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lunes, 17 de agosto de 2020

Conversando con el Dr. Sergio Pérez, psiquiatra cubano


El psiquiatra cubano Sergio Pérez, (Bayamo, 1953) es una autoridad mundial en suicidios para los que ha elaborado una estrategia terapéutica basado en que se trata de una muerte evitable y necesitada de que el entorno de la persona con depresión y/o tendencia suicida sepa cuándo hacer la pregunta clave: ¿te vas a matar? Pérez habla sin pelos en la lengua, alejado de cualquier academicismo, incluidos sus enfoques sobre pobreza y represión en Cuba, donde avisó que votar NO al plebiscito constitucional de 24 de febrero de 2019 era una clara apuesta por la salud mental. El periodista no podía dejar pasar la oportunidad y quiso saber su autorizada opinión sobre los efectos psiquiátricos del confinamiento prolongado por la pandemia mundial del coronavirus o los efectos reales de la fe religiosa en la psique de las personas. Pero no se equivoquen, Sergio Pérez no es un incendiario, tampoco un francotirador, solo un médico coherente que hace mucho tiempo tiene su propia clave para ser feliz: trabajar mucho y desear sólo lo necesario. Así anda por el mundo y su entorno bayamés, aunque no deja de mirar con preocupación a Cuba donde la pobreza ya provoca suicidios y se ha producido un intercambio de roles. Ahora, las mujeres se ahorcan y los hombres se dan candela.

¿Cómo influye la pobreza en la salud psiquiátrica de los cubanos?

-La pobreza no es sinónimo de pobreza espiritual. Más que la pobreza, influyen las dificultades para salir de esa pobreza y la incertidumbre de no poder satisfacer las necesidades mínimas cotidianas o hacerlo malamente a costo de un daño no despreciable a la autoestima.

¿Cómo afectan a la salud psiquiátricas de los cubanos los mensajes gubernamentales de imposición de la felicidad y el ocultamiento de zonas erróneas u oscuras de la sociedad?

-Con el acceso a más fuentes de información, cada día son más los cubanos que no creen en los medios de comunicación gubernamentales. El divorcio entre la realidad vendida en los medios, con la realidad propiamente dicha es reconocida por la población y ya ha sido incorporado como chiste, al enfrentamiento de la escasez cotidiana, como por ejemplo, si quieres comer bien, vete para el noticiero de televisión. Los que aún creen en ese mensaje, tienen esperanzas y parafraseando al escritor Augusto Roa Bastos: el peor suplicio que se le puede hacer a un hombre, es engañarlo con la esperanza.


El poder en Cuba sigue teniendo como asignaturas pendientes, la generación de bienestar y asumir la discrepancia política como algo consustancial a los seres humanos. ¿Cómo influye la represión castrista en el ánimo de los cubanos y qué derivaciones psiquiátricas tiene la imposición y sostenimiento de un monólogo totalitario?

-Cualquier represión ocasiona en quien la padece diversos estados anímicos, pensamientos y conductas como consecuencia de ser reprimido. Los que tienen más problemas con la salud mental son aquellos que la aceptan e incluso cooperan con quien la ejerce. Otros, los que utilizan diferentes mecanismos de confrontación, son los menos afectados, pues la hostilidad que genera ser reprimido, es canalizada por diversas vías.

Cuba es una nación con una tasa notable de emigrados y potenciales emigrantes. ¿Qué impacto emocional tiene la emigración en las familias cubanas y cómo puede afrontarse la pérdida de un familiar ahogado en el Estrecho de la Florida o devorado en la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá?

-El impacto emocional de la emigración para los cubanos residentes en la isla depende de muchos factores y para muchas familias es la tabla salvadora para paliar la difícil situación cotidiana en la que sobreviven la mayoría de los cubanos. La pérdida de un ser querido en esas condiciones tendrá una reacción de duelo que tendrá una evolución diferente para los familiares que presenciaron la muerte, que para los que quedaron en la isla. También será diferente para los que mantenían excelentes relaciones con los que corrieron tal suerte o será sentida como un alivio definitivo para quienes mantenían relaciones caóticas. Lo que sí es cierto es que abundan los hogares rotos en Cuba, sea por los que buscan la realización de sus sueños en otros países o los que son utilizados por el gobierno como colaboradores para obtener fuentes de ingresos.

Usted ha dicho que la gente se mata en correspondencia con su cultura. ¿Cómo es la cultura cubana del suicidio?

-Ha variado con el tiempo y la accesibilidad a los métodos suicidas. En las provincias orientales existía el cinturón suicida, conformado por Las Tunas, Granma y Holguín, pues en esas provincias se concentraban las tasas más elevadas y era muy frecuente el uso del combustible como método suicida. Con la migración interna, a los orientales, etiquetados como 'palestinos', se les puede encontrar en Matanzas, Mayabeque, Artemisa o en La Habana, llevándose consigo su cultura suicida e incorporando aquellas propias de estas regiones. El ahorcamiento en mujeres, está siendo frecuente, lo cual no era usual hace décadas, como tampoco lo era el uso del fuego por los hombres. Eso también ha variado. Los motivos económicos no eran motivo de suicidio. Sin embargo, ya lo son.

Usted, que es un reconocido experto internacional en suicidio, ha dicho que es una forma de muerte evitable. ¿Un suicida pretende lanzar un mensaje, culpabilizar a su familia y a su entorno?

-Puede ocurrir que un suicida deje una nota culpando a algún miembro de la familia, o a sus circunstancias. Pero el suicidio es una muerte que se presenta en personas que pertenezcan a algunos de los grupos de riesgo de suicidio, como son los deprimidos, los que tienen ideas suicidas o amenazan con suicidarse, los que hacen un gesto suicida o intentan el suicidio, los familiares del suicida, y los sujetos vulnerables por otras condiciones psiquiátricas no depresivas o enfermedades físicas, que se encuentren abocados en una situación de crisis suicida. Y aunque los motivos más frecuentes sean los conflictos de pareja y familia, no son la causa del suicidio, pues otras personas que no se suicidan, manejan de manera no autoagresiva esos conflictos.

Aunque usted está jubilado del sistema sanitario cubano, ¿maneja cifras recientes de tasas de suicidios por edades en Cuba y, si las tiene, qué lectura hace?

-Las estadísticas, según mi profesor, “es el arte de mentir con los números”. Me he dedicado a los aspectos relacionados con la clínica del suicida, principalmente la psicoterapia de la crisis suicida, y no manejo datos estadísticos. Cuando me inicié en el estudio del suicidio en Cuba, esos datos eran parte del Síndrome del Misterio y no era juicioso manejarlos. De hecho, fui acusado por el Jefe del Grupo Nacional de Psiquiatría, a inicios de la década de los 90 del siglo pasado, de “dar datos de suicidio en el extranjero, que atentaban contra la seguridad del estado” y citado al Ministerio de Salud Pública, para esclarecer eso y también “mis deseos de crear un sistema de salud paralelo en Cuba”. Pero como no tenía ningún dato estadístico en ninguno de mis libros escritos hasta ese entonces, y otros errores cometidos por quien me acusó, no tuve problema alguno.

¿Cómo debemos actuar ante familiares y amigos que sufran depresión o que sean propensos a padecerla?

-Reconocerlos como afectados de esa condición, hacerles la pregunta salvadora, es decir: ¿has pensado matarte? y si responde afirmativamente o no responde, acercarlo a las fuentes de salud mental, pues una depresión no suicida puede, sin tratamiento, trocarse en una depresión suicida.

¿Qué secuelas psiquiátricas genera un pandemia como el coronavirus, en la población mundial?

-Las secuelas psiquiátricas de esta pandemia dependerán de la vulnerabilidad de los ciudadanos y la eficacia o ineficiencia de sus mecanismos de adaptación. Tendrán mayores secuelas las poblaciones con menos factores protectores individuales, familiares y sociales.

¿Podríamos asistir a un incremento de suicidios y de autolesiones en el mundo, a partir del enclaustramiento obligatorio en espacios confinados?

-Todo evento externo actúa a través de las condiciones internas del sujeto. El enclaustramiento obligatorio afectará más a las personas que no han aprendido a estar consigo mismo y no están acostumbrados a permanecer junto a otros. También afectará en mayor medida a las personalidades con serias dificultades en las relaciones familiares que han sido obligados a permanecer juntos. Todo lo que ponga en peligro la vida de manera inmediata, disminuirá las tendencias suicidas.

¿Cómo una persona puede convivir con el aislamiento obligatorio y qué herramientas tiene a su alcance para aliviar su privación de relaciones intrafamiliares y sociales por razones epidemiológicas?

-Ello depende de los mecanismos de adaptación del sujeto. Las herramientas son múltiples y dependen de la creatividad de cada quien y de su capacidad para afrontar las circunstancias adversas.

¿Los sistemas educativos actuales generan conductas suicidas o alejan a los alumnos de esa opción?

-Los sistemas educativos no educan, malamente instruyen. El acoso o bullying puede ser un detonante muy frecuente de suicidio en niños y adolescentes. El suicidio es una desafortunada decisión y hay que enseñar a tomar decisiones no autodestructivas, a resolver problemas y a ser resiliente, sin que esa supuesta resiliencia sea la tolerancia a lo intolerable.

El capitalismo financiero ha generado, en el mundo, una carrera acelerada por ser el más rico del cementerio, virtud que solo está al alcance de una minoría y que genera grandes bolsas de frustrados. ¿Podría influir esta competencia humana en la tasa de suicidios?

-Los que se meten en esa competencia pueden ser candidatos al suicidio. Los que tienen la habilidad de mantenerse al margen, si no tienen tendencias suicidas, es muy poco probable que lo cometan.

La ancianidad es la etapa final de la vida, salvo para los creyentes en la reencarnación. A esa edad, llegan la soledad y la pérdida de afectos contemporáneos, ¿cómo debe afrontarse la vejez?

-La vejez se enfrenta viviéndola de la misma manera que se enfrentó la niñez, la adolescencia, la juventud y la adultez, pues se envejece tal cual se ha vivido. En la vejez no llega la soledad si se considera que nos ofrecen la oportunidad de estar con menos personas durante más tiempo.

La prédica popular asegura que las personas que profesan una fe sobrellevan mejor las pérdidas emocionales y los fracasos que los ateos. ¿Qué herramientas tenemos los no creyentes para hacer los duelos que nos toquen?

-Es una prédica popular que no refleja la realidad. La fe no es privativa del creyente, pues se puede tener fe en las propias potencialidades, fe en un futuro mejor y trabajar hoy para ir lográndolo. Las herramientas son incluir el fracaso y las pérdidas como parte consustancial a la vida y desarrollar el aprendizaje que dejan esos fracasos y esas pérdidas para no repetirnos o aceptar lo que no se puede cambiar. Toda experiencia por muy trágica que sea, es una lección de vida si se la aprovecha.

Imagine que una niña y un niño quieren preguntarle cómo ser feliz. ¿Qué les respondería?

-Que trabajen mucho y deseen poco, solamente lo necesario.
-Que compitan con ellos mismos, para ser mejores cada día.
-Que no hagan daño y que sean congruentes en lo que piensan, sienten, dicen y hacen.

Carlos Cabrera
CiberCuba, 24 de junio de 2020.

Videos: Dos de la veintena de consejos que el Dr. Sergio Pérez ofrece en su Canal de You Tube.


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