizada. Pero siento el modesto y patriótico orgullo de haber abrazado la causa más noble y justa de todas. Mi mayor orgullo es que no han podido ni podrán jamás doblegarme, que gracias a Dios hoy no soy un autómata sino un ente que piensa y actúa con cabeza y voz propia, que si de algo tengo que arrepentirme es el no haber comenzado antes, porque si volviera a nacer haría lo mismo.

Bueno, hermana, concluyo la presente no sin antes saludar a toda su familia y ratificarle todo mi afecto y admiración.

Le abraza,

Antúnez (y al lado su firma)


Esa carta fue uno de los muchos papeles que saqué de mi casa entre el 18 y 20 de marzo de 2003. La guardé en casa de una amiga y cuando tuve oportunidad, se la envié a su hijo a Miami, para que me la guardara. En noviembre de 2004 me la remitió por correo. Uno de los pocos documentos y recuerdos personales que pude salvar y, de momento, que he podido recuperar.

Aunque la carta de Antúnez tiene fecha 15 de enero de 2003, hasta un mes después no la tuve en mis manos. Dispuesta estaba a hacer algo por él y el presidio político cubano cuando llegó el zarpazo de la represión. Unos meses después, mi salida de Cuba.

Ya en Suiza, en el exilio, en todas las oportunidades que tuve, no olvidé a Antúnez. Da fe este fragmento:

A la hora del recuento no se puede prescindir de los compatriotas que conforman el exilio cubano, no importa dónde vivan ni cuáles sean sus puntos de vista. Los de adentro y los de afuera deben ser vistos como un TODO, a pesar de ser el nuestro un pueblo dividido. Un pueblo, valga decir, donde en una y otra ribera habitan mujeres y hombres que han vivido y viven el infierno de las cárceles de mi país y que hoy resumo en dos nombres: Pedro Luis Boitel, mártir del presidio político cubano, y Jorge Luis García Pérez, Antúnez, el cubano que en estos momentos más tiempo lleva encarcelado por sus ideas. Muchas gracias.
(Final de las palabras pronunciadas en el panel “Crisis de los derechos humanos en Cuba”, organizado por Freedom House y celebrado en uno de los salones del Palacio de las Naciones de Ginebra, el 31 de marzo de 2004).

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DE SU AUTOBIOGRAFIA

Nací en Placetas el 10 de octubre de 1964, en el seno de un hogar humilde. Se nombran mis padres Rubén Antúnez Lavallet y Alejandra García Pérez, los dos de origen obrero. Mi infancia transcurrió de forma normal, en lo que se refiere al desarrollo físico e intelectual, pero la situación económica de mi hogar y el precario estado de salud de mi madre hicieron que mis estudios transcurrieran en seminternados e internados. Mi rendimiento académico fue notable en letras e historia.

Mis primeras inquietudes políticas afloraron cuando me encontraba en el preuniversitario, donde tuve la dicha de conocer, aunque de forma parcial, varios artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y discernir la aguda falta de derechos y libertades a que están sometidos los cubanos. Conocer esos artículos me llevaron a rechazar el adoctrinamiento y demagogia que se impartía en clases. Por esta razón fui conducido ante la presencia del claustro de profesores y la dirección. En duodécimo grado comprendí que me era imposible pasar a la educación superior y que mi viejo anhelo de estudiar Derecho se había tronchado. Además, tenía imperiosa necesidad de comenzar mi vida laboral y de esa forma ayudar en el sustento de mi hogar, en el que éramos cuatro hermanos sin otra ayuda que la de mi enferma madre.

Así las cosas, me desempeñé en los más disímiles y fatigosos empleos, como machetero, constructor y agricultor. Pasé varios cursos de capacitación en balde, al no conseguir luego plaza y en más de uno de estos empleos fui expulsado por expresar mis puntos de vista políticos. Fue el caso de la Central Electronuclear de Juraguá, Cienfuegos, donde después de llevar más de seis meses laborando me dieron de baja, porque en una investigación realizada me consideraron “desafecto al proceso”. Mi negativa a militar y cotizar en las organizaciones políticas y de masas hizo que me clasificaran como “alto potencial delictivo”.

A fines de 1983 me encontraba con unos amigos en la Plaza XX Aniversario de Placetas, disfrutando de unos festejos y empezamos a comentar y debatir los sucesos de Granada. El tema y la diversidad de opiniones acaloró la discusión. En un momento dije que “el responsable de las veintitrés víctimas cubanas allí había sido Fidel Castro”. Acto seguido fui golpeado y detenido por agentes de la Seguridad del Estado y la policía, a rastras me llevaron hasta un carro patrullero y conducido a una unidad policial, donde volví a ser golpeado. Horas más tarde me condujeron al departamento de instrucción de la Seguridad del Estado, en la carretera de Camajuaní a Santa Clara. Se me abrió un expediente, un acta de advertencia y “milagrosamente” fui puesto en libertad.
Tenía 21 años y a partir de ese momento commencé a padecer y conocer los efectos de una constante persecución política.

El 15 de marzo de 1990 de nuevo me encontraba en la Plaza XX Aniversario, esta vez para escuchar el discurso de Raúl Castro, desde Santiago de Cuba, con motivo del llamamiento al IV Congreso del Partido Comunista. Aproveché para hacer una arenga política: “No queremos comunismo, el comunismo es un error y una utopía, queremos y necesitamos reformas como las que se efectúan en Europa Oriental”. Entonces fui embestido por provocadores y agentes de la policía y la Seguridad del Estado, quienes me propinaron una salvaje paliza ante todos los allí presentes, haciendo caso omiso de las protestas. Fui conducido a la unidad de la policía, nuevamente golpeado y después conducido a la Seguridad del Estado, donde se me acusó e instruyó por el llamado delito de “propaganda enemiga oral”.

En junio de ese mismo año, 1990, me encontraba en la Prisión Provincial de Villa Clara cuando recibí la petición fiscal de seis años. Me declaré en huelga de hambre. En el mes de julio fui conducido a la sala de delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Provincial de Villa Clara y juzgado en la Causa 4/90 por el delito de “propaganda enemiga oral” y sancionado a 5 años de privación de libertad. Fui trasladado a la prisión Alambradas de Manacas, famosa por sus atropellos y abyectas condiciones. A principios de septiembre fui sometido a una brutal golpiza, al ser tildado de promotor y cabecilla de las actividades opositoras, como rechazar la comida, hacer denuncias y principalmente por distribuir pancartas y letreros.

El 19 de febrero de 1991 me declaré en rebeldía o “preso plantado” en unión del preso político Iván Espinosa Pérez, negándonos a vestir el uniforme carcelario y a acogernos a las actividades de “reeducación”. Esa mañana a los dos nos dieron una de las golpizas más despiadadas y atroces de las tantas que allí han tenido lugar. La golpiza fue dirigida por el jefe del penal, Mario Ramírez Santana. Cuentan los que la presenciaron, que participaron veintidós militares que se disputaban la oportunidad de golpearnos. Recibimos serios hematomas y contusiones en diferentes partes del cuerpo. Al no lograr que vistiéramos el uniforme, por separado nos ubicaron con sendos pederastas psicópatas, pero se vieron obligados a sacarnos ante la digna actitud del resto de los reclusos, de los propios pederastas y de nosotros.

Fui trasladado para la Prisión “El Pre” y ubicado en una inhóspita e incomunicada celda, sin derecho al sol, asistencia médica ni visitas familiares. Se me permitió una consulta ante insoportables dolores de muelas . A los nueves meses se me permitió coger sol.

El 7 de abril de 1992 fui trasladado nuevamente a Alambradas de Manacas. En septiembre, la Seguridad arbitrariamente disolvió la organización del presidio político y sus miembros diseminados entre los presos comunes. Los presos políticos Jorge Félix Ruiz Echevarría, Lenin Córdova García y yo nos declaramos en huelga . Varios días después de comenzada la huelga fui ubicado en una sala de la enfermería donde horas antes pernoctaban tuberculosos, atado a una cama y alimentado a la fuerza. Córdova García y yo fuimos trasladados al Hospital Militar de Santa Clara. Cuando mi hermana se enteró se apareció en el hospital y en la recepción le negaron mi paradero, pero ante sus lágrimas y sus súplicas, la recepcionista le confesó que nos encontrábamos allí, pero que por órdenes de la Seguridad estaba prohibido revelar nuestra presencia e incluso registrarnos en el libro de pacientes. También le comunicó que nuestro estado era grave.

Permanecimos en huelga por espacio de veintisiete días. Dos semanas después y sin recibir ningún tratamiendo médico para la recuperación, fui trasladado a la prisión Las Grimas, en Placetas, donde existía un regimen similar al de los campos de concentración y exterminio masivo de la Alemania nazi.
Agotadoras jornadas de trabajo y deplorables condiciones de vida. Debo mencionar que por esa fecha mi madre se encontraba hospitalizada en grave estado, a solo 5 kilómetros del lugar, y se me negó visitarla.

El sábado 17 de octubre me fugo, desatándose una gran cacería. La noche de mi evasión se personaron en mi casa los oficiales del DSE, teniente Boris Luis Arribas y los capitanes Raúl Fernández y Raúl Yanez Marín, quienes pistola en mano llegaron al lecho de mi moribunda madre y le dijeron: “Señora, entregue a su hijo, porque si lo capturamos le daremos un tiro en la cabeza, y si se lanza al mar hemos dado a los guardafronteras la orden de teñir de rojo al mar con su sangre”.

Dado su delicado estado de salud, esas palabras precipitaron su muerte. Es por ello que culpo al Departamento de Seguridad del Estado de Santa Clara y a las personas antes mencionadas, del fallecimiento de mi madre, ocurrido semanas después del hecho relatado.

A la mañana siguiente de haber cometido ese acto de alevosía, fui capturado cuando me encontraba en casa de un amigo. Se me esposó por la espalda y luego se me azuzó con un perro. Aún conservo en mi cuerpo las huellas de tan cobarde acto. Sangrando a borbotones y con un intenso dolor, fui conducido a la Seguridad del Estado en Santa Clara. A las dos horas me llevaron al hospital militar, donde me hicieron una superficial cura de las heridas, sin indicarme ningún tipo de analgésico, antinflamatorio o antibiótico.

Me encontraba en la Prisión Provincial de Villa Clara cuando mi madre falleció de un infarto cardíaco, el 19 de noviembre de 1992. Me negaron el derecho a asistir a sus funerales. El 7 de diciembre , junto a los presos políticos David Flores, José Efigenio Valladares y Lázaro Reyes Broche, realizamos una huelga de hambre de carácter político y por tiempo indefinido.

El carácter de dicha huelga y las demandas exigidas provocaron alarma en las autoridades. Fuimos separados y distribuidos por otras prisiones. Llevaba nueve días en huelga de hambre y sed cuando fui conducido a la prisión Alambradas de Manacas. Al llegar, enseguida supe que se le habían dado órdenes a reclusos para que nos provocasen e incluso nos alimentaran por la fuerza, una práctica común en esta prisión, donde tratan de predisponer a los presos comunes y los políticos. Pero en honor a la verdad esa estrategia nunca ha dado resultado, porque el delincuente común, lejos de hostilidad, nos muestra apoyo y simpatía, al ver en nosotros a defensores de sus derechos.

Unos meses después, fui conducido y juzgado en la Causa 5/93, por los delitos de “sabotaje en grado de tentativa” y “propaganda enemiga”, con una sanción conjunta de 15 años de privación de libertad, que comenzaría a cumplir el 20 de mayo de 1993, fecha que se hizo firme la sentencia.

Cuando en 1994 ocurre el hundimiento del remolcador “13 de Marzo” emito una protesta y soy amenazado de subvertir el orden. El 13 de agosto efectuamos un ayuno, por cumplirse el primer mes del hundimiento y porque ese día cumplía años Fidel Castro, principal responsable del crimen.
Una madrugada vino a mi celda un oficial que en tono provocador me dijo: “Negro contrarrevolucionario, continúa con esa posición rebelde y recalcitrante contra nosotros y el régimen, que el día menos pensado sales a dar un viaje sin regreso y amaneces con la boca llena de hormigas. No te olvides que nosotros tenemos el poder y la fuerza y tú ni tan siquiera tienes familia”.


“ADORO EL ANONIMATO”
Entrevista de Tania Quintero a Canek Sánchez Guevara,
nieto mayor del Che.
Hace casi veinte años oí hablar por primera vez de Canek Sánchez Guevara. Corría la década de los 80 y mi hija, terminados sus estudios de bibliotecaria, durante unos meses adquirió experiencia laboral en la Casa de las Américas. Ya Haydée Santamaría se había suicidado, pero tuvo oportunidad de conocer de cerca a Hilda Guevara Gadea.
Recuerdo que mi hija me habló muy bien de Hildita, resaltando su sencillez y total ausencia de superficialidad en su trato. No habría pasado una semana cuando me dijo que ella tenía dos hijos: Canek y Camilo. La vida siguió su rumbo y en 1995 nos enteramos que Hildita había fallecido de cáncer. La pena me invadió y mi primer pensamiento fue para sus hijos: ¿tendrían padre y familiares que les proporcionaran el siempre necesario calor maternal?
1995, el año en que murió la madre de Canek, fue definitorio para mí: decidí no seguir siendo periodista oficial y me declaré independiente, formando parte de la agencia Cuba Press, recién fundada por Raúl Rivero. Ocho años después, en noviembre del 2003, llegaba a Suiza como refugiada política.
Tenía casi olvidados a los dos hijos de Hilda Guevara cuando una noche de octubre del 2004, rastreando la prensa por Internet, descubrí en la revista mexicana Proceso fragmentos de un texto que Canek Sánchez Guevara le había dirigido a Homero Campa, excorresponsal en La Habana. Tras varios días intentándolo, no logré conseguir el documento completo. En eso Fidel Castro se cayó en Santa Clara —significativamente delante de la estatua de Ernesto Guevara— y mi interés por el escrito de Canek decayó.
Pero de repente, en enero del 2005, en Cuba Nuestra, sitio de exiliados cubanos en Suecia, me topé con una autobiografía enviada por Canek. Al final aparecía su email y decidí escribirle, sin ninguna esperanza. Un buen diía, cuando ya me había vuelto a olvidar de la existencia del nieto mayor del Che, abro el correo electrónico y me encuentro con la respuesta de Canek. Me escribia como si me hubiera conocido de toda la vida.
Han transcurrido varios meses desde el primer correo y Canek y yo nos hemos hecho amigos. Él en Oaxaca, México, yo en Lucerna, Suiza. No sé si alguna vez lleguemos a conocernos, pero entretanto, aquí van las respuestas a un cuestionario que sin pérdida de tiempo le envié después de recibir el siguiente email: "Querida Tania, con gusto me dejo entrevistar por ti, sólo dime como piensas hacerlo. Un abrazo, Canek".
T.Q.: Hasta octubre del 2004 cuando la revista mexicana Proceso publicó un texto tuyo poco se sabía de Canek Sanchez Guevara. ¿Por qué decidiste salir del anonimato?
En primer lugar, no me planteé tal cuestión. Es decir, no afronté la situación en términos de anonimato o autopublicidad; pero no soy ningún ingenuo: sabía muy bien que responder a Proceso significaba también hacer público un trozo mío.
Siempre he pensado —correcta o incorrectamente— que ser "conocido" implica perder un poco de autonomía (vamos, que al ser un personaje público te debes por completo a un público) y yo, la verdad adoro el anonimato. Soy un individuo tan individual como cualquier otro, y como cualquier otro, soy contradictorio de tiempo completo, con intereses a veces opuestos y visiones distintas de un mismo punto —no soy un absoluto, ni en público ni en privado. Sólo soy yo...
Ahora, volviendo al asunto de la revista Proceso, diré que como cada año, fui contactado por dicha publicación en vísperas del aniversario luctuoso del Che; y como cada año, el coordinador de la sección internacional pidió entrevistarme para hablar de mi abuelo. La verdad es que yo no puedo hablar de "mi abuelo" en el sentido estríctamente familiar pues no lo conocí, por tanto mi relación con él no es una relación "privada". Mi relación con el Che es similar a la relación que cualquier otra persona pueda tener con él (excepto por la cuestión sentimental, ésa que escapa al análisis y a la lógica): a través del mito, de la leyenda, de la historia o de la literatura. Claro que mi madre hablaba de él en casa; contaba miles de anécdotas, algunas divertidísimas —quienes lo conocieron íntimamente hablan mucho de su sentido del humor, a veces ácido, a veces negro—, y otras muy tristes y que sin duda marcaron profundamente a Hilda... Pero yo no soy quién para repetir tales historias: pertenecen a mi madre y no puedo (ni quiero) arrebatárselas.
Entonces, volvamos al mes de octubre del año pasado. Como cada año, estuve a punto de rechazar la entrevista por las razones ya expuestas, pero una pregunta se instaló en mi cerebro: ¿acaso mis opiniones están indisolublemente ligadas al Che? Es decir, ¿sólo puedo hablar del Che? Por eso respondí, y debo aclarar que en principio escribí para la izquierda mexicana, como parte de múltiples discusiones que ya había sostenido al respecto. La cuestión fundamental en todas estas discusiones es la siguiente: ¿puede la idea del socialismo exorcizar los excesos que en su puesta en práctica se cometieron? ¿Podemos cerrar los ojos ante la dictadura enarbolando como excusa la bandera de la salud, la educación, el deporte o la propiedad social? Para muchos secores de la izquierda latinoamericana la respuesta no puede sino ser positiva, para mí no. Eso quería explicar: que la idea del socialismo se pervirtió en la práctica, que no se puede tapar el sol real con el dedo de lo ideal... Que la realidad es tan terca que se niega a someterse a las ideas. Y más cuando éstas son absolutas.
Resumiendo, lo que entonces me pregunté no fue si quería seguir siendo anónimo (y según un extendido juicio común, también anodino: "Sólo los famosos importan", juzgan algunos); la verdadera cuestión fue la siguiente: Proceso me ofreció un espacio para plantear ideas, y sería yo demasiado torpe si no aprovechara la ocasión para expresar algunas de las cosas que pienso (a fin de cuentas, a eso me dedico: a expresar ideas). Pero son sólo eso: pensamientos de un individuo anónimo y, sí, también algo anodino. Entiendo perfectamente que tales espacios no se le otorgan a cualquiera, de ahí que decidiera responder libremente: si la voz se le niega a los seres anónimos (no anodinos) que piensan como yo, ¿cómo demonios podía negarme a expresar lo que pienso? En verdad, en este mundo hípermediatizado es un lujo tener acceso a los medios masivos; no es común que las voces disidentes encuentren espacios que reproduzcan fielmente tal pensamiento. Hablé por mí, claro, pero sobre todo para aquellos que comparten algunas de las ideas que suscribo y que no pueden, por ejemplo, publicarlas en Proceso.
Por último —aunque no menos importante—, me aburre ser el Nieto del Che; me gusta más ser canek (así, con minúsculas).
T.Q.: En el texto de Proceso fustigas a Fidel Castro, pero sólo mencionas de pasada a tu abuelo materno. ¿Qué fue Ernesto Guevara de la Serna para ti?
En parte (lo siento, no me di cuenta) la respuesta se encuentra en el párrafo anterior. Lo cierto es que Fidel no es el único culpable de lo que actualmente sucede en Cuba, pero sí es, y ha sido siempre, el "máximo líder de la Revolución". Estoy consciente de que ninguno de los juicios que yo pueda emitir en torno a la figura del Che Guevara será imparcial, y esa es la razón fundamental por la que siempre me he negado a hablar de "mi abuelo". En un plano estrictamente personal, siempre he admirado la coherencia vivencial de Ernesto Guevara de la Serna: siguió siempre los dictados de sus ideas (y no soy yo quién para juzgar la "bondad" o "maldad" de éstas —de hecho, prefiero no explicarme las situaciones en términos binarios). Como él mismo afirmó, era un aventurero de los de verdad, al grado que en su última aventura se jugó el pellejo entero. Y lo perdió.
En principio, todo hombre es producto de su tiempo, de su medio (cultural, laboral, ideológico, intelectual, existencial) y para entender —no al Che; a cualquier figura histórica— es necesario hundirse por completo en el contexto (o en los contextos) en que se desenvolvió; por eso pienso que es fundamental desvincular al hombre del mito, y analizar ambas facetas de acuerdo a sí mismas. El Che de hoy no es el hombre del ayer, así como aquel hombre aún no era el mito que es hoy. Me siento orgulloso de ser un Guevara (tanto como de ser un Sánchez), pero entiendo que eso no es más que un accidente biológico: en resumen, no puedo aceptar verme reducido a ser sólo un nieto, cuando es obvio que algún día yo también seré abuelo.
T.Q.: En una autobiografía que escribiste para Cuba Nuestra, sitio de exiliados cubanos en Suecia, dices: "Me hice en Cuba: la ame y la odié como sólo se puede amar algo valioso". Posees la nacionalidad cubana porque naciste en La Habana en 1974, ¿por qué, entonces en los casi diez años que llevas fuera de la isla te has alejado voluntariamente de la comunidad y el exilio cubanos, en México y en otros países?
Dudo que pueda encontrar una respuesta absoluta a esta pregunta pues tampoco se trató de algo premeditado. Supongo que fueron muchos los factores que determinaron ese distanciamiento: Por un lado, antes de ir de bocón por ahí quería enterarme más, quise leer muchos libros inconseguibles en Cuba, escuchar otras voces, otras opiniones. Quería conocer también esta otra realidad que ahora vivo, y para eso necesitaba involucrarme plenamente —hundirme en ella, como quien dice. No es cosa de un día conocer una sociedad "nueva", participar, encontrar espacio para uno.
Por otra parte, suelo afirmar que soy de donde estoy, mas esto no quiere decir que olvide de dónde vengo, sino que las discusiones libertarias que sostenía en Cuba las sostengo también en México, pues este país no es precisamente, un paraiso democrático. Cuando me vaya a vivir a Marruecos (es un decir) me insertaré de lleno en la discusión marroquí, participaré como uno más, pero opinaré como alguien que conoce algo más también. Mi mundo no se limita a Cuba (por supuesto, tampoco la excluye), por ello no puedo limitarme a la cubanía, cuando pertenezco a la humanidad. Soy cubano en la medida en que mi nacionalidad no anule lo multinacional de mi propio ser. Soy multinacional en la medida en que eso no anule al cubano que también soy.
Por otra parte, fueron mis propias limitaciones conceptuales, o teóricas, o como quieras llamarlas, las que detuvieron mi participación pública. Intentaré explicarlo bien: Para mí, lo más violento del exilio fue tener que reordenar gran parte mi pensamiento, de mi forma de lidiar con ciertos símbolos, conceptos y realidades. En resumen: despojarme de una sarta de boberías que me enseñaron en la escuela, en la televisión y en los discursos... y repensar todo eso. Pensar una y otra vez todo lo que me enseñaron en Cuba y confrontarlo con todo lo vivido: fue en verdad una etapa en la que me sentí muy inseguro —intelectualmente hablando, y en específico en lo que a la discusión cubana concierne— pues tenía que deshacerme de muchos prejuicios y verdades memorizadas... En resumen, no estaba en condiciones de participar en nada, ni siquiera de elaborar una buena crítica (una que no se basara en el sentimentalismo, sino en el raciocinio).
T.Q.: Alguna vez has dicho que te educaron para desobedecer. Personas que te conocieron de cerca cuando eras adolescente dicen que le diste muchos dolores de cabeza a tu mamá, Hilda Guevara Gadea. Otros van más lejos y afirman que eres la antítesis de esa utopía del Hombre Nuevo, cuyo intento por hacer realidad fracasó en Cuba.
Vaya sí fui un adolescente díscolo (y en verdad, tal afirmación me parece una tautología, porque no conozco a muchos adolescentes que no representen un dolor de cabeza para sus padres —y mis hijos me provocarán jaquecas infernales, estoy seguro). Pero la relación entre Hilda y yo, a pesar de todas nuestras diferencias, la multitud de discusiones que sostuvimos, nuestro desencuentros, jamás perdió nada de la tremenda confianza que nos teníamos. Debo agregar que mi madre no era, en ningún sentido, una mujer fácil (esa imagen de la mujercita abnegada y delicada no tiene relación alguna con Hilda, por suerte). Era una mujer dura, de armas tomar, férrea en sus ideas, sencilla y orgullosa a más no poder... En fin, era mi madre y yo soy su hijo.
Es obvio que durante mi adolescencia (esa extraña etapa en que uno ya no quiere ser tratado como niño pero al mismo tiempo se niega a asumir las responsabilidades de un adulto; cuando uno quiere ser respetado pero no conoce bien a bien las reglas del respeto) nuestra relación fue difícil... tanto para ella como para mí. Discusiones tuvimos muchas y no siento la menor vergüenza al respecto, por el contrario, agradezco profundamente haber vivido con una mujer que se tomaba la molestia de pelear con su hijo y no de ignorarlo, como a menudo ocurre. Hablábamos de sexo, de drogas, de política, de ideología, de literatura; de la vida y de la muerte, y aunque nuestros puntos de vista fueran diferentes, e incluso opuestos, eso jamás anuló nuestras discusiones (y de hecho, pienso que la discusión misma es ya un signo de respeto, pues sólo se discute entre iguales).
Obviamente, nuestra relación adquirió otros tintes cuando dejamos de vivir juntos; entonces nos hicimos amigos (y a mis diecinueve años ya era un tipo más tratable, también). Durante sus últimos años de vida mantuvimos una relación no carente de peleas y discusiones, pero sí llena de conversaciones de igual a igual. En resumen, éramos tan iguales que nos enfrentábamos como opuestos.
En cuanto a la utopía... en realidad, me siento orgulloso de no representar al hombre nuevo, pues nada me parecería más patético que verme reducido a una categoría ideológica. No soy nuevo ni viejo, sólo soy hombre, y no quiero ser otra cosa. Errores, he cometido muchos, pero también, internamente, me siento orgulloso de unos pocos y muy privados actos decentes. En resumen, soy sólo un hombre más, tan igual como diferente a los demás, tan sencillo como complejo... (Creo que fue Fritz Lang quien afirmó que en este mundo sólo hay dos clases de hombres: los malos y los muy malos; y que es a los hombres malos a quienes comúnmente llamamos buenos).
T.Q.: ¿Qué tu piensas del mercantilismo alrededor de la figura del Che? ¿Te gustaría recorrer el mundo dando conferencias y entrevistas "para mantener vivo el pensamiento guevarista"?
No, pero tampoco recorrería el mundo para atacar el pensamiento del Che. En cuanto al mercantilismo en torno a su figura, no sé, ¿qué piensas tú del mercantilismo en torno a la figura del recientemente fallecido Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II? El mercantilismo es signo de nuestra época —nos guste o no— y nada ni nadie escapa de tal sino. Que los capitalistas lucren con las obras de Mao, con la imagen del Che, con Trotski o con la cruz de Cristo, es propio de ellos, como es propio de los consumidores ir corriendo a comprar tales "mercancías". ¿Qué quieres que diga?
Por otro lado, el gobierno cubano nunca ha sido ajeno a la explotación de la imagen del Che. En efecto, tal mercantilismo se da también en la "patria socialista", no sólo en forma de camisetas, también en forma de billetes de tres pesos emitidos por el Banco de Cuba para venderlos a las miríadas de turistas revolucionarios, ávidos de souvenirs anticapitalistas (¡¿un billete de banco anticapitalista?!). Como dije antes, nadie escapa de eso. Tan es así, que aquí estoy yo, siendo entrevistado simplemente por ser nieto del Che Guevara... Si no lo fuera, ¿esta entrevista tendría algún interés? ¿Sería vendible?
T.Q.: ¿Qué viene a tu mente cuando ves a un cantante como Usher bajar de su avión privado en Puerto Rico con una camiseta con el rostro inmortalizado por Korda?
Honestamente, nada. He visto a tantas personas con camisetas del Che (y aquí en México eso es algo cotidiano) que he optado por no juzgar. Como ya dije antes, mucha gente admira a Ernesto Guevara —incluso personas completamente ajenas a la ideología socialista han externado su profunda admiración por él. Por otra parte, tendríamos que retomar el asunto del mercantilismo y profundizar en las necesidades simbólicas de las sociedades. El Che de la camiseta no es el Che real de la revolución real; en el mismo sentido en que el Fidel simbólico de la izquierda latinoamericana no es el Fidel real de la dictadura real. Pero los hombres requerimos también de símbolos, siempre los hemos necesitado, ya sea en forma de héroes o a título de enemigos; y para despojarnos de tal necesidad primero tendríamos que dejar de ser humanos —cosa que personalmente, dudo lograr. Todo individuo siente la necesidad de reafirmar su individualidad en público, y puesto que la imagen (la vestimenta que uno porta) tiene tanto peso en la sociedad, una de las principales formas de expresión radica, precisamente, en el vestido. Sobre todo en la adolescencia la provocación visual es para muchos una necesidad vital. En este sentido, no es extraño que haya jóvenes que encuentren en la imagen del Che su símbolo de rebeldía, su iniciación como contestatarios simbólicos... Y después, probablemente, se volverán banqueros —o estrellas de la música pop.
T.Q.: Tu vida está más ligada a la cultura que a la política, sin embargo, tus declaraciones han levantado ronchas de todos los colores e ideologías.
Creo que fue Cioran quien afirmó que las ideas no deben abordarse con delicadeza, y concuerdo con él. Las ideas son sólo ideas, y lo que yo piense no va a cambiar el mundo; si acaso mi vida. Por otra parte, no creo que cultura y política sean opuestos, y ni siquiera indisolubles, pues no puede haber política ahí donde no hay una cultura que lo permita —y viceversa. El aserto de que mi medio es la cultura más que la política tiene que ver con el hecho de que no soy un político profesional, en cambio sí me muevo profesionalmente en áreas y medios culturales; pero también porque mi crítica de la política es más cultural que otra cosa. Ahora, bien: no sólo pienso que lo cultural es un asunto político, sino que lo personal ya es un asunto de orden político. Lo vemos, por ejemplo, en el caso de las organizaciones de gays y lesbianas: que algo tan personal como la sexualidad se vuelva tema político indica que la barrera que las separa es tan delicada como el himen; y como el himen, algún día desaparecerá de nuestro conjunto de valores. Efectivamente, la lucha por ser el individuo que uno quiere ser es una discusión social, política, así como cultural e ideológica; pero antes, es una cuestión personal.
Lo cierto es que yo no soy sólo un disidente del régimen cubano, sino un disidente de casi todo. Disiento del Estado totalitario tanto como disiento de las ideas de buena parte de la disidencia cubana. Disiento del gobierno cubano tanto como disiento de muchos otros gobiernos, algunos de ellos igual de tiránicos —aunque en nombre de otros ismos. Disiento de eso que llaman capitalismo salvaje, tanto como disiento del socialismo brutal... Quizás por eso mi texto levantó las ronchas que dices, porque no ataco los ideales del socialismo, sino la puesta en práctica de esa dictadura.
T.Q.: Si escribieras un libro sobre tu familia, ¿a quién escogerías como personaje central?
Supongo que a mi madre, aunque tampoco estoy seguro de querer verla reducida a personaje literario —más bien, dudo poder reducirla a literatura. Y como no creo que sea capaz de hacerlo por ahora, prefiero no abundar en el tema.
T.Q.: Hablando de libros: ¿has leído algunos de los que bajan a tu abuelo del altar y lo presentan como un despiadado estalinista?
Me parece que bajar a un mito del altar del bien y subirlo al del mal no es, de ninguna manera, desmitificarlo. Presentarlo solamente como un noble, gallardo y heroico revolucionario, sin mancha ni asomo de duda en su actuar, sin errores ni horrores, es de una simpleza apabullante, claro; pero presentarlo sólo como un insensible asesino y un cruel autoritario, me parece también bastante maniqueo y bajo. La verdad, ninguna de las dos tendencias me agrada.
T.Q.: ¿De veras crees que cuando Fidel Castro muera con él va a morir el fidelismo? Hay quienes piensan que dentro de su grupo de incondicionales pudiera haber surgido ya el germen de las mafias al estilo de las existentes en Rusia y otras naciones de la exEuropa socialista del este.
Estoy seguro que el fidelismo, en tanto estructura de Estado, va a morir con él, por la sencilla razón de que nadie en la cúpula gubernamental tiene la capacidad de cohesión y el peso simbólico del viejo líder, mucho menos su poder de convocatoria o de convencimiento (entendámonos: los aparatos represivos del régimen hacen una gran labor, sin duda alguna, pero no es eso lo único que sostiene dicho régimen; hay en Cuba mucha gente que ve en Fidel a un semidiós; esa gente aún cree en él, pero no por ello van a creer en alguien que hable en su nombre, una vez muerto el Comandante). Expliqué a Proceso que el sistema cubano fue creado por Fidel a su medida, y no para que otros se pongan ese saco. No importa quién lo suceda en el trono, sea quien sea no podrá soslayar los justos reclamos de la ciudadanía y tendrá, en aras de permanecer en el poder, que "abrirse" a las necesidades económicas, políticas, sociales y culturales de la población. Y eso ya no será fidelismo.
Pero también es cierto que de los sectores más corrompidos de la cúpula castrista saldrán las "nuevas" mafias (que en realidad ya existen, ocultas bajo la "pureza" del régimen), como es cierto que de los empresarios "socialistas" de hoy, saldrán los todopoderosos capitalistas del mañana. Pero también es cierto que de las masas que hoy aplauden al máximo líder en la Plaza de la Revolución, saldrá, por fuerza, la sociedad civil, la ciudadanía activa que participará en la construcción de la sociedad postfidelista. Y porque es inminente el asalto del capitalismo puro y duro a Cuba, me parece tremendamente necesario fomentar la discusión sobre los destinos del socialismo y las —escasas o monumentales— conquistas sociales de la revolución. En el fondo, el problema radica en que sin una ciudadanía activa, crítica, participativa, siempre estaremos condenados a gobiernos de mano dura —de un corte u otro, da igual. Y precisamente porque el germen del capitalismo, de la corrupción, de la mafia ya está plenamente desarrollado en Cuba, es que debe crecer ese otro germen de la discusión política, de la cosa pública, de lo que es de todos; para que la nueva sociedad se forje sobre el consenso y no bajo la imposición.
Para cerrar este punto diré que, en lo personal, el rechazo furibundo a la autocracia, la dictadura, la tiranía o como se le quiera llamar, no pasa, de ninguna manera, por el rechazo a los ya muy deteriorados logros sociales que de ahí emanaron. Restructurar y desarrollar los sistemas de educación y salud pública me parece prioritario, sin importar de qué corte sea el próximo gobierno cubano. Así como hay instituciones del Estado que deben ser desmanteladas por completo, hay otras que deben ser rescatadas de su actual disfunción. En este sentido, pienso que si al morir Fidel dinamitamos el Estado desde sus cimientos, sólo provocaremos una inmensa fractura social y una debacle de tintes post soviéticos.
T.Q.: Ya para terminar, ¿hasta qué punto ser nieto del Che te ha limitado para pensar con tu propia cabeza?
Supongo que nunca podré saberlo, si es que es cierto que no pienso con cabeza propia. Pero pienso que pienso con mi propio cerebro, que me he nutrido del pensamiento de muchos grandes (incluyendo a Guevara, claro) y de tantos otros de lo más desconocidos. Pienso que pienso más allá de la aparente limitación que mi apellido impone, y en tales pensamientos me pregunto si es verdad que ser un Guevara es una limitante. Pienso que pienso con o sin mi apellido; pienso que no pienso como pensaría mi abuelo, y me siento contento así porque considero que debo pensar como pienso, y no como pensaría un antepasado mío. En resumen, pienso que pienso por mi mismo, con la invaluable ayuda de todos aquellos cuyo pensamiento me ha nutrido. ¿Me explico? Pero lo que sí es cierto es que soy zurdo de hueso colorado y anarco por los cuatro costados, si esto ocurre por herencia o convicción es algo que aún no he podido dilucidar... ni tengo mucho interés en hacerlo, para ser honesto.

(Publicada en Internet en mayo de 2004)

martes, 10 de abril de 2007

AÑOS DUROS

Por Iván García,
desde La Habana

En los once años de esa guerra sin tronar de cañones que es el período especial, los habitantes de Cuba se las han arreglado para capear la miseria de la mejor manera posible.

Cuando en 1989 Juana López, 33, maestra, escuchó que tropas del ejército se preparaban para repartir por los barrios raciones de comida, pensó que era otro de los tantos rumores que corrían por las calles.

Aunque no se llegó al extremo de la Opción Cero, sólo Juana, su familia y Dios supieron el sufrimiento que pasaron para sobrevivir a las espantosas carencias de esos años. Por cierto, el Señor fue el primer sacrificado. Su familia, muy católica, atesoraba cuadros con imágenes religiosas y, entre otras reliquias, una Biblia de cuero firmada por el Papa Pío XII, que Juana vendió en 65 dólares. Con el dinero compró alimentos y artículos de aseo.

Juana dejó de ejercer como maestra y salió a prostituirse a lo largo del Malecón y la Quinta Avenida. Ahora vive en Miami y no puede olvidar esa etapa difícil que la llevó a tirarse al mar en una precaria balsa en agosto de 1994. Tampoco olvida las humillaciones que sufrió el año que estuvo en la Base Naval de Guantánamo ni los litigios de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos para decidir la suerte de 30 mil balseros que bajo el tórrido sol oriental vivían en tiendas de campaña. En su hogar climatizado de Coral Gables y con un buen salario mensual, Juana López siempre recordará los terribles años que vivió en la década de los 90. Pero ya no está en Cuba.

La que todavía se encuentra en la Isla, sin dentadura y en una destartalada vivienda, es la periodista independiente Tania Quintero, de 58 años.

Quintero aún tenía dientes y trabajaba en la televisión nacional, cuando por decreto oficial, en 1990, se estableció el “período especial en tiempos de paz”, pomposo nombre con el que la burocracia criolla denominó a las penurias de todo tipo que, cual ciclón tropical, comenzó a azotar el país. “Para más desgracia –comenta- mi hija salió embarazada y mi madre, entonces con 75 años, comenzó a deteriorarse aceleradamente”.

En 1993 tuvo que vender lo que tenía, entre ello, una fabulosa colección de discos brasileños. “Puse un anuncio en Opina y los vendí por 39 dólares. Con el dinero compré comida y todavía me sobró para unos metros de tela antiséptica para hacer pañales”.

Tania se inició en el periodismo independiente en septiembre de 1995 y seis meses después fue expulsada del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión). Su vida mejoró un poco con los dólares que gana escribiendo, pero ahora forma parte del batallón de fantasmas que el régimen ha clasificado como “no personas” y que viven a merced de los insultos, la ira y la represión del gobierno de Fidel Castro.

Bajo dos fuegos vive la otrora reportera de la revista Bohemia. Por un lado, el acoso y el hostigamiento y por el otro, las reales carencias económicas. Con 100 ni con 200 dólares al mes se puede hoy mantener a una familia de seis miembros. “Intento sobrevivir. Al menos el dinero alcanza para comer más o menos bien dos semanas, pero ni estirándolo como un chicle cubre los gastos de todo un mes”.

Con cien dolares, enviados como regalo de Navidad por un amigo español, en diciembre de 1998 pudo comprar un minúsculo televisor japonés, en blanco y negro. “Me costó 91 dolares y me ha salido bastante bueno”. Con otro extra, en el 99 pudo adquirir un viejo refrigerador ruso. “Pagué tres mil pesos (150 dólares) y dos veces he tenido que cambiarle el motor. Fue una estafa”.

El pequeño Minsk ya va por los 250 dólares, pero según confiesa, aún está lejos la posibilidad de poder comprarse uno nuevo, “de ésos que no hace falta descongelar”. Su precio: 500 dólares como mínimo. Y al contado.

Los años duros de esta crisis económica sin fin están reflejados en las paredes huérfanas de pintura de la casa de Tania Quintero, en su vestimenta barata y en su precaria dentadura.

Encima, de vez en cuando, tiene que aguantar una andanada de calumnias por la radio, la televisión y la prensa. Mas le queda un consuelo: ningún tormento le va a hacer abandonar la patria, ni impedirle que semanalmente, pase lo que pase, sus escritos puedan leerse en Internet.

(Publicado en Cubaencuentro el 9 de marzo de 2001)

NOTA: En mayo de 2002, cuando ya mi madre no estaba para verlo (falleció el 15 de abril de 2001) un amigo residente en Madrid me envió 500 dólares para que compraramos un refrigerador nuevo. Es el artículo de más valor que dejé a Ivan en nuestro apartamento de la Víbora, apartamento, valga aclarar, que cinco años después continúa urgido de pintura y reparación general. Y el vaticinio final no se cumplió: treinta y dos meses después de la publicación de esa crónica, el 25 de noviembre de 2003, junto con mi hija y mi nieta mayor abandoné Cuba. Actualmente vivo como refugiada política en Lucerna, Suiza. En La Habana quedó mi hija y una nieta que no conozco. (13.4.06)

lunes, 9 de abril de 2007

CONFESIONES PERIODÍSTICAS

Por Tania Quintero


En la revista Bohemia donde yo comencé a trabajar en 1974 había una serie de libertades. Hasta que llegó 1980 y con él una chilena llamada Marta Harnecker, teorizante del socialismo y esposa de Manuel Piñeiro, alias Barbarroja (Piñeiro fue jefe del Departamento América del Partido Comunista de Cuba, en esa función fue el principal organizador del apoyo cubano a las guerrillas en América Latina. Murió de un “paro cardíaco” mientras manejaba su auto en La Habana, el 11 de marzo de 1998).


La Harnecker vino con una propuesta al director, Angel Guerra, para hacer una encuesta sobre la prensa. El Cuarto Poder o algo así, no me recuerdo bien, se titulaba. Ella la iba a dirigir y se organizaron varios grupos de trabajo. A mí me pusieron en uno, pero esa encuesta no pasó del primer trabajo: el primero que se publicó le costó el puesto al director.

Estoy hablando del año 1980, un mes o dos antes del éxodo por el Mariel (desde el puerto habanero del Mariel, a unos cien kilómetros al este de la ciudad de La Habana, en cuatro meses alrededor de 125 mil personas se fueron de la isla y en esa misma época dos millones de cubanos declararon su deseo de abandonarla después de que Fidel Castro anunciara que dejaría salir al que quisiese). Antes, en el mes de abril, ya había ocurrido lo de la Embajada del Perú (en menos de cuarenta y ocho horas cerca de 11 mil personas ingresaron a la Embajada de Perú en La Habana con la intención de emigrar). O sea estoy hablando de un año que ideológicamente la revolución estaba muy mal, aunque no lo parecía. Lo del Mariel fue un mazazo terrible y a nivel privado muchos periodistas lo pensaban y comentaban.

A partir de ahí la prensa cubana no se recuperó mas. No solamente fue destronado el director de Bohemia, Angel Guerra, sino que también fue destituido Orlando Fundora, jefe del Departamento de Orientación Revolucionaria, el DOR, como le llaman a la secretaría ideológica del comité central del partido comunista. Fundora estuvo un tiempo en “plan piyama”, en su casa, y después fue nombrado presidente del Movimiento Cubano por la Paz.

En la redacción –voy a decir una palabra poco femenina- los periodistas se apendejaron. En Cuba la gente coge miedo, habla bajito aquí y allá, siempre en ciírculos cerrados, no comenta nada en voz alta, porque la gente siempre está tratando de proteger su salario para mantener a su familia. En el caso de los periodistas oficiales tenemos que pensar que ellos tienen posibilidades que no tiene el ciudadano de a pie, como viajar, sino fuera del país, pueden ir a provincias, participar en eventos donde pueden comer, resolver algo y conocer algún extranjero.

Es una actitud cobarde, pero es una reacción similar a la de todo el pueblo, porque es la reacción propia y lógica de todos los regímenes como el cubano, de callarse, de no denunciar, de no crear problemas, de no hacer nada.

La gran estafa

Yo nunca estuve sentada esperando los planes temáticos que hacía el departamento ideológico del partido: “Ahora esta semana hay que escribir sobre el aniversario de la revolución o el aniversario de Martí o esto y lo otro”. No, no. A mí se me ocurrían las cosas y como se me ocurrían las cosas tenía posibilidades de hacer lo que me gustaba, porque a mí se me habia ocurrido.

Entonces siempre logré tener contactos y hablar y, sobre todo, discutir con los políticos. La cosa ésta de la política la llevo dentro y por eso discuto y le escribo a todo el mundo. A los que dirigían la prensa siempre les decía: “Ustedes no les pueden pedir peras al olmo” Porque querían hacer “un periodismo militante y creador”.

Y el problema es que un periodismo militante no puede ser creador, pues se contradicen totalmente. O quizá podría hacerse en Argentina o en Brasil, donde uno puede criticar al presidente. Pero es que en Cuba no se puede hacer un periodismo crítico, no se puede criticar al sistema ni al partido.

Y después ocurría que venían los periodistas extranjeros y hacían grandes entrevistas, grandes reportajes. La diferencia estribaba en que ellos tenían libertad para hacerlo y los periodistas cubanos no.

Yo comencé a trabajar en Bohemia como periodista, pero ocupando una plaza de secretaria, al mes me pagaban 163 pesos (menos de 7 dólares al cambio actual). A pesar de ello, logré buenos trabajos, escribí para las páginas económicas, culturales, nacionales, históricas. En 1978 hice un serial sobre los alemanes antifascistas en Cuba, trabajo que me valió una invitación a la República Democrática Alemana.

Estuve tres semanas, en junio de 1979, invitada por el ministerio de relaciones exteriores de la RDA. Y déjenme decir que ese ministerio después dijo que la periodista más productiva que los había visitado había sido yo. Solamente de ese viaje en Bohemia publiqué 50 páginas, ustedes pueden ir a los archivos de la revista o a la Biblioteca Nacional y contarlas.

Junto con el elogio me gané una crítica: “Parecía mentira que fuera una periodista socialista, porque me había comportado como una capitalista”. Ellos no podían entender que me había comportado en la RDA como me comportaba en Cuba. No publiqué ni una palabra de la visita que hice a una fábrica de Berlín llamada Rosa Luxemburgo, porque yo quería hablar con los obreros y con quien quisiera y unas personas a nombre del partido, el sindicato y la administración me recibieron de una manera muy formal, en una oficina con café y galleticas.

Al día siguiente a la señora del ministerio de relaciones exteriores que me atendía le dije que eso no era lo que yo quería y, por lo tanto, no iba a publicar nada. También tuve una discusión muy fuerte con esa misma funcionaria, porque sin consultar con ella, me entrevisté con el hombre que en ese momento era el presidente de la asociación de judíos alemanes y en la RDA ése no era un tema que a ellos les interesara divulgar. Con la periodista Cathèrine Gittis fui al cementerio de los judíos en Berlin y los del departamento de prensa volvieron a disgustarse, dijeron que eso estaba fuera del programa.

En Bohemia publiqué un primer serial titulado “El país de los cochecitos”, algo bastante novedoso y ameno. Era la primera vez que salía del país y a mí me impactó ver a las madres con niños en cochecitos por todas partes. En la Cuba de 1979 encontrar a una mujer con su bebé en un coche era como encontrar un cosmonauta por la calle.

Ese serial salió en cuatro partes y en él describía cómo era la gente, cómo vestía, el transporte, las carnicerías, llenas de carnes, salchichas y quesos. Comparado con Cuba, la RDA tenía mucho mas desarrollo, era un semitotalitarismo. Ellos tenían la cuestión ideologica ésa tan fuerte con la Alemania Federal y me dí cuenta que había un mal de fondo, pero no tuve una idea mas exacta hasta que no leí libros como “La gran estafa”, del peruano Eudocio Ravines.

Ese tipo de literatura me abrió un poco más las entendederas, porque yo estaba en el bosque y no veía los arboles.

Espacio conquistado

En 1982 pasé a la televisión cubana. Ya tenía 40 años y había quien pensaba que a esa edad no iba a poder adaptarme a un medio totalmente diferente, con otro estilo.

Empecé de guionista en distintos programas, fuí reportera del Noticiero Nacional de Televisión y mi último trabajo fue como realizadora de un espacio que se llamaba Puntos de Vista, de encuestas en la calle, un programa de debate y opinión que salió al aire entre 1986 y 1992. Hasta hoy, ha sido el programa más polémico que ha tenido la televisión cubana.

Después estuve cuatro años cobrando mi salario sin trabajar, no me daban contenido de trabajo poque mi hijo, Ivan García Quintero, en marzo de 1991 había sido detenido por la Seguridad del Estado, acusado de “propaganda enemiga”. Sin saberlo, había pasado a una lista negra y en la televisión prefirieron que yo cobrara mi salario sin hacer nada.

Entonces en 1995, cuando Raúl Rivero crea la agencia de periodismo independiente Cuba Press, prácticamente no tenía nada que perder, a no ser el salario: 250 pesos, unos 10 dólares al cambio actual. Tenía 57 años, me faltaban tres años para jubilarme y decidí dar ese paso y arriesgarme a ser periodista independiente.

Mi curriculum de trabajo se inicia en agosto de 1959, o sea, en 2002, cuando hago este relato, tendría 43 años de trabajo, que se tiraron por la borda y no me han reconocido. No cobro jubilación, no cobro nada, no tengo ningún derecho social, ni sindical, no tengo nada, nada.

Aqui estoy, ya llevo siete años en el periodismo independiente. Escribo todo lo que se me ocurre, critico al sistema y a veces también a la disidencia y al propio periodismo independiente, porque es la libertad que uno se ha ganado. Una corresponsal en La Habana del Sun Sentinel, que tiene 30 años y es puertorriqueña, me decía por teléfono que ella no entendía eso que dicen los disidentes cubanos que “hemos conquistado un espacio”. Y le respondí:

-Mira, hemos conquistado un espacio porque yo misma he estado detenida, me han hecho un acto de repudio frente a mi casa, han registrado mi domicilio, me ha visitado la Seguridad del Estado, me han amenazado, me han cortado el teléfono, me han vigilado y he continuado escribiendo.

Y uno sigue haciendo las cosas y, bueno, pasa el tiempo y ellos lo ven a uno con cierto respeto.

Creyendo y no

En 1991 mi hijo Iván fue detenido por la Seguridad del Estado, estuvo dos semanas en Villa Marista y para que no fuera enjuiciado mediaron Enrique Román, entonces presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión y Carlos Aldana, quien en ese momento era considerado el número tres del régimen (entre 1975-79 Aldana había estado en Angola como jefe de propaganda de las tropas cubanas y en septiembre de 1992, cuando se encontraba al frente de los departamentos ideológico y de relaciones exteriores del partido comunista, fue abruptamente separado del cargo. Después de su destitución fue nombrado director de un balneario de las fuerzas armadas en Trinidad, provincia de Sancti Spiritus).

Hoy él tambien es periodista independiente. Escribe para Cubaencuentro.com y para la página de la Sociedad Interamericana de Prensa. Su fuerte es el deporte, pero también es muy bueno escribiendo crónicas sociales y artículos políticos.

Cuba Press, el grupo de Raúl Rivero, se fundó el 23 de septiembre de 1995 y yo envié el primer trabajo unos días después, el 12 de octubre. Iván también se incorporó desde el principio. Nunca había escrito ni una carta. Aprendió sobre la marcha y ahora Raúl dice que es uno de los que mejor escribe.

La detención de Iván va a provocar que yo, a la larga, pierda mi trabajo en la televisión: dejé de ser una periodista “confiable”. A Iván lo detuvieron junto con tres muchachos más del barrio, estaba ajena a todo, la Seguridad pudo probar que yo estaba al margen de sus andanzas. Me dijeron que ellos pintaban carteles antigubernamentales, todavía a ciencia cierta no sé qué hacían. En la Seguridad del Estado me interrogaron y me enseñaron varias pancartas y al oficial le dije: “Eso no lo hizo mi hijo, porque él tiene faltas de ortografía y, además, ésa no es su letra. No lo estoy defendiendo, simplemente le estoy diciendo la verdad”. Bueno, la cuestión es que no lo enjuiciaron, ni a él ni a los otros tres.

Fíjense que yo comienzo en el periodismo independiente en septiembre de 1995 y a mí no me expulsan del ICRT hasta el 4 de abril de 1996. Había consultado con un abogado y me había dicho: “No, no, tu te vas todos los meses a cobrar tu salario, ellos son los que tienen que decirte que no puedes cobrar más o que va a pasar contigo”. Recuerdo que en marzo del 96 a mí se me hacía muy dificil ir a cobrar, porque hablaba por Radio Martí, públicamente disentía e iba a cobrar mi salario, algo que en cualquier país democrático no es un delito, pero en Cuba sí. Pero el abogado habíá insistido en que no dejara de ir, que fueran ellos quienes me lo negaran.

Cuando uno da ese paso de disentir, empieza uno a tener situaciones con vecinos, amigos, familiares, personas que parecían ser muy allegadas y te encuentras que de pronto cogen miedo y te dan la espalda. Pero también descubres personas que tu no considerabas tan cercanas, con quienes no te unían grandes vínculos y se te acercan y te dan la mano.

Pasar de creer en la revolución a dejar de creer en ella es un proceso y lo primero que uno tiene que hacer es canalizarlo interiormente. Porque si uno psíquicamente no está preparado es muy difícil.

Simplemente periodista

Soy periodista, simplemente. No me considero oficial ni nada. Trato de estar siempre bien informada de la actualidad mundial y también de lo que ocurre dentro del país y en las filas de la disidencia. Me limito a visitar a las personas que no temen recibirme, personas que me ayudan, que saben que no tengo un centavo y me prestan o dan dinero o un poco de comida, porque están sensibilizadas con mi situación.

Otra cosa que quiero decir, es que cuando uno es disidente tiene que poseer un olfato o una intuición especial para poder mantener alejados a todos los informantes, colaboradores y agentes infiltrados por la Seguridad del Estado.

Por eso es que ando sola y no quiero a nadie alrededor mío. Yo boté de mi casa a una amiga, pues me di cuenta que la mandaba la Seguridad, para saber cómo vivíamos, quién nos visitaba, cualquier cosa, para después irlo a informar. Es muy difícil, sobre todo cuando uno sabe que dentro de los grupos de la disidencia y el periodismo independiente hay infiltrados de la Seguridad. Pero eso no lo hacen solamente en Cuba, también en Estados Unidos y en otros países donde hay exiliados cubanos.

La gente me respeta, no se me acercará, pero me respetan. Le pongo un ejemplo: en 1997 la Seguridad del Estado pidió a los vecinos que cuando yo pasara escupieran y a mí no sólo no me escupieron, sino que vinieron a decírmelo. También me dijeron que habían mandado a algunos vecinos de la cuadra a vigilarme, porque decían que yo tenía una computadora en la casa.

Mucha gente ha ido perdiendo el miedo, pero les falta ese arranque final de valor. Es comprensible, todavía el régimen es poderoso y constantemente está haciendo demostraciones de fuerza y tiene todos los recursos para movilizar a las masas.

Y muchos no se deciden a disentir porque sopesan y dicen “no, no puedo arriesgarme a quedarme sin trabajo ni nada, no tengo a nadie que me respalde, no tengo familia afuera que me ayude si un día me pasa algo”. Saben que si a uno lo encarcelan, lo llevan a una prisión en el otro extremo de la isla. Porque cuando aquí condenan a alguien, condenan también a la familia.

Esperanzas

Me comunico anónimamente, así como ando, vestida como cualquier mujer simple, sin alardear que soy periodista ni nada. Voy en los carros esos de alquiler de diez pesos, porque no se puede coger el transporte público, y ahí se habla y yo, callada, escuchando. En esos taxis pueden caber hasta ocho personas, pero lo normal es que vayan cinco.

A veces alguien dice: “En Cuba todo el mundo habla, pero nadie hace nada. Hablan y después se van a la plaza y todo el mundo va a votar y ése es el problema que tenemos los cubanos, que hablamos aquí en los carros y en las casas, pero no hacemos nada”. Entonces yo salto y respondo: “Un momentico, eh, eso será con ustedes, no conmigo. Me llamo Tania Quintero Antúnez, nací en La Habana el 10 de noviembre de 1942, toda mi familia fue comunista, era periodista del gobierno y desde 1995 soy periodista independiente, hablo por Radio Martí, por la BBC y otras emisoras internacionales, me llaman del Canal 23 y de todas partes y recibo en mi casa a toda clase de periodistas extranjeros, así que eso no va conmigo”.

Nadie contesta, todos se quedan callados. Mas de una vez lo he tenido que hacer y también en la cola de la carnicería, en el barrio todos saben quien soy y por eso mismo cuando alguien se pone a echar pestes del gobierno, en voz alta digo: “Comentarios no, por favor, hagan las cosas como hay que hacerlas, porque las cosas hay que decirlas de frente y sin miedo”. Y doy media vuelta y me voy.

Aunque soy miope, veo lo que pueda ver y todo lo que pueda oir lo oigo. Mi nieta dice: “Abuela, tu siempre estás hablando con la gente en la calle”. Y es verdad, siempre estoy queriendo saber la opinión de las personas. Regularmente visito a amigos que a su vez tienen a conocidos en el gobierno y así me entero de muchas cosas. O que viven en lugares céntricos o trabajan en empresas importantes y también por ahí obtengo información.

Ando mucho por las calles, a veces tarde en la noche, por ello pude escribir sobre los travestis. Hacía tiempo que no andaba a esas horas por La Rampa y me dí cuenta cómo había cambiado, con tantas jineteras, homosexuales y policías.

En ocasiones vienen personas a mi casa y me cuentan cosas, porque por teléfono tienen miedo contármelo. Me considero una mujer totalmente libre.

Mi nieta todavía no sabe estas cosas, ya las sabrá. No tengo ese conflicto interno, de tragar bilis todos los días, esa impotencia de callar y de aguantar. A fin de cuentas, todos queremos cambios pacíficos y no lo que hizo Fidel Castro para llegar al poder, de coger las armas y atacar un cuartel.

Tengo la esperanza, y estoy segura, que mi nieta podrá disfrutar de otra Cuba. Aunque tenga yo que irme para que ella un día regrese, vamos a ver.