Desde California, donde reside, la periodista, escritora, crítica y teatróloga cubana Rosa Ileana Boudet me envió su último libro: Condumio, muerte y delirio en el teatro cubano (Ediciones de la Flecha, 2022). A modo de agradecimiento, reproduzco el fragmento final del capítulo titulado Frijoles y mamíferos:
Existe hoy un consumidor internacional minoritario para el teatro cubano. Un circuito de festivales y formación de autores. Mientras en los 70 las obras se tildaban de localistas y no cumplían la vara de la "universalidad", hoy el lenguaje es más local y en ocasiones, chabacano e intraducible y sin embargo, se consideran cosmopolitas e interesan en todas partes. Las antologías proliferan, incluso las retiradas pronto de la circulación.
En "Palo de quimbombó no sirve pa candela", el autor () cuenta su proceso de escritura y el de su equipo de creación. Irónico, incluye chismes o cotilleos de un supuesto sitio web eslamoda, así como los emails intercambiados con Sergio Blanco sobre el efecto que le produjo la puesta chilena de Neva, de Guillermo Calderón, representada y editada en La Habana, su proyecto de criticar el canon ruso al leer una biografía de Lenin y descubrir que el director del Teatro de Arte de Moscú y el dirigente político eran amigos. Sergio Blanco contesta que la amistad de Lenin y Stanislavski "da para mucho".
El abrumador texto pertenece más al mundo de la banalidad, que más que referente, llamaría "retazo" por no usar la expresión de Guillermo Rodríguez Rivera, cultura "de solapa". Lo inmediato se procesa de inmediato, no hay tiempo para digerirlo. Aparte de agradecer revelar la intimidad de un proceso de escritura (¿no son inenarrables todos los procesos?), se sabe poco de ésta, salvo que la aprueba el exitoso autor de Tebas Land.
Para los nacidos en la cultura del espectáculo -sancionada por el mundo virtual- hurgar en papeles viejos no tiene mérito alguno, gesto que observo también en el estudio de Yohayna Hernández, seductor, original y pletórico de citas tomadas supuestamente de los muros en Facebook de varios creadores de la misma red social. Como Margarita Mateo con el grafiti, los muros de Facebook son la enciclopedia universal. Solo que Mateo escribió un documentado ensayo (Ella escribía poscrítica) y aquí ni se aclara cuál es la citada biografía de Lenin. No discuto la utilidad de la biografía, sino la utilización a ciegas o con displicencia del dato o la referencia para que produzca el mismo descrédito y sospecha del Documento de Charlotte Corday.
De esta postura podría partir el desapego de los nuevos autores por la Historia (del teatro). Su influencia, asimilada desde el cinismo, no produce una lectura desacralizadora, sino un vapuleo, una irrisión, una trastada. Lacera e infringe algo más que irrespetuosidad, provoca la risa del ignorante y el teatro se dirige a la inteligencia del espectador. Una fe ciega e infantil en el ciberespacio los distingue de las promociones anteriores, así como referencias, préstamos, según Yohayna Hernández, de Heine Muller, Sarah Kane, Virginia Woolf, Chejov, Guillermo Calderón y Oscar Cornago.
Otra pieza suya, La hijastra, desata una polémica y Juan Carlos Cremata, director del grupo El Ingenio que la monta, lo declara el nuevo Virgilio para luego rectificar, patético, que no se refiere a Piñera sino a Virgilio, el bueno. Incluida en la selección de Novísimos dramaturgos cubanos, la censura es su mayor notoriedad. Magaly Muguercia aporta elementos de la puesta, tomados de la prensa:
"Una bandera de 'Colectivo Destacado', un busto de José Martí implorando protección, carteles alegóricos a la construcción del socialismo vendido al turismo extranjero (...) Travestis, mendigos, custodios, pioneros, médicos, gente de pueblo (...) Un pellizco al letargo en que nos tiene sumido el sistema para que nos percatemos de nuestra trágica existencia". Su última función, antes de bajar de cartel, avisada por la institución censora, se repleta. "El director la dedica al dramaturgo Virgilio Piñera y a Cachita, la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Un altar dedicado a la Virgen, en la entrada de la sala, despojaba de malos pensamientos de quienes entraban con dobles intenciones". Lo más demoledor, el regreso de la censura y no del diálogo y la crítica.
Otros libros de Rosa Ileana Boudet: María de Limonar; La chimenea encantada: Francisco Covarrubias, primer actor de Cuba; Luisa Martínez Casado en el paraíso; Potosí 11, dirección equivocada; Cuba entre cómicos: Candamo, Covarrubias y Prieto (en coautoría con Manuel Villabella); En tercera persona: crónicas teatrales cubanas (1969-2002); Cuba: viaje al teatro en la revolución (1960-1989); Alánimo, Alánimo; El vaquerito; Teatro nuevo, una respuesta; El teatro cubano actual: diálogo con los niños; Este único reino; Piñera y Felipe: escándalo y mito; Manuel Reguera Saumell: teatro incompleto, y Teatro Alhambra (Vol. I y II), en coautoría con Aniceto Valdivia. Como productora trabajó en el documental Soy Cuba, O Mamute Siberiano.
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