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sábado, 18 de junio de 2011

Escáner de un periodista independiente cubano


Por Iván García, La Habana

Después de 15 años haciendo periodismo libre en Cuba, al margen del Estado, uno aprende a tomarse las cosas con calma. Sin una dosis de sosiego asiático a la hora de escribir crónicas e historias, resulta imposible sobrevivir al desaliento o los típicos ataques de ansiedad.

Ser reportero independiente en la isla es coquetear con la abstracción. O la ciencia paranormal. Es una buena manera de entender a Kafka o el surrealismo de Dalí. Hacer periodismo sin mandato, es un ejercicio de personas idealistas y obstinadas.

Es lo que soy, idealista y obstinado. A veces caen en mis manos artículos de la prensa internacional. Cuando los leo, observo las facilidades que tienen los colegas en aquellos países donde hacer periodismo es una profesión sin leyes que apunten sobre tu cabeza y te amenacen con años de cárcel.

En sociedades democráticas, puedes usar cuantas cifras y datos estimes necesario. Las estadísticas o finanzas del gobierno o de una empresa no son secretos militares. Es posible entrevistar a ministros, senadores y voceros, aunque no pertenezcas a su mismo partido o tengas otra visión del mundo.

Esa libertad a la hora de informar es el sueño del centenar -tal vez un poco más- de cubanos que en la isla hacemos periodismo por cuenta propia. Pero el régimen de Castro no te la pone fácil. Además de amenazarte, insultarte y acusarte de traidor a la patria, meticulosamente bloquea las posibilidades de recibir informaciones provechosas y útiles para la labor de cualquier reportero.

Es uno de los motivos por el cual la mayoría de los periodistas independientes en Cuba nos vemos obligados a escribir artículos de opinión, crónicas e historias en primera persona o redactar noticias basadas en fuentes anónimas.

Noticias que a veces se quedan cojas por falta de opiniones autorizadas. Funcionarios que prefieren callar. Por temor a infringir esa ley mordaza que por hablar con un 'mercenario de la pluma' puede ir varios años a prisión.

Entonces, los planes y proyectos se van al carajo. Tengo deudas periodísticas que me agobian.

Siento no haber podido conversar con Reina Luisa Tamayo sobre la vida de su hijo Orlando Zapata sin evadir temas peliagudos, presentarlo como un hombre de carne y hueso y no como un mártir. O escribir un reportaje a fondo sobre el mal estado de los centrales azucareros. O tocar el mundo oculto, pero real, de los negocios de empresarios de verde olivo.

Deseo hacer un análisis concienzudo de la agricultura cubana. Me interesaría redactar un artículo donde pueda insertar puntos de vista de personeros gubernamentales, pese a sus fundamentalismos y caras de circunstancia.

Un periodista sin mandato es un ser que vaga como un fantasma por la ciudad a la caza de información, violando reiteradamente las reglas del periodismo moderno.

He aquí algunos consejos prácticos para colegas occidentales que pretendan reportar en Cuba. No se identifiquen como periodistas. Las imágenes guárdenlas para mejor ocasión: quien te sopla una información no permite ser fotografiado.

Sobre todo debe tener paciencia. En la isla no funcionan horarios y planes programados. Si piensan escribir sobre homosexuales o disidentes, y pretenden realizarlo en una semana, lo más probable es que demoren un mes.

Antes de lanzar la primera pregunta, es casi obligatorio hacer buenas migas con el entrevistado y explicarle que el texto no dañará su imagen. Porque viene sucediendo. Ya uno se ha acostumbrado a que los mandarines estatales te tiren el teléfono. A la vez, corre una moda perniciosa entre ciertos opositores -algunos con buenas dosis de intolerancia- de negarte una entrevista por no estar de acuerdo con tus criterios.

Pese a las dificultades, en 2011 espero realizar proyectos engavetados. Tengo varios en mente. Pero en Cuba todo es demasiado lento. Y surrealista.

Foto: Los periodistas independientes Iván García, Laritza Diversent y Luis Cino, fotografiados por una reportera de Nueva York con la cual conversaron en abril de 2009, en el Hotel Colina, Vedado, La Habana.

3 comentarios:

  1. Platano Microjet
    ¨Opositores con dosis de intolerancia¨. Tienes razon cuando escribiste de los temores de algunos de que aquello pueda convertirse en una segunda Rusia. Ya se veran los multimillonarios salidos de las actuales empresas dirgidas por los ¨verde olivos¨. Gracias Ivan, y es humano en esas condiciones sentir desaliento y ansiedad.

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  2. Un mes a cambio de una semana es demasiado, ohh!! respiro profundo.

    Un abrazo gigante!

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  3. Querida Tania, justo son las 2 de la mañana, hora argentina, y acabo de encontrar tu dirección .Espera un correo mío, cuídate y sabes que te aprecio en grande, me siento feliz por este contacto y saberte en un lugar seguro. Te dejo un fortísimo abrazo, tu amiga de siempre.

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