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viernes, 30 de abril de 2010

El cansino histórico: Thomas Alva Edison

miércoles, 28 de abril de 2010

Las cosas de los americanos


Los americanos, como mundialmente son conocidos los ciudadanos estadounidenses, suelen ser personas distintas al resto de las nacidas en otros países y continentes. Y no sólo la gente común y corriente, también sus gobernantes.

En los 50, siendo una niña, estudié inglés en una de las tantas escuelas públicas gratuitas que había en La Habana. En esos años, Cuba y Estados Unidos tenían relaciones diplomáticas, comerciales y culturales, y como había vuelos diarios a la Florida y Nueva York, muchos cubanos viajaban al vecino del Norte, bien de luna miel, de turistas o para hacer compras. Es lo que a cada rato hacían Ofelia, Clara y Silvia, hijas de nuestra vecina Eloísa, cuando vivíamos en la barriada del Cerro.

Solas o con sus maridos, se iban un fin de semana a Miami y regresaban cargadas de compras, para su extensa familia y también para vender entre sus amistades. Un vuelo a Miami duraba menos que a Isla de Pinos, costaba igual de barato y, sobre todo, se pagaba en pesos, moneda que entonces tenía el mismo valor del dólar.

En esas clases de inglés, a las cuales asistían alumnos de familias pobres, como la mía, no sólo te enseñaban el idioma, si no también historia, geografía y costumbres de los americanos. Además, los cubanos veíamos por igual películas americanas y mexicanas, escuchábamos música americana y cubana y con la misma pasión seguíamos a los equipos de béisbol nacional y a los de las Grandes Ligas.

Todo ello para concluir que desde que nací, en 1942, hasta que Fidel Castro llegó al poder, el 1 de enero de 1959, para mí, y para la inmensa mayoría de los cubanos, Estados Unidos no era un "enemigo imperialista", y a los americanos los veíamos como a los principales turistas que visitaban nuestra Isla y los que más propinas dejaban. Y también, como a inquilinos de una base naval, en la bahía de Guantánamo, oficialmente arrendada el 23 de febrero de 1903, tras la firma por parte de Tomás Estrada Palma, primer presidente de la República de Cuba, del Tratado Cubano-Estadounidense.

Una base, por cierto, donde todos los días, entraba y salía el personal civil cubano que allí laboraba, casi todos residentes en el municipio de Caimanera. Aunque algunos procedían de otras provincias, pero durante un tiempo se iban a vivir en Caimanera, para trabajar en la base. Como los americanos pagaban buenos salarios, con el dinero ahorrado podían mejorar sus vidas y las de sus familias.

Es verdad que algunos turistas y militares americanos no tuvieron el mejor comportamiento. Muy famosa fue la anécdota de los marines borrachos que orinaron sobre la estatua de José Martí, en el Parque Central. Una verdadera ofensa, ampliamente divulgada por la prensa de la época. Y no faltaban, como ahora hacen cientos de turistas europeos y canadienses, quienes iban a Cuba en busca de sexo, en los prostíbulos existentes en todas las provincias. En el mejor de los casos, a gastarse la plata jugando en casinos y emborracharse en bares de su preferencia, como el Sloppy Joe's.

Nunca, que yo recuerde, los cubanos le dijimos "gringos" a los americanos, tampoco "yanquis", palabra inventada por Fidel Castro. Para los cubanos de mi época, los yankees eran los jugadores y aficionados de uno de los clubes de Grandes Ligas que más seguidores siempre tuvieron en la Isla, los New York Yankees, y cuyas iniciales NY entrelazadas en gorras y camisetas, sigue siendo una de las marcas favoritas para la nueva generación de cubanos.

Pero cuando llegó el comandante y mandó a parar, y cuando con su revolución más verde que las palmas todo lo viró al revés, rompimos relaciones con Estados Unidos. En febrero de 1962 ellos decretaron un embargo comercial y durante 51 años hemos vivido una relación de amor-odio, con más odio que amor, pese a esporádicas lunas de miel. Si la situación no ha sido peor, ha sido por los vínculos familiares, personales, humanos, que después de la llegada al poder de los hijos ilustres de Birán, han permanecido casi inalterables entre los cubanos de una y otra orilla.

A partir de 1959 y hasta la fecha, ninguna administración en la Casa Blanca, incluida la de Obama, ha dado pie con bola con Fidel Castro, su gobierno y su revolución. Los tira-y-encoge han sido continuos. La cuestión es que desde hace tiempo, Cuba no sólo figura en Washington como violadora de los derechos humanos: también aparece en una lista negra del terrorismo, me imagino que por su amistad con Irán, Siria, Yemen...

Y ahora, cuando a los americanos se les volvió a meter el miedo en el cuerpo por ese intento de hacer explotar un artefacto en un vuelo Amsterdam-Detroit, el 25 de diciembre, nada más y nada menos, porque Cuba aparece en esa lista negra, los cubanos -quienes suelen ser fervientes admiradores del American Way of Life, les encanta la bandera de las barras y las estrellas y de memoria se saben The Star-Spangled Banner- cuando viajen a USA, van a tener que pasar una minuciosa revisión corporal y en su equipaje, como si fueran discípulos de Bin Laden.

Una verdadera paranoia. O locura. Como aquel caso, después del 11-S, de un cubano a quien le tenían trabada la visa en La Habana porque su apellido era de origen árabe. Así y todo, con sus cosas, sus manías, sus crisis y sus problemas, para los cubanos El Dorado sigue estando a 90 millas de sus costas. Y como fans fieles, también dicen God Bless America!

Tania Quintero

Foto: Hank Walker, revista Life. Febrero de 1960. Empleados cubanos aguardan para cobrar su salario en la Base Naval de Guantánamo.

Damián responde a Daniel

Iglesia de los Sagrados Corazones. Paseo de la Habana. Madrid by Carlos Viñas.
Estimado compatriota Daniel:
Me permito hacer algunos apuntes a tu emotiva "reflexión" (). Lo primero que llamó mi atención es que eligieras ese término para definir lo que querías expresar, ¿pura coincidencia o influencia inconsciente del periódico Granma?
Que no seas una figura pública, no significa “que no seas nadie”. Tú y yo hemos conocido a muchas figuras públicas en las más diversas temáticas, que ahora son “menos que nadie”. De hecho, desde que publicaste tu reflexión, ya eres alguien con trascendencia internacional... aunque lamentablemente, sólo tu ego lo disfrute.
En tu juventud formaste parte de un estudiantado elitista, pues te graduaste de una carrera que no conlleva una convocatoria masiva. Según los estatutos del Partido Comunista, los que pertenecen a sus filas son una clase de vanguardia, los mejores hijos de Cuba. Ser miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución, es el resultado de la labor destacada que como internacionalista cumpliste en Etiopía, pero además, ¡trabajas en un hotel para el turismo internacional! O sea, que tienes todos los requisitos necesarios para mostrar el brillante currículum que te categoriza como un revolucionario ejemplar y un ciudadano con prebendas. No seas tan modesto: en Cuba tú eres alguien excepcional.
Matanzas fue la provincia que mayor número de centrales azucareros tuvo en su época, y hoy, perdida su tradición agrícola, es la segunda región cubana que más capital aporta a la economía del país por el concepto turístico. ¿Que podrían decir los procedentes de las otras provincias cubanas que, exceptuando a Ciudad de La Habana no tienen ese beneficio? Creo que la reflexión de ellos sería mucho más profunda que la tuya.
La información nacional e internacional que posee la inmensa mayoría de los cubanos proviene del radio, la televisión y la prensa nacionales, y estos pasan la más estricta censura, por lo que el pueblo a estas alturas, es experto en desinformación de la realidad mundial. Tú eres un privilegiado dentro de ese pueblo, tan solo por la simpleza de poder acceder a los medios de comunicación internacionales libre y gratuitamente, los que según planteas, te llevaron a reflexionar. Deduzco que el resto de los cubanos sin esos accesos no está en condiciones de hacer lo mismo, y te pregunto: ¿Si estuvieran en tu posición, reflexionarían o reaccionarían?
Si a ti te confunde la muerte de Zapata, a mí me sorprende tu confusión.
Según Wikipedia: El fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz, particularmente hacia una causa religiosa, política, deportiva, pasatiempo o hobby.
Consta de una apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo desmedido y monomanía persistente hacia determinados temas, de modo obstinado, algunas veces indiscriminado y violento.
El fanatismo puede referirse a cualquier creencia afín a una persona o grupo. En casos extremos en los cuales el fanatismo supera la racionalidad, puede llegar a extremos peligrosos, como matar a seres humanos o encarcelarlos, y puede incluir como síntoma el deseo incondicional de imponer una creencia, considerada buena para el fanático o para un grupo de los mismos.
Con el concepto de fanatismo claro, creo que quedan respondidas muchas de tus preguntas al respecto, pero a mí me surge otra: Si tú fuiste a una guerra, es un hecho que mataste seres humanos, entonces, eres un fanático, lo cual me demuestra que ese caldo de cultivo que te preocupa existe con muchos sabores desde hace años en el país, e incluso, tú fuiste uno de los que lo sazonó ¿o no?
No estoy de acuerdo con las huelgas de hambre. En realidad, no me identifico con ninguna manifestación de violencia, pero como “cada persona es un mundo”, sería posible que después de tantos años de represiones a los más simples instintos humanos, que en Cuba se le permita a alguien el derecho de morir como desee y por lo que desee, sea un logro (aunque no deje de ser fanatismo). Tal vez si Zapata hubiera tenido esa misma alternativa con su vida, estuviera vivo y nunca lo hubieran encarcelado. A los revolucionarios los consideran cobardes cuando atentan contra su vida, pero como Zapata no lo era, ¿cómo lo consideran, valiente?
Es evidente que no estás bien informado, pues desde 1966, ya suman once los cubanos que han muerto en huelgas de hambre por ideales políticos, y parece que lamentablemente, la cifra aumentará.
A ti te preocupa un suicidio reciente en Cuba y recuerdas a los fallecidos injustamente en Irlanda hace como 30 años. A mí me angustia pensar en los miles de cubanos que han muerto en el mar por no coincidir con la política revolucionaria. Y los miles que, por coincidir con la política revolucionaria, murieron en guerras ajenas e infructuosas. Me molesta ser uno de los millones que estamos dispersos en el planeta, aunque disfrutemos la “exclusividad mundial” de tener que “pedir permiso” para entrar a nuestro país.
Hay muchas contradicciones en tu carta, con los conceptos, los puntos de vistas, opiniones… Son las incoherencias acumuladas dentro de ti y como dice la canción: “se agolpan unas a otras, y por eso, no te matan”. Un ejemplo: (copio y pego) “A mí la revolución no me educó para convertirme en una persona insensible, ni en una máquina de repetir consignas (aunque lo han intentado).” ¿To be or not to be?
Otro: “Cuestionar la versión oficial de quién era Orlando Zapata no significa que comparta sus ideales (que desafortunadamente ni siquiera conozco).” Bueno… si no conoces los ideales de Zapata, ¿cómo niegas que los compartas? A lo mejor si los conocieras, sí los compartirías…
Otro más: “Soy consciente de que el mero hecho de plantearme esto me coloca en el bando del enemigo. Pero yo no soy el enemigo.” Error: Pienso que desde el momento en que permitiste que tu carta se hiciera pública en Internet, si yo fuera tú no estaría tan seguro. ¿Se te olvidó la Ley de peligrosidad?
Con tantas cosas que tú te cuestionas, yo me cuestiono tu militancia comunista, me cuestiono que tengas 44 años, hayas ido a una guerra, y no hayas repetido consignas. Es más, me cuestiono que vivas actualmente en Cuba.
Perteneces a mi generación, frustrada, decepcionada, perdida y llena de incomprensiones ante el absurdo: desde tener problemas por escuchar a los cantantes que colocaron en la lista negra y posteriormente, por tener un dólar encima. No poder hablar inglés porque era el idioma del enemigo. Tener que andar pelado a lo militar cuando se usaba la melena. No poder dialogar con un extranjero, porque todos eran de la CIA. Eliminar las relaciones con los familiares que salían definitivamente de Cuba, etc. De igual forma, en la casa no podíamos, como militantes comunistas, permitir que nuestras madres y abuelas exhibieran las efigies religiosas de los santos a los que ofrecían su culto, o el clásico cuadro del Sagrado Corazón de Jesús. La lista podría ser interminable.
Todo esto, estimado Daniel, fue el origen de la doble moral, esa que nos sembraron día a día, y de cuyos frutos nos alimentaron. ¿En qué refugio del país estuviste escondido que no lograste ver esas incomprensiones hasta ahora?
Con el tiempo, los principios revolucionarios que prevalecieron en mi juventud cambiaron: ¿para bien o para mal? Todavía me pregunto.
Plantaron una estatua de John Lennon de bronce a tamaño natural en uno de los parques más céntricos de La Habana. José Feliciano grabó una canción de Silvio Rodríguez a dúo con él y se difundió en la radio cubana como un gran éxito. Pasaron hasta el cansancio en los cines la película La Vida sigue Igual de Julio Iglesias y además, me dijeron que mantuviera relaciones con mis familiares en el exterior porque la familia cubana es una sola. Realmente, llegó un momento en el que perdí la definición de los conceptos “bueno” y “malo” y había una gran confusión en mi cabeza, al punto de que no dejaba a mi hija retratarse con la estatua de John, y ella no entendía por qué.
Yo soy un producto de la Revolución y por tanto, me siento como un robot burdamente elaborado que tuvo la suerte de escapar del laboratorio.
Los cubanos radicados en el exterior con empresas sólidas, tienen prohibido introducirse en el mercado cubano, mientras se le da ese derecho a los extranjeros y casi siempre con fatales consecuencias. Cuba me enseñó a cambiar su moneda por la del enemigo para adquirir hasta un desodorante. Es cierto que existe el bloqueo, pero con los años ha evolucionado en un bloqueo genético que afecta la mente de los cubanos.
España no pone restricciones políticas, raciales ni religiosas para otorgarte la ciudadanía, pero Cuba, un país libre y sin discriminación, te acondiciona la ciudadanía a un partido político. ¿Acaso no se puede ser comunista y español? Pero ese tipo de restricciones no es nuevo.
Si en Cuba las mujeres tienen tantos derechos, ¿por qué la mujer cubana no puede participar en un concurso de belleza mientras Venezuela colecciona Miss Universos? ¿Es que las cubanas son las más feas del mundo?
El sistema de gobierno perfecto no existe Daniel, y eso todos lo saben, por eso es que lo cambian cada cuatro años, máximo ocho. Nada que tenga 50 años mantiene la misma calidad, es imposible. Tal vez eso responda un poco algunas de tus preguntas. Tal vez cuando se le omita la “R” a Revolución, como propusiera recientemente Silvio, encontrarás “dónde quejarte, lamentarte y exigir”, pero eso no soluciona el problema. Decirle al médico tu dolor, no garantiza que te lo cure.
Estas son algunas impresiones de un cubano que tiene más de siete años y sin embargo, desayuna con leche todos los días y la compra en la bodega de la esquina con el dinero que gana por su trabajo. Eso puede parecer estúpido para el mundo, pero para mí, marca la diferencia.
Yo no salí de Cuba por problemas políticos. Yo simplemente, “me di el alta.” Es mi mayor deseo que tú y los cubanos que piensan como tú no acaben sus vidas congelados por el “frío invierno del Caribe”, pero sobre todo, eviten que se les congelen las neuronas.
Alguien dijo: “Solo los débiles se dejan arrastrar por la corriente sin conocer el final del curso.”
Deja de mirarte el ombligo, y bien sabes que con la autocrítica no se resuelve NADA. Sin dudas, tú eres valiente e inteligente. Hombres como tú han cambiado la historia, y los conoces. Tú puedes hacer más que ir a luchar por africanos desconocidos, una huelga de hambre, o buscar respuestas desesperadamente con una linda carta. ¿Qué esperas?
Amistosamente,
Damián Pereira
Madrid
Foto: Carlos Viñas, Flickr. Vitral en la Iglesia de los Sagrados Corazones. Paseo de La Habana, Madrid.

lunes, 26 de abril de 2010

Santa Clara, de apacible a violenta

Cuba Travel Photography: Daily-life Photo Image Picture Santa Clara Cuba.122 by Hans Hendriksen by hans hendriksen.

Por Iván García

La ciudad de Santa Clara, en la central provincia de Villa Clara, a 300 kilómetros, de La Habana, a vuelo de pájaro parece una localidad apacible, tranquila y de gente atenta. Eso sí, limpias sus calles.

Pero la tranquilidad es sólo en apariencia. Ramón Cedeño, 64 años, militar jubilado, se gana la vida como taxista particular en un viejo coche ruso Lada 2105, que le otorgó el gobierno cubano hace 20 años en recompensa de su buen trabajo como oficial en una unidad de la defensa antiaérea.

En 2010, Cedeño ya no vive de las nostalgias y las historias de cuando fue un perro de la guerra en varios países del continente africano. “Mi padre, ya fallecido, es oriundo como toda mi familia, de aquí de Santa Clara, antes de la revolución fue chofer de taxis, nunca pensé que iba a terminar mi vida conduciendo un automóvil 12 horas, para buscar unos pesos, indispensables para poder llevar tres platos de comida a la mesa”, dice Cedeño mientras conduce por las estrechas calles de la ciudad villaclareña.

Según Cedeño, las noches en Santa Clara en el mes de febrero se convirtieron en un campo de batalla. “Han aparecido 27 personas muertas, apuñaladas o con disparos de armas de fuegos, ya no se puede salir de noche, cualquier asunto sin mucha importancia, puede desencadenar la violencia, en los parques de la ciudad, cuando anochece se llena de gente que vende drogas, la prensa local no ha dicho una palabra”, comenta el taxista.

A las 3 de la tarde en el marginal barrio de La Chirusa, dos mujeres se insultaban cuchillo en mano, mientras un nutrido grupo de curiosos observaban la escena. Según un vecino del lugar, el número de muertos por riñas o violencia familiar supera la veintena.

Santa Clara, una ciudad rodeada de un pequeño promontorio conocido como la Loma del Capiro, fue famosa en 1958, por la batalla que dirigió el guerrillero argentino Che Guevara frente a las tropas del dictador Fulgencio Batista y que provocó la caída del tirano.

Incluso al mítico guerrillero se le ha construído un mausoleo donde se guardan sus restos mortales, recuperados en la ciudad boliviana de Valle Grande en el 2001, donde fue enterrado tras su caída el 9 de octubre de 1967 en Quebrada del Yuro.

52 años después de la batalla que llevó al poder a Fidel Castro, la ciudad de Santa Clara es un infierno chiquito. Y la vida se cotiza a la baja.

Foto: hans hendriksen, Flickr

viernes, 23 de abril de 2010

miércoles, 21 de abril de 2010

Después de los barbudos


Por Tania Quintero

Contentos y felices. No faltaba más. Con aquel carismático líder de 33 años, la edad de Cristo. Los habaneros, y los cubanos todos, sinceramente creímos que había comenzado una etapa de paz, libertad, democracia y prosperidad para nuestra patria. 51 años después, los habaneros así viven.

Como en un pueblo de campo cualquiera. Aunque los siguen matando para comer su carne, los habaneros descubrieron que los caballos pueden ser buenos aliados. Los perros han sido abandonados a su suerte. Y los gatos, a falta de conejos... pa'la olla! Unos y otros rodeados de casas en estado ruinoso, salvo excepciones.

Havana Street por mandalaybus.

Taxi Service in Havana por mandalaybus.

Selling Produce in Havana por mandalaybus.

Havana Street Life por mandalaybus.

Havana Street por mandalaybus.

Havana mama on balcony por Mr. Mark.

Dogs in Havana por Patricialicious.

Casa Potin Cat. por Robin Thom.

havana street from above por konnexus.

Patricia taking pictures in Havana por Patricialicious.

Esta turista, a modo de constancia de su paso por esa ciudad en ruinas que es hoy La Habana, se deja fotografiar con el deprimente panorama de fondo. Es el colmo. Y una desvergüenza para quienes han dejado que la capital cubana parezca víctima de un terremoto.

En medio del snobismo naif, destaca la ropa desempercudida. Una muestra de que pese a la escasez de agua y detergente, los habaneros no dejan de lavar y secar su ropa al sol.

Fotos: Grey Villet (Life), mandalaybus, Mr. Mark, Robin Thom, konnexus y Patricialicious, Flickr

lunes, 19 de abril de 2010

El flagelo de la corrupción


Por Iván García

Bienvenido a la isla del robo. Pase usted por cualquier gasolinera, oficina de atención a clientes o bufete jurídico y por debajo de la mesa, con dinero en mano se resuelve lo que desea.

Siéntese con su familia a cenar en un exclusivo y caro restaurant, y verá cómo lo timan al servirle un trozo de asado, y si no tiene los ojos abiertos, le recargan la cuenta con un descaro que raya en la insolencia.

Probablemente estos robos de los “malandros” cubanos, sea habitual en cualquier rincón del planeta. Pero la prensa los denuncia, no se oculta el fenómeno. En Cuba sí.

La rica fraseología gubernamental acuña un término ambiguo para clasificar los robos y pérdidas: "desvío de recursos" o "faltantes". En todos los estamentos de la sociedad cubana, la persona o participa del robo, es cómplice o compra productos sacados la noche anterior de un almacén estatal.

La gente no labora donde pueda tener un mejor salario. No. Trabaja en lugares donde pueda robar a manos llenas. Porque el sueldo de fin de mes es un simple estipendio.

Les contaré un par de historias. En una gasolinera que presta servicio al Ministerio del Interior, a tiro de piedra de Villa Marista, cuartel general de la Seguridad del Estado, hace unos días la policía desmanteló una red que falsificaba bonos de gasolina y petróleo.

Trabajadores del centro aún están bajo investigación. A uno de los jefes se le ocupó una máquina para confeccionar bonos falsos de combustible. Les explico.

En Cuba, el gobierno intenta controlar en forma de vales el gasto de combustible. Una legión de burócratas planifica la gasolina a gastar por cada empresa en un mes. Y los kilómetros que deben recorrer los coches estatales. A cada empresa se le distribuye un número de bonos de combustible, que por la extensa crisis se han ido recortando.

Pues en esta gasolinera que presta servicio a coches del Ministerio del Interior, debido al descontrol, se robaban mensualmente miles de litros de gasolina. Luego, estos litros se vendían a particulares o a oficiales de la institución, quienes como cualquiera en la isla necesitan un extra de combustible para resolver asuntos personales.

Es un negocio rentable. El litro de gasolina especial cuesta 0.90 cuc (1 dólar) y se suele vender en el mercado negro a 10 pesos (40 centavos de dólar). Ya hace unos años, Fidel Castro intentó controlar el robo desmesurado de combustible colocando trabajadores sociales y máquinas para vigilar la venta. Miles de empleados corruptos fueron despedidos.

Pero ni así. A la vuelta de unos meses, los nuevos empleados ya estaban robando. En este caso que les cuento los trabajadores pertenecen al Ministerio del Interior. Nadie está a salvo en Cuba del flagelo de la corrupción.

La otra historia es mucho más penosa. Lo sucedido en el hospital siquiátrico de La Habana, en el mes de enero, donde por negligencia fallecieron 26 pacientes, tiene tras bambalina un trasfondo de corrupción.

Según cuenta una persona que trabaja en una comisión que investiga los sucesos, se sustraían diariamente cientos de sacos de arroz, leche en polvo y cajas de pollo o pescado. Algunos trabajadores del centro hospitalario vendían festinadamente sábanas y colchas destinadas a los pacientes.

En los alrededores del hospital, vecinos del barrio preferían ir a comprarle productos a empleados del centro que al desabastecido mercado estatal. Varias casas cercanas, están pintadas del mismo color que el sanatorio.

En Cuba, para obtener cemento, materiales de construcción o comida la gente, recurre al mercado negro. Esto genera una pérdida de valores ostensible, pues personas honradas ven normal consumir artículos robados.

A veces la prensa oficial publica una reseña sobre la corrupción y el robo. Pero a cuentagotas informan de un fenómeno que está latente en todas las estructuras de la sociedad cubana. Hace unos días, la televisión de la provincia de Santiago de Cuba, a mil kilómetros al este de La Habana, pasó un reportaje sobre el recorrido de Lázaro Expósito Cárdenas, primer secretario del partido en la provincia, por centros gastronómicos y de elaboración de productos alimenticios.

Lo visto daba ganas de vomitar. Cucarachas, suciedad y mala elaboración en la confección de alimentos. Al parecer, la cadena nacional televisiva pensó que era muy crudo exhibir el material y lo censuró. En 51 años de revolución de verde olivo, la corrupción rampante es un fenómeno que el gobierno no ha podido atajar.

Es simple, la gente no se siente dueña de los medios de producción, como le repiten los catálogos de marxismo. Y ve al Estado como una institución que los explota. Si a esto usted une la escasez, entonces el motor de la corrupción está presto a funcionar a todo gas. A robar se ha dicho.

Foto: tuty420, Panoramio

Eyjafjallajökull

Gos by Sverrir Thor.
Por Tania Quintero
Así, inpronunciable, es el nombre del glaciar-volcán, en Islandia, que mantiene en vilo a Europa, donde aeropuertos y espacios aéreos de varios países han tenido que ser cerrados, por las enormes nubes de cenizas que despide. Y que lentamente se pasean por los cielos del Viejo Continente. Con los consiguientes contratiempos para las autoridades, miles de pasajeros y enormes pérdidas diarias para las compañías aéreas, europeas y de todo el mundo.
Y lo peor: se desconoce hasta cuándo estará vomitando sus espectaculares lenguas de fuego. La erupción anterior ocurrió hace 189 años, en 1821, y estuvo activo durante dos años, hasta 1823.
El Eyjafjallajökull es uno de los glaciares más pequeños de Islandia. Si llega a ser el más grande...
Foto: Sverrir Thor, Flickr
Video: Del cuarto día de erupción, el miércoles 24 de marzo de 2010, hecho por Icelandic National TV.

viernes, 16 de abril de 2010

miércoles, 14 de abril de 2010

Antes de los barbudos


Por Tania Quintero

Por muy pobres que fueran, antes de 1959, los cubanos andaban limpios y adecuadamente vestidos. Fueran profesores, como los de la foto superior, reunidos en la Escuela Normal de Maestros de La Habana, en mayo de 1945. O amas de casa, abogados, obreros, sindicalistas, políticos, empleados...

Los cubanos vivían orgullosos de su capital. La Habana era una ciudad cosmopolita, a la altura de Nueva York, Buenos Aires, Sao Paulo, París o Londres. Los habaneros tuvimos tiendas por departamentos mucho antes que Madrid. Dos primos asturianos que habían trabajado en la renombrada tienda cubana El Encanto, cuando en los años 40 regresaron a España decidieron abrir dos grandes almacenes. Un primo, Pepín Fernández, abrió una tienda llamada Galerías Preciado. En la acera de enfrente, el otro primo, César Rodríguez, decidió crear un gran almacén al cual llamó El Corte Inglés.

Españoles eran también los dueños de una de las más famosas joyerías que hubo en La Habana, Cuervo y Sobrinos, actualmente con tiendas en varias ciudades del mundo. Con el mismo lujo y la misma calidad de aquella que una vez tuvieron en Cuba. Todo eso fue antes de que llegara el comandante, mandara a parar y comenzara a destrozar. Sí, es cierto. Había que acabar con la pobreza, el analfabetismo y la politiquería, entre otros males. Pero no acabar con el país entero.

El comandante quiso acabar también con la costumbre de usar trajes y corbatas los hombres. Y las mujeres ir apropiadamente vestidas, para ir a trabajar, o para estar en su casa. Y lo consiguió. Con la implantación de la "libreta de productos industriales", en marzo de 1962, los cubanos fueron obligados a vestirse racionadamente. No con lo que les gustara, si no con lo poco y feo que por un cupón podían comprar en las escasas tiendas.

Para esa fecha, de un plumazo habían sido eliminadas las reglas de cortesía. En lo adelante, sería un pecado decirle a alguien "señor", "señora" o "señorita" . Comenzó a ser anticuado el trato de "usted". Los rebeldes, con sus collares, sus barbas tan dispares como sus uniformes y su incultura, consiguieron que el "compañerismo" y el "tuteo" dieran paso a lo que en estos 51 años ha sido marca de fábrica del socialismo castrista: ausencia de buenos modales, groserías, vejaciones e irrespetuosidad. A todos los niveles. En todos los sectores. En todas las provincias. En toda Cuba.


Muy elegantes, empleados gastronómicos desfilan con su sindicato por calles de La Habana, el 1 de mayo de 1945.


Lázaro Peña, a la izquierda, secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba, durante una entrevista con el Ministro del Trabajo, en 1945. Peña, era militante comunista y tabaquero de oficio, fue muy querido entre los obreros. Sus orígenes nunca impidieron que fuera correctamente vestido.


Ibrahim Urbino, conocido locutor de la época, durante un programa de la emisora Mil Diez, en 1945. Como público asistían personas comunes y corrientes, siempre correctamente vestidas.


Una de las tantas aulas que en los años 40 había en La Habana, donde gratuitamente se podía aprender inglés. De nuevo destaca la forma correcta de vestir.


1954. Fanáticos durante un juego Habana-Almendares, dos equipos rivales de la época. Entonces ni al estadio se iba "como quiera".


Haciendo cola para extraer dinero de un banco, en abril de 1958. Nadie sin camisa y en chancletas.


Ni en las chabolas se veía a niños encueros ni sucios. Por muy pobre que se fuera, los cubanos
no se dejaban de bañar ni de lavar su ropa.


A veces los ricos no sobresalían por su vestimenta, como estas jóvenes fotografiadas en 1946, en la piscina de su mansión.


Cuando tenían que hacer vida social, las habaneras sacaban de sus armarios sus mejores prendas. Un glamour que la revolución decidió eliminar y dar vida a la chusmería, el desparpajo y la vulgaridad.

Fotos: Ed Clark, Mark Kauffman, Joseph Scherschel y Nina Leen, revista Life.

martes, 13 de abril de 2010

Nota del administrador

Ocasionalmente recibimos en el blog comentarios de los lectores, firmados como "Anónimo". Hasta ahora había sido nuestra política publicar todo lo que nos llegara, estuviese firmado o no. Pero hemos encontrado que algunas personas (afortunadamente una muy pequeña minoría) se ocultan tras el anonimato para enviar mensajes ofensivos o con ataques personales. Puesto que todos los que escribimos en el blog firmamos cada colaboración con nuestro nombre completo, creemos que es de elemental reciprocidad que, quien desee hacer algún comentario con alusiones personales u ofensivas, tenga al menos la integridad de firmarlo como nosotros lo hacemos.

A partir de hoy, todo comentario anónimo que a juicio del administrador del blog contenga algún elemento ofensivo hacia alguno de los autores del blog o hacia el público que nos lee, no será publicado. Hacemos esto en ejercicio de nuestro derecho de moderar los comentarios que nos llegan, en aras de que El blog de Tania Quintero sea un espacio de pluralidad, pero eso sí, con educación y respeto. Quien desee ver su opinión aquí publicada tiene dos opciones: omitir comentarios ofensivos o impropios, o firmar con su nombre completo como hacemos nosotros.

Muchas gracias.

Marco A. Pérez López (malopezmx)

Nota: Pido disculpas si a veces algún comentario demora algunas horas en aparecer. La Internet no tiene horarios y un comentario puede escribirse en cualquier momento... pero el administrador sí necesita dormir y comer a veces. Agradeceré me comprendan. (Malopezmx).

lunes, 12 de abril de 2010

La isla de los rumores

Cuba wall art, Havana street scene by redpop creative.

Por Iván García

Dejemos a un lado la teoría periodística de que un rumor sin confirmar no es noticiable. Al menos en Cuba no. En la isla, las habladurías adquieren carácter de noticias. Incluso, a veces el rumor es más certero que las noticias que con tacañería propagan los medios oficiales.

Sucede que el gobierno controla todos los estamentos de la sociedad. Y maneja de forma magistral el flujo informativo. Aunque no puede evitar que ocurran filtraciones, en forma de cotilleos y murmullos.

En cualquier sociedad donde la libertad de prensa forma parte de las leyes emanadas de la Constitución, un periodista sólo tiene que tomar el teléfono y llamar a dependencias gubernamentales para confirmar el asunto.

O exige información en nombre de un grupo de libertades que impiden que un gobierno las niegue o manipule. Eso no sucede en Cuba. Aquí, cuando un runrún o "bola" se repite con insistencia, es porque algo sucede.

Les pongo ejemplos. El gobierno da como válida la cifra de 26 dementes fallecidos en el Hospital Psiquiátrico de La Habana en el mes de enero. Fuentes hospitalarias y periodistas independientes elevan los guarismos a más de 60, incluyendo los que murieron en varios asilos de ancianos habaneros durante la oleada de frío que azotó al país a principios de año.

También el gobierno esconde la información del colapso económico. Según se comenta, se está exhibiendo un video, exclusivo para los militantes del partido, sobre las agudas dificultades de recursos.

Y por estos días, es vox populi un supuesto escándalo de corrupción, que involucraría a altas figuras del gobierno. Los rumores mencionan los nombres del ministro del Interior, Abelardo Colomé Ibarra, y al de las fuerzas armadas, Julio Casas Regueiro.

La prensa oficial guarda su habitual silencio. Los medios en Cuba tienen que esperar órdenes del Ejecutivo para difundir ese tipo de noticias. En la isla, a los bulos y especulaciones se les conoce como “Radio Bemba”.

Y a falta de información creíble, "Radio Bemba" se difunde a velocidades supersónicas. Se murmura sobre todo. Desde la salud de Fidel Castro y su hermano Raúl, hasta nuevas prohibiciones estatales o leyes que se promulgarán. Se suele acertar en un 60 por ciento.

La gente, por tanto, considera más veraces los rumores que la insípida información estatal, que nos pinta un mundo perfecto, donde todo aumenta, desde la producción de carne de cerdo hasta la construcción de viviendas. Al noticiero nacional de televisión, cuyas siglas son NTV, la gente de a pie le dice, No Te Veo.

Pero si alguna credibilidad está por los suelos, es precisamente la de los medios. Los cubanos consideran que desinforman tres veces más de lo que informan.

Ya sea por emails, twitter o sms, se ha vuelto común conocer ciertas noticias sensibles antes que la prensa estatal las difunda. Ahora, en esta primavera que se antoja caliente, donde los cubanos no esperamos nada bueno de la magra economía y donde los cuchicheos de escándalos de altos personajes crecen como bola de nieve, está por ver si la nueva ola de murmuraciones es verdadera o falsa.

Algo les digo. Cuando en Cuba los rumores corren, es porque noticias ciertas hay.

Foto: redpop creative, Flickr

sábado, 10 de abril de 2010

El caso de Dayron Carbonell Ramos

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Por Tania Quintero
No era disidente ni estaba preso. Tenía 19 años y el 22 de marzo murió en el hospital Hermanos Ameijeiras, en la ciudad de La Habana.
Dayron Carbonell Ramos murió por negligencia médica y por las infrahumanas condiciones en que prestaba servicios en la Sección de Abastecimientos de la Unidad 7577, en la localidad de Managua, en las afueras de la capital.
Cuando en 2009, Dayron fue movilizado para el Servicio Militar, fue ubicado en esa Unidad. Lo pusieron a cargar pesadas cajas de material bélico, en un refugio bajo tierra, con un alto grado de humedad y suciedad. Lleno de ratas y murciélagos. Con un olor tan fuerte y penetrante que dificultaba la respiración. Además, sin medios adecuados de protección. Y al tener las botas en mal estado, trabajaba descalzo.
Al parecer, Dayron contrajo una bacteria mortal.
Su madre, Bárbara Ramos Vank, de 44 años, residente en la Calle K No. 11 entre 9 y 11, Vedado, está siendo hostigada por denunciar lo ocurrido a su hijo. Y por pedir a las autoridades que tomen medidas y se eviten otras muertes, en esa misma Unidad o en aquéllas donde los reclutas no tengan condiciones para pasar el Servicio Militar.
Lo ocurrido fue dado a conocer por Lázaro Yuri Valle Roca, de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, y pueden conocer más detalles aquí .
En esa información se dice que otro joven, que laboraba con Dayron, natural de Santiago de Cuba, habría contraído esa bacteria y también fallecido.
Serán estos dos los únicos casos mortales? O habrán enfermado o fallecido otros reclutas y personas encargadas de tan peligrosas faenas en ésa u otras unidades militares cubanas?
Cuba, por cierto, no destaca como país cumplidor de las normas y medios de protección del trabajo. Pero los accidentes laborales, civiles o militares, excepcionalmente son noticia.
Fotos: En la composición fotográfica, hecha por mí, puede verse a Dayron, su cama, la entrada a su humilde vivienda, y a su madre, al lado de una gran Santa Bárbara, virgen de la cual es devota.

viernes, 9 de abril de 2010

José Mota y el pintor holandés


A partir de esta semana, en el blog subiremos videos de José Mota, uno de los mejores humoristas de habla hispana en la actualidad. De sus variados personajes, hemos escogido el cansino histórico, que a continuación les presentamos, en el capítulo dedicado a Vincent van Gogh, interpretado por el actor Pablo Motos:



En la web de RTVE pueden ver, entre otros, videos del programa La Hora de José Mota.

miércoles, 7 de abril de 2010

¡Gracias, Damas!


Por Tania Quintero

Las vi nacer, al lado de Blanca Reyes, esposa de Raúl Rivero, y a cuya casa a partir de la detención de Raúl, el 20 de marzo de 2003, iba tres y hasta cuatro veces a la semana. No tuve la dicha de conocerlas a todas, pero no olvido a las primeras que comenzaron a ir todos los domingos, vestidas de blanco, a la iglesia de Santa Rita de Cássia, en 5ta. Avenida entre 26 y 28, Miramar.

He puesto esa foto donde ellas se ven de espaldas, para no hacer distinción. Hay una que ya no está, Gloria Amaya, y hay otras que viven en el interior de la isla. O en La Habana, aunque por distintos motivos no participan en todas las actividades. Otras dejaron de serlo al ser excarcelados sus esposos o viven en el exilio, como la propia Blanca, quien ahora las representa en España.

El domingo 23 de noviembre de 2003, dos días antes de marcharme de Cuba, era el onomástico de Raúl Rivero, en ese momento cumpliendo una condena de 20 años de prisión en Canaleta, Ciego de Ávila.

En vez de ir a su domicilio, en el corazón de la ciudad, pensé ir a Miramar, a llevarle unas flores a Santa Rita y coincidir con las esposas y familiares de los disidentes encarcelados en la fatidíca primavera negra. Y así despedirme de ellas y también de esa barriada verde y hermosa de la capital.

Para hacer menos traumática mi salida, ni a mi familia ni tampoco a Blanca, dije nada de que Suiza nos había concedido asilo político a mí, mis dos hijos y mi nieta mayor.

Y por ello ese domingo, en vez de ir a Miramar, decidí despedirme de la ciudad donde nací, desde Centro Habana, con sus casas viejas, sus calles rotas y su gente común y corriente. Un municipio ligado a mi infancia, a mi primer trabajo como mecanógrafa a los 16 años, y también a mi vida como periodista independiente.

T emprano, en el portal del agromercado de 10 de Octubre y O'Farrill, en La Víbora, compré un ramo de rosas. En la parada, ahí mismo, cogí un taxi particular que por diez pesos me dejó en Infanta y Peñalver. Caminé las cuatro cuadras hasta el apartamento de Blanca, subí los tres pisos y a Teté, la madre de Raúl, le di las flores, que enseguida puso en un jarrón con agua en su cuarto.

El pretexto eran los 62 años que ese día cumplía su hijo. En realidad fue mi despedida de mi amigo Raúl Rivero y su familia. Y de algún modo, también de las Damas de Blanco, a quienes allí había visto nacer.

Siete años después, quiero darles las gracias. Por demostrarle al mundo que en Cuba hay mujeres cuyos ovarios son más grandes y más fuertes que los cojones de muchos cubanos.

Foto: dumplife, Flickr

lunes, 5 de abril de 2010

El mensaje de Orlando

Por Iván García
Hay muertes que se deben evitar. La de Orlando Zapata Tamayo, es una de ellas. Deja un mal sabor de boca al gobierno cubano. Que en pleno siglo 21, un hombre muera producto de una extensa huelga de hambre para reivindicar un puñado de derechos, siempre va a resultar una bofetada a los más elementales principios de la condición humana.
No es problema de soberbia o de dejar claro quién lleva la razón. El implacable poder de un Estado, no debe, no puede, aplastar sin miramientos la vida de un ser humano. Sobre todo cuando esa persona estaba purgando una sanción injusta de 36 años tras las rejas.
La fuerza del que tiene el poder radica en saber hacer buen uso del mismo. El gobierno de los hermanos Castro, no se va anotar ningún mérito con sucesos como los de Orlando Tamayo Zapata. Todo lo contrario. De muchas maneras, pudieron y debieron, impedir su muerte.
Ahora este cadáver tiene un simbolismo demasiado grande. Hay muertos que salen muy caro. No se puede hablar con políticos de otras latitudes y sostenerle la mirada, cuando usted sabe que tiene en la cárcel a más de 200 presos de conciencia.
No se puede charlar de ética y humanidad cuando en una cárcel de la Cuba profunda, por una huelga de hambre, fallezca un hombre de 42 años, negro y de origen humilde, como Orlando Zapata Tamayo. El punto no es discutir de ideología o desbarrar sobre los grupos y personas que piensan distinto.
Lo que el gobierno de mi país debiera grabarse con tinta imperecedera, es que la necedad y el capricho no son armas útiles a la hora de regir los destinos de una nación.
Ya no está Zapata Tamayo. Dejó de existir el 23 de febrero a la 3 y 15 en el hospital Hermanos Ameijeiras, a donde fue conducido por las autoridades del penal, cuando su defunción era inminente.
Su muerte es un mensaje de ida y vuelta, de lo que no se debe hacer en política de estado. Antes tenían un opositor, sin un arma, que reclamaba cosas que se podían negociar, ahora tienen un mártir.
No es primera vez que en cárceles cubanas, producto de una huelga de hambre, muere un opositor pacífico. Ya el 24 de mayo de 1972 el líder estudiantil Pedro Luis Boitel, excompañero de Fidel Castro, falleció por la misma causa.
Mientras tecleo esta nota en la mañana del 24 de febrero, me vienen a la mente otros muertos. Los 4 pilotos de las avionetas Hermanos al Rescate, derribado en aguas internacionales por aviones de combate de la fuerza aérea revolucionaria, en 1996. Con aquella acción, desde La Habana Fidel Castro le dió el bolígrafo al entonces presidente Bill Clinton, para que firmara la injusta Ley Helms-Burton.
Siento indignación. Ni siquiera conocí a Orlando Zapato Tamayo. Charlando con algunos de sus compañeros en el Movimiento Alternativo Republicano, percibo que estoy lejos de compartir su ideología. Pero a estas alturas de la revolución, se debiera detener la maquinaria de odio y violencia.
Nada resuelve. Sólo incrementa la escalada de resentimientos y polariza los razonamientos políticos. Por parte del gobierno de Raúl Castro -cuyo segundo aniversario de su nombramiento como presidente coincide con este deceso- falta cordura, diálogo y deseos de destrabar la penosa situación económica y política de Cuba, y de la cual él y su hermano son los principales responsables.
Creo que fue el ícono de la lucha por los derechos civiles, Mahatma Gandhi quien dijo que las huelgas de hambre son un arma efectiva cuando logran ablandar el corazón de tu enemigo. A todas luces, la huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, no pudo ablandar el corazón de los Castro.

domingo, 4 de abril de 2010

Racismo y marxismo

Hortencia by Chico Almendra.

Por Juan F. Benemelis*

¿Eran racistas Marx y Engels? ¿Es el racismo consustancial a una ideología que superpone las diferencias de clase sobre cualquier otro? ¿Explica eso, en parte, que Adolf Hitler afirmara que “No soy únicamente el vencedor del marxismo… soy su realizador”?

Para Marx y Engels la subyugación de pueblos de diferente origen étnico no era nada extraño o reprobable en la práctica del marxismo. Lo que es, sin embargo, poco conocido es que el racismo ha sido consustancial con los principios marxistas, a partir de lo que el propio Marx (conjuntamente con Engels) dijeron sobre el tema.

La feminista Michele Barrett, en su Women's Oppression Today, publicado en 1988, reconoce el fiasco de las feministas marxistas para analizar adecuadamente el papel teórico y político de las razas en la perpetuación de las divisiones sociales. Barrett enuncia que el modelo determinista del marxismo clásico falla en teorizar la subjetividad, aferrándose a los simplistas términos clasistas.

Marx declaró en su folleto Zur Judenfrage, que "una revolución proletaria emancipará al mundo del judío y de su usura". Hasta el propio Hitler hubiera podido hacer uso de esta referencia. En cuanto al antisemitismo de ambos "clásicos del marxismo" se halla bien documentado. Dice Marx: "No busquemos el secreto del judío en su religión, sino en el judío real. ¿Cuál es el fundamento profano del judaísmo? La necesidad práctica, el interés personal. ¿Cuál es el culto profano del judío? El tráfico. ¿Cuál es su dios profano? El dinero (...) La emancipación social del judío, es la emancipación de la sociedad respecto del judaísmo". Lo que impacta es que, a partir de tales criterios, sería legítima la propuesta de Adolf Hitler de la exterminación industrial de los judíos.

En ocasión del Manifiesto comunista, Marx se expresó sobre la cuestión de la raza de una manera muy claramente definida y en un mismo artículo agrupó a minorías y razas juntas, sobre todo la eslava, caracterizándolas como "deshechos étnicos". El pangermanismo residual de Engels se manifestaba en su negación a retractarse de su opinión desfavorable de los eslavos occidentales. A eso se suma la visión ingenua de Marx y Engels en el Manifiesto acerca de que la interconexión entre las naciones a través del comercio propiciado por el capitalismo pronto provocaría la superación de los conflictos nacionales.

Por su parte, Marx exaltó la conquista llevada a cabo por los pueblos "racialmente superiores" y se mostró despectivo con los esfuerzos nacionalistas de los "pueblos inferiores". Por ello elogió a los húngaros por su actitud de prolongada contención de los eslavos y atribuyó esto a la “superioridad” de la raza húngara.

Pese a que en su época, la trata y esclavitud africana y el racismo eran puntos escandalosos incluso en Europa, Marx y el marxismo se centraron en las relaciones de clase marginando como derivativas las raciales. W. E .B. Du Bois se enfrentó a esta categorización marxista argumentando que las relaciones raciales no eran una variable dependiente, un epifenómeno de procesos sociales subyacentes, sino un principio estructurador irreductible de las relaciones sociales, culturales y políticas en el mundo moderno.

La equivocación de Marx fue creer que el capitalismo de esa época creaba espacios donde las relaciones de producción tomaban la forma de modos de producción precapitalistas (la plantación esclavista). Todo para no aceptar que el esclavo en las plantaciones tropicales rompía todos sus esquemas de clase y que su reivindicación en nada estaba vinculada a la del proletariado. Cuando era todo lo contrario, pues esta supuesta producción precapitalista determinaba la formación de un vasto espacio geoeconómico que iba desde la cacería del africano hasta la venta del azúcar en la bolsa.

En los textos de Marx abundan los criterios discriminatorios contra los mexicanos, los judíos, los indios y los chinos. Al escribir sobre la anexión de California por parte de Estados Unidos luego de la guerra con México, apuntó lo siguiente: "Sin violencia jamás se ha conseguido algo en la historia". Y, seguidamente se preguntaba: "¿Es una desgracia que la espléndida California fuera arrebatada a los vagos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?". Por su parte, Engels añadía: "Hemos sido testigos de la conquista de México, y nos hemos alegrado. Es en interés del propio México que quede bajo la tutela de Estados Unidos”.

Los dos artículos importantes sobre el pan-eslavismo, publicados en la Neue Rhenische Zeitung, en enero y febrero de 1849 se sabe que fueron escritos por Engels, y estos reportajes contienen la mayoría de las caracterizaciones doctrinarias de las naciones eslavas más pequeñas que fueran abandonadas de una manera explícita en la literatura marxista posterior. En un artículo publicado en 1852, en la misma revista Neue Rheinische Zeitung, Marx se preguntaba cómo librarse de esos "pueblos moribundos", es decir, los bohemios, los dálmatas, los carintios: "Con la excepción de los polacos, de los rusos y de los eslavos de Turquía, ninguna nación eslava tiene futuro, puesto que los eslavos no poseen las bases históricas, geográficas, políticas e industriales que son necesarias a la independencia y a la capacidad de existir. Los pueblos que no han tenido jamás su propia historia, que apenas han alcanzado el grado más bajo de la civilización, no son capaces de vivir y no podrán jamás alcanzar la menor independencia".

En carta a Pavel Annenkov, del 28 de diciembre de 1846, Marx exponía lo siguiente: “La esclavitud directa es un pivote de nuestro industrialismo actual, lo mismo que las máquinas, el crédito, etcétera. Sin la esclavitud, no habría algodón y sin algodón no habría industria moderna. Es la esclavitud lo que ha dado valor a las colonias, son las colonias lo que ha creado el comercio mundial y el comercio mundial es la condición necesaria de la gran industria mecanizada. La esclavitud es por tanto una categoría económica de la más alta importancia. Sin la esclavitud, Norteamérica, el país más desarrollado, se transformaría en un país patriarcal. Si se borrara a Norteamérica del mapa del mundo, tendremos la anarquía, la decadencia absoluta del comercio y de la civilización moderna. Pero hacer desaparecer la esclavitud equivaldría a borrar a Norteamérica del mapa del mundo. Le esclavitud es una categoría económica y por eso se observa en cada nación desde que el mundo es mundo”.

El análisis de Marx sobre la formación nacional es injusto también en el caso brasilero, al enfatizar que fue problemático el proceso pacífico de transición de colonia a república, puesto que, a diferencia del caso en otras regiones de América Latina, la aparición de un mito de democracia racial estuvo ligada a conflictos sangrientos entre patriotas y realistas. Por ende, los marxistas ubicaron al movimiento antiesclavista como un conflicto primordialmente de carácter social.

Por su parte, en 1849, Engels llamaba a la exterminación de los húngaros que se habían rebelado contra el Imperio de los Habsburgo. Pero Engels no paró ahí, y aconsejaba la eliminación de los serbios, de otros pueblos eslavos, de los vascos, los bretones y los escoceses, por considerarlos también "inferiores". Para Marx y Engels, los supuestos promotores de la sociedad igualitaria del futuro, guías incluso de la política del Estado cubano y de otros, la raza por sí misma es un factor económico, y para ellos, la superioridad racial de los pueblos "blancos" era algo "científico". Marx nunca debatió cómo sus ideas racistas llegaron a entrar en conflicto con la supuesta emancipación socialista. Por eso no extraña que en su juventud, tanto Adolf Hitler como Benito Mussolini no encontraran extraño al marxismo y se declarasen socialistas.

En una carta que dirigió en julio de 1862 a Engels, Marx se refería a su rival político Ferdinand Lassalle, como "negro judío" quien siempre “tapa su cabello lanoso con todo tipo de aceites y maquillaje”, y que “es perfectamente obvio, por la forma de su cabeza y el tipo de cabello, que es descendiente de negros”. Asimismo, agregaba: "Para mí está completamente claro ahora, como lo prueban la forma de su cráneo y su pelo, que desciende de los negros de Egipto, suponiendo que su madre o su abuela no se mezclaran con la negrada. Esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra tiene que producir un producto peculiar. La protuberancia del colega es, asimismo, la propia de la negrada".

Engels, a su vez, no se quedaba atrás en su filosofía racial. En 1887, el yerno de Marx, el mulato cubano Paul Lafargue, se postuló para concejal en un distrito parisino que contaba con un zoológico. Engels sostenía que Lafargue tenía "un octavo o un doceavo de sangre de negrazo". En una carta fechada en abril de 1887 y dirigida a la esposa de Lafargue, Engels escribió lo siguiente: "Al estar, en su calidad de negro, un paso más cerca del reino animal que el resto de nosotros, sin duda es el representante más adecuado para ese distrito".

En el Anti-Dühring, Engels da por sentada la superioridad racial de los blancos, como si fuese una verdad científica: “Si, por ejemplo, los axiomas matemáticos son en nuestros países perfectamente evidentes para un niño de 8 años, sin ninguna necesidad de recurrir a la experimentación, es como consecuencia de la ‘herencia acumulada’. Por el contrario, sería muy difícil enseñárselos a un bosquimano o a un negro de Australia”.

Los asuntos de género y raza no existen doctrinariamente en el marxismo al estar incluidos en el análisis global de clase y por tal razón nunca han podido lidiar adecuadamente con las experiencias hombre-mujer y blanco-negro.

Pero el racismo sobrepasa a las ideologías políticas. Así, eminentes marxistas mostrarían su fobia racial. Asombra que a estas alturas se piense (al igual que el cubano Esteban Morales) que con la sociedad gestada por el marxismo es posible resolver los conflictos raciales. Los clásicos del marxismo (Karl Marx y Friedrich Engels) nunca ocultaron su apoyo a la raza blanca y su desdén por los negros, y los portaestandartes de tal teoría en la práctica, Vladimir I. Lenin, Josef Stalin, Mao Zedong, Josip Broz Tito, etcétera, se mostraron implacables en sus políticas estatales y sanguinarios ante las minorías étnicas dentro de sus territorios.

Ahora bien, dentro de las teorías marxistas tradicionales, el concepto de cultura no tenía ese sentido. El concepto que más se acercaba a él era el concepto de ideología que Marx había vinculado con el concepto de modo de producción capitalista. Esta famosa metáfora del edificio nos muestra una sociedad conformada por dos partes: una estructura (fuerzas productivas / relaciones de producción) sobre la cual se construye un edificio (super-estructura): formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, dentro de las cuales los hombres toman conciencia.

A este fin, debemos recordar que Htiler le confesó al general Otto Wagener que sus desacuerdos con los comunistas son “menos ideológicos que tácticos”, y que el problema de los socialistas alemanes es “que no han leído a Marx”. No sólo fundó un partido al que llamó nacional-socialista, sino que, como señaló el economista austríaco Ludwig von Mises, en su obra Estado omnipotente, Hitler, una vez en el poder, implementó ocho de los diez puntos del programa de emergencia propuesto por Marx en el Manifiesto Comunista, “con un radicalismo que hubiese encantado a Marx”.

Como resultado, Hitler estaba en lo correcto cuando le contó a Hermann Rauschning (tal como lo relata Rauschning en su libro Hitler me dijo) que: “No soy únicamente el vencedor del marxismo… soy su realizador”, para luego proseguir: “No voy a ocultar que he aprendido mucho del marxismo… Lo que me ha interesado e instruido de los marxistas son sus métodos. Siempre he tomado en serio lo que habían imaginado tímidamente esas mentes de tenderos y mecanógrafas. Todo el nacional-socialismo está contenido en él. Fíjese bien: las sociedades obreras de gimnasia, las células de empresa, los desfiles masivos, los folletos de propaganda redactados especialmente para ser comprendidos por las masas. Todos estos métodos nuevos de lucha política fueron prácticamente inventados por los marxistas. No he necesitado más que apropiármelos y desarrollarlos para procurarme el instrumento que necesitábamos”.

Un marxista como Gramsci tomó otra vía diferente a la de Marx para explicar los mecanismos sociales, como la jerarquía entre las ideologías orgánicas o esenciales (claro está, el marxismo es la “orgánica” del proletariado) e ideologías “inorgánicas” o parias. El hecho de reducir supone en sí la existencia de una razón y de ciertos valores para juzga lo que es accesorio y lo que no lo es, lo que la realidad es (razón) o lo que debe ser (ética). El fracaso del Poder se encuentra en el corazón mismo del reduccionismo. Su simplificación arbitraria de la realidad no llega a someter a la realidad; lo que obtiene el reduccionista es un fetiche.

Sería Gramsci precisamente quien más se acercó al papel que en las sociedades desempeñan las razas y los grupos étnicos, al llevar a cabo su análisis sobre la separación entre dos modos de dominación: la coercitiva y la hegemónica. Para Gramsci, ambos son modos de dominación, pero basados en formas distintas de control. En la dominación propiamente dicha, el control es político y directo, y se ejerce a través de la coerción y, en última instancia, a través del recurso a la violencia física. Pero ni este poder coercitivo, ni el poder propiamente económico que deriva de la relación de explotación, son suficientes para mantener y reproducir el sistema social. Es necesaria la dirección político-ideológico-cultural, en el cual una clase o sector logra una apropiación del poder, admitiendo “espacios” donde los grupos subalternos (no hegemónicos) desarrollan sus prácticas.

El problema de la legitimidad de la reducción se plantea, pues, cuando nos interrogamos en nombre de qué, de quién, a partir de qué base puede una razón concreta afirmarse como universal. Para los reduccionistas, este problema está resuelto por el poder: como Gramsci indica, la imposición es el fundamento de toda legitimidad pues tiene la razón quien vence y consigue aplastar al otro.

Frente a esta montaña de evidencia, los izquierdistas modernos han elegido defenderse argumentando la pureza de sus intenciones: la construcción de un mundo justo y perfecto de armonía social. Y han dicho, y continúan diciendo, que los crímenes cometidos por los gobiernos comunistas del siglo XX no son propios a la esencia del comunismo, sino una “desviación” de estas intenciones y, por tanto, son una “degeneración” o una “perversión” de las ideas socialistas originales. Sin embargo, esta defensa queda desmontada tras un análisis imparcial y completo de la literatura socialista. En efecto, el análisis de dichos textos indica que el racismo, el genocidio y el totalitarismo son características consustanciales al pensamiento socialista original.

Como lo señaló Jean-Françoise Revel en su libro La gran mascarada: “Es en los orígenes más auténticos del pensamiento socialista, en sus más antiguos doctrinarios, donde se encuentran las justificaciones del genocidio, de la depuración étnica y del estado totalitario que se blanden como armas legítimas indispensables para el éxito de la revolución y la preservación de sus resultados. Cuando Stalin o Mao llevaron a cabo sus genocidios no violaron los auténticos principios del socialismo: aplicaron, por el contrario, esos principios con un escrúpulo ejemplar y con una total fidelidad tanto a la letra como al espíritu de la doctrina”.

La teoría de clases es una aplicación del darwinismo social a la historia y se halla, por su noción de clase escogida, emparentada con la de nación y raza elegida. Si el comunismo de Marx sólo es aplicable a las sociedades desarrolladas (las dirigidas por élites blanco-europeas), se halla implícita una teoría racial del devenir histórico. No por gusto George Watson escribía que el genocidio era una teoría propia del socialismo. De ahí que tanto Marx como Engels, darwinistas y mendelianos además, considerasen que el colonialismo implicaba un progreso histórico y que existían razas, grupos étnicos y naciones superiores e inferiores.

Si bien el marxismo se insertó en el lenguaje de muchos movimientos anticoloniales, como ideología no estableció raíces significativas, y sólo un puñado de obras de relieve se produjeron, como Ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui, y Los Condenados de la Tierra, de Franz Fanon.

La trampa de los “espacios” que se consiente a los grupos no hegemónicos (minorías étnicas y raciales), es que tal consenso legitima de manera permanente al poder hegemónico que no se ve desafiado por fuerzas contrahegemónicas o hegemonías alternativas. A la diferenciación económica y política que separa a los hegemónicos (dominantes) de los no hegemónicos (dominados), hay que sumar una tercera diferenciación, la simbólica o cultural que determina dos tipos de humanos: hegemónicos y subalternos.

Sólo si existe una lucha por la hegemonía —en base a la búsqueda de la diferenciación dentro de la homogeneidad, del abandono de la creación de consenso por la creación de nuevas formas de distinción— pueden los “espacios” admitidos a los grupos subalternos desarrollar prácticas autónomas no funcionales para el sistema. Sólo por la importancia que tuvo el proceso de descolonización, se produjeron cambios en la mirada de Occidente sobre el “otro” y, específicamente, la mirada que tenía la antropología sobre las “otras” culturas.

Fue a partir de la descolonización afroasiática y de la revolución por los derechos civiles en Estados Unidos, en los 60, que algunos teóricos marxistas europeos, aguijoneados por Jean Paul Sartre, buscaron acomodar el tema de la liberación de las minorías negras dentro del marco de la ideología.

Pero el fenómeno del multiculturalismo conlleva el peligro de que sea sólo un cínico reconocimiento del dominador para con los que domina, como lo ejemplifica Edward Said en su interesante texto Cultura e imperialismo. Según él, es el excolonizador, ahora "civilizador", quien otorga sentido a la historia y la existencia del excolonizado, al ser el único en capacidad de conferir reconocimiento a los pueblos que no habían logrado superar la descolonización.

En el caso de las sociedades sin clases (Cuba, por ejemplo), supuestamente las relaciones de producción sólo pueden apelar a una superestructura ideológica, es decir a un sistema de representación que refleje las relaciones de sus condiciones reales de existencia. La construcción del “otro” por la desigualdad social, la desigualdad cultural dentro de sociedades occidentales, no occidentales u occidentalizadas, o las desigualdades entre culturas fueron temas abordados en los 60 y 70 del siglo pasado por George Balandier, Maurice Godelier y García Canclini.

Para preguntarse sobre las razones de dominio en una supuesta sociedad sin clases, Maurice Godelier no tenía que recurrir a las sociedades precapitalistas; tenía los ejemplos de los estados-naciones del bloque soviético —de composición multiétnica, pero de dirección monoétnica—, y si no quería sondear en los “impuros” socialismos tribales africanos y árabes, pudo asomarse a Cuba, en la cual existían “razas” diferentes. Tanto el análisis clásico como el de Godelier tienen un punto flaco: que “las condiciones reales de existencia”, por las cuales se asume legitimidad para controlar, es el imaginado por los individuos que precisamente ejercen ese poder. Esto implica una participación desigual del negro y del blanco en las altas instancias del poder político y económico, que se refleja en la distribución, el consumo, los niveles de vida.

Al estar basada la sociedad socialista cubana en un sistema racial desigual, reproducirá ese sistema desigual a través de maneras y formas desiguales. La diversidad como la diferencia en la población cubana son hechos empíricos verificables; en este caso, la desigualdad del negro vis a vis el blanco es una realidad más allá del tiempo o del espacio pero no está dada de manera “natural”, sino como producto de un constructo histórico que viene de la esclavitud.

(*) Juan F. Benemelis nació en Manzanillo, Cuba, en 1942. Graduado en la Universidad de La Habana en Derecho Diplomático y Consular, así como en Historia. Premio UNEAC 1978 por el ensayo Africa, una reinterpretación histórica. Premio Historia de la Sociedad Cubano-Arabe 1979 con la obra La Arabia Félix. Desertó en los 80. Libros publicados fuera de Cuba: Castro, subversión y terrorismo en Africa (1988); Juicio a Fidel (1989); El último comunista (1992); Las guerras secretas de Fidel Castro (2003) y Paradigmas y fronteras (2004), entre otros. Regularmente publica en medios de diversos países. Conferencista en universidades e instituciones de Estados Unidos y Europa. Actualmente reside en los Estados Unidos.

Foto: Chico Almendra, Flickr

viernes, 2 de abril de 2010

"Los hombres sienten más una atracción fatal por el poder"

Michelle Bachelet

Por John Carlin

Durante los 20 años transcurridos desde el final de la guerra fría, América Latina ha pasado de ser un continente plagado de déspotas y dinastías políticas a ser uno en el que se impone, de norte a sur, la democracia electoral. Pero lo que no ha cambiado del todo es el ansia de los gobernantes por eternizarse en el poder. Convencidos, como Louis XV de Francia, de que después de ellos, el diluvio, buscan cómo cambiar las reglas del juego para poder presentarse a la reelección. Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, ofrece el caso más notorio, pero su némesis, Álvaro Uribe, de Colombia, también da señales de haber caído en la misma tentación. Igual que Daniel Ortega en Nicaragua y, en su día, Alberto Fujimori en Perú y Carlos Menem en Argentina.

Michelle Bachelet, la presidenta de Chile, en cambio, no evidencia ningún interés en prolongar su mandato más allá del límite de cuatro años que impone la Constitución. Pese a que los últimos sondeos le dan un 76% de apoyo popular, un logro mayor en un país hasta hace muy poco partido políticamente por la mitad, la socialista Bachelet no ha sucumbido a la droga del poder. Habrá elecciones en Chile en diciembre y ella abandona la presidencia en marzo, pero afronta los pocos meses que le quedan al mando de su país con filosófica, e incluso risueña, serenidad.

Durante una entrevista con EL PAÍS en el palacio presidencial de La Moneda, y una segunda en su casa dos días después, prefirió no hacer comparaciones entre su forma de entender la política y, por ejemplo, la de Hugo Chávez. Con la cautela y sensatez que caracteriza a su Gobierno y a gran parte de su pueblo, insistió en que "nosotros los chilenos nunca hacemos comentarios sobre otros países". No se cortó, por otro lado, a la hora de definir sus principios, que la colocan claramente del lado no del chavismo bolivariano, sino de la izquierda pragmática que gobierna en Brasil y Uruguay, y tampoco tuvo ningún reparo en sugerir que la patología del poder podría quizá incidir con más virulencia en el hombre que en la mujer.

Doctora en medicina, ex ministra de Defensa de su país, Bachelet, de 58 años, es simpática y humilde, vivaz y pensativa, cualidades que detectan en ella la gran mayoría de chilenos, razón por la cual han adoptado a su primera presidenta de la historia como la primera madre de la nación. Un detalle durante la primera parte de la entrevista, no muy común en personajes poderosos: al entrar un señor con una bandeja de té, ella misma se interrumpió en medio de una frase, le dirigió una sonrisa cariñosa y le dijo: "Buenos días, Miguel. Muchísimas gracias".

Pregunta. Ya que goza de una enorme popularidad entre el electorado chileno, ¿se le ha pasado por la cabeza cambiar la Constitución de tal modo que pueda repetir en la presidencia?

Respuesta. Creo que en la vida como en la política hay que ser ética y estética. Jamás cambiaría yo una situación para beneficio personal. Si yo alguna vez hubiera pensado que hay que hacer un cambio a la Constitución, habría mandado un proyecto de ley que hubiera entrado en vigor desde el próximo gobierno en adelante, no para el propio. Creo de verdad que no es una buena política que las personas arreglen las legislaciones, el mundo político, la autoridad a su tamaño. Los cambios en las leyes, en las instituciones tienen que ser para mejorar la situación del país, no las situaciones personales. Eso no me interesa, y no estoy de acuerdo.

P. Pero, tras vivir cuatro años la pompa del poder, ¿puede entender esa desesperación de algunos por no abandonarlo?

R. No soy un buen ejemplo para contestar eso. Lo único que quiero hacer en los meses que me quedan es cumplir los compromisos con la gente, porque a eso vine. Ahora... algunos dicen que el poder es sexy. Pero a mí no se me ha generado esa droga. El boato no me impresiona, ni los fuegos artificiales. Lo que sí he visto es que tiene que ver en algunos casos con la ambición personal, que puede ser ambición de fama. También he visto que hay en esto algo vinculado al género. No sé si es un tema de la naturaleza, o si es cultural, antropológico o biológico, o está relacionado con el momento de la historia en el que estamos. Pero he visto habitualmente en el trabajo (aunque, debo de insistir, hay de todo) que en general las mujeres se relacionan con el poder más desde la óptica del servicio a los demás.

P. ...Mientras que el hombre...

R. No quiero caricaturizar..., pero... parece ser que en el caso del hombre se ofrece una suerte de atracción fatal más potente por el poder. Le pasa una cosa distinta (aunque insisto en que hablo en términos generales, y hay excepciones). Se le produce una atracción por el poder que vive de manera diferente de una mujer. No estoy hablando de presidentes de la república. Lo he visto en jefaturas diversas, ministerios, muchos sitios: hay gente espléndida, encantadora, que cuando llegan a un cierto cargo se transforman en pequeños dictadores. Algo les pasa con las alturas. Llegan y se marean. No es que no pase con las mujeres, pero mi pregunta es si las mujeres no han tenido todavía suficiente exposición al poder para mostrar estas características, si a lo mejor es sólo un problema de tiempo, os es que hay algo más ontológico.

P. ¿Cuál cree que es la respuesta?

R. Éste es un juicio empírico; no pretendo armar una teoría, pero... Hay una mujer llamada Gilligan que ha hecho estudios de neurociencia basándose en observar cómo el niñito y la niñita resuelven los conflictos en los jardines infantiles. Ella dice que todos quieren resolver el conflicto (por eso no digo que los hombres llegan al poder a hacer una cosa mala y las mujeres una buena), pero las mujeres, cuando resuelven un conflicto, buscan el win-win solution. Buscan que el resultado sea bueno, pero no a costa de muchos heridos en el camino, sino de que ojalá todos salgan ganando. En cambio, los hombres se preocupan más por el resultado que por el proceso. No quiero asegurar que esto sea completamente cierto. (¡Y no digo que las mujeres son mejores que los hombres!). Pero lo que sí quiero decir es que creo que hay que buscar el mejor aporte de mujeres y de hombres, porque aparentemente hay algunos rasgos de liderazgo que pueden ser distintos, y con liderazgo complementario una sociedad puede hacer más cosas.

P. Un rasgo típicamente masculino de su presidencia que los chilenos han resaltado últimamente, tras el regocijo nacional por la reciente clasificación de Chile para el Mundial de Suráfrica el año que viene, es que usted ha invertido más que cualquier presidente anterior en el fútbol, concretamente en la construcción de estadios nuevos. Explique esto.

R. Como médico, entiendo que el deporte es esencial para la salud física y mental. Así se genera una sociedad más sana y más integrada, y por eso mi apoyo al fútbol. Mi percepción es que hay que hacer una sociedad en Chile que garantice derechos, y derechos sociales y económicos, pero también el derecho al deporte, a la recreación, lo que hace que la gente sea un poco más feliz.

P. En los últimos años ha surgido el concepto de la economía de la felicidad, algo intangible más allá de las estadísticas...

R. Es muy importante porque a veces uno mira a un chileno, la imagen que hay de Chile en el exterior, que es la imagen que tenemos de nosotros mismos, y ve que somos hipercriticones. Siempre vemos el vaso medio vacío y no medio lleno. Es un elemento cultural, porque uno va a otros países y ve otras cosas. Le doy un ejemplo. Un embajador de mi país en otro país latinoamericano (prefiero no decir cuál), donde había miles de problemas, mucha pobreza, me dijo que veía a todo el mundo feliz; que su chófer estaba siempre feliz. Le preguntó al chofer: "¿Por qué ustedes son tan felices teniendo tantos problemas?", y el chófer le dijo: "Entonces, ¿usted quiere que, además de pobres, seamos miserables?". ¡Es buenísima la anécdota! En cambio, nosotros somos mucho más serios, tenemos una estructura distinta, y eso tiene la dificultad de que a veces no nos sentimos orgullosos de lo que hemos sido capaces de construir. Pero tiene de bueno por otro lado que somos serios, que respetamos las normas, que somos exigentes con nosotros mismos, que no nos quedamos con las respuestas fáciles ni con los aplausos. Y eso nos ha permitido que las instituciones funcionen. Y si las instituciones no funcionan, hay una crítica lapidaria; y por estas razones, en parte, a Chile le ha ido bastante bien, ha hecho las cosas que ha hecho, ha sido capaz de recuperar la democracia y reconstruir el país.

P. ¿Y capaz de ser feliz también?

R. Es un tema importante. Cuando yo voy al terreno y la gente en la calle me abraza, cariñosa, y me dice: "Sabe que éste es un país al que le ha ido bien, pero nosotros necesitábamos algo más humano, más calentito, más arropadito, como las mamás". En el fondo, eso quiere decir que no nos basta con ser exitosos en la economía, también queremos algo para ser un poco más felices.

P. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo hace un par de años que las empresas españolas estaban "a gusto" en Chile porque trabajan en un país "serio y moderno", "un ejemplo para Latinoamérica y para el mundo"... Uno ve a Chile desde lejos y tiene la impresión de que es el alumno prolijo, serio, en una clase en la que hay bastantes gamberros...

R. Esos factores que hacen que Chile sea menos alegre de lo que podría ser también son positivos porque dan un contenido de seriedad, de desarrollo, que nos sirve a la hora de que los inversionistas tienen que elegir en qué países entrar. El chileno es autoexigente, las cosas pasan de manera bastante ordenada, articulada, estructurada, y además hay un nivel educacional muy bueno desde hace muchos años atrás, con altísima cobertura. Entonces los valores se aprenden desde muy chico en el colegio, el valor de la institucionalidad, que es la clave en esto. Una pregunta que me interesa mucho es por qué tiene Chile menos corrupción que otros países. Fuimos todos colonias españolas, las iglesias son las mismas... Pero es una realidad, y es algo muy antiguo: Chile es un país serio y responsable, y desconozco exactamente por qué. Me gustaría estudiar la cuestión más a fondo algún día.

P. En un continente en el que sigue teniendo mucho peso la ideología, su Gobierno parece definirse por el pragmatismo. ¿Cómo definiría su filosofía económica?

R. Si uno quisiera resumirlo en un concepto, diría: crecer para incluir, incluir para crecer. Equilibrio macroeconómico, cuentas saneadas, responsabilidad fiscal: todo esto, claro. Pero, a la vez, con políticas sociales muy fuertes que, a medida que crece el país, van incluyendo a todos, y que al mismo tiempo den confianza e incentivos a la inversión doméstica y externa y a la empresa privada. Siempre, también, con las regulaciones necesarias, luchando contra los abusos y la corrupción. O sea, buscar eficiencia económica, pero a la vez protección. Y entender que en un país de 16 millones no se vive del consumo interno. Tenemos más de 56 tratados de libre comercio con el mundo. Pensamos que es buena la globalización y hay que buscar oportunidades. Creemos que el libre comercio es una oportunidad. Hay países que lo ven como una amenaza.

P. Repitiendo, entonces, ¿el pragmatismo por encima de la ideología...?

R. Para mí, a los 20 años de edad, pragmatismo era una palabra grosera. Pero hoy le doy otro tono. Me encanta lo que decían los griegos: "El pragmatismo es la capacidad de hacer realidad los sueños". ¡Es verdad! Al final, no es cuestión de ser pragmáticos por ser pragmáticos, sino que gracias a ello hemos logrado disminuir fundamentalmente la pobreza, hemos logrado hacer un país que se desarrolla. Yo mantengo los mismos sueños que siempre, pero he aprendido que los instrumentos pueden ser otros. Este pragmatismo ha permitido cambiar la cara de este país.

P. ¿Cuál ha sido el mayor logro político de su presidencia? ¿Tendrá que ver con la unificación de un país que hasta hace muy poco estuvo partido en dos por el fenómeno Pinochet?

R. Hemos avanzado mucho en el reencuentro entre esos dos Chiles. El entendimiento llega a través del diálogo o, cuando el diálogo no es posible, a través de mecanismos democráticos y pacíficos que tenemos para resolver nuestras diferencias. Siempre he sido una persona que ha buscado el diálogo, los puntos en común. Desde chica, incluso. La empatía, ponerse en los zapatos del otro: eso para mí es natural. En unas clases de resolución de conflicto en las que participé en Estados Unidos entendí que una de las cosas que más le costaba a las partes era tratar de entender qué es lo que de verdad estaba pasando, más allá de lo que se decía. Insisto: uno tiene que tratar de ponerse en los zapatos del otro para buscar la fórmula.

P. ¿El resto del mundo político ha entendido el mensaje?

R. Esto para mí es muy importante y muy central. Por eso uno de los proyectos para nuestro bicentenario que estoy haciendo es el museo de la memoria. Se llama La memoria y los derechos humanos y será un museo gráfico, vívido para mostrar lo que pasó en nuestro país. Por un lado, mucha tragedia, dolor y muerte, pero para terminar en un discurso que yo permanentemente señalo: que depende de nosotros cuidar lo que hemos sido capaces de construir, que es un país más aceptador de la diversidad, un país que saca las lecciones del pasado. Los parlamentarios rivales se pueden decir de todo en el terreno político, pero en un partido de fútbol se abrazan. Muchas veces, cuando viajo fuera, llevo parlamentarios de todos los partidos, y así se generan las condiciones para hablar en otro plan. Hay que buscar los espacios para consolidar esta tendencia.

P. Volvamos a su condición de mujer. Usted es una mujer presidente en un continente -un mundo- machista. ¿Habrá sufrido, como Hillary Clinton señalaba, eso de que la gente se fija menos en lo que dice que en su pelo, su ropa?, ¿habrá tenido que soportar actitudes paternalistas o incluso quizá haya sacado ventaja de una tendencia a subestimarla?

R. Ha habido todo lo que usted menciona, ¡por supuesto! Desde críticas al pelo, la ropa, el peso... Aquí ha habido gente de la política, hombres, de un cierto peso, pero eso era sinónimo de poderoso. En cambio, una mujer es una gorda. Si a un presidente, un hombre, en un momento muy emocionante se le llenaban los ojos de lágrimas, era un hombre sensible; en cambio, una mujer era una histérica. Estoy contando lo que salía en la prensa, no fantasías mías. Yo podría contar millones de anécdotas de este tipo.

P. Tremendamente frustrante, ¿no?

R. Sí, pero me doy cuenta de que tiene que ver con lo nuevo, lo inédito, con que la gente se maneja con códigos masculinos para relacionarse con el poder. Si uno daba una instrucción en una voz tranquila, no siempre el que le escuchaba, si era hombre, se daba cuenta de que era una orden. U otros que se resienten claramente, que se resisten a la jefatura femenina. Al comienzo hubo mucha crítica, prejuicio, machismo, subestimación, sin duda. Una vez, uno, creyendo que me estaba diciendo un tremendo piropo, me dijo: "Usted es de lo más inteligente que he conocido como mujer". . Pero yo creo que es la experiencia de todas las mujeres del mundo que trabajan, que son profesionales. Tienen que trabajar el triple y ser triplemente buenas para que las reconozcan. Me pregunto: ¿será la manera en la que las mujeres nos planteamos los temas?, ¿será algo en la estructura del pensamiento para que lo mismo dicho por un hombre suene maravilloso y dicho por una mujer no logra convencer? No sé...

P. Pero ¿se ha avanzado desde aquellos comienzos? Usted ha sido una pionera, la primera mujer en América Latina no casada con un ex presidente que ha llegado a la presidencia. ¿Ha allanado el camino para las que siguen?

R. ¡Sí! Y ha sido maravilloso, y a mí que soy médico -soy pediatra- antes las niñas me decían: "¡Quiero ser como tú, quiero ser doctora!". Ahora me dicen: "¡Quiero ser presidenta!". Ha sido un proceso, paso a paso, día a día. Hoy vemos que ha habido un cambio cultural. Las mujeres tienen la autoestima más elevada. No hay veto ahora. Todo es posible. Y lo interesante hoy es que ya no es un tema. Creo, de verdad, que ya no lo es.

(Publicado en El País el 1.11.09).

Foto: AP

jueves, 1 de abril de 2010

Una reflexión sobre Zapata


Me llamo Daniel y vivo en Cárdenas, Matanzas. Trabajo en turismo y por eso he podido ver en estos días todo el debate que se ha levantado a raíz de la muerte del preso Orlando Zapata. Lo he visto en CNN en Español y Televisión española. También he leído algunos periódicos porque en los hoteles tenemos internet. He leído artículos escritos por intelectuales extranjeros, disidentes cubanos, amigos de la revolución, enemigos. A raíz de todo eso, y de las cartas que andan circulando por ahí, me gustaría compartir una reflexión con ustedes.
Yo no soy nadie, ni actor ni cantante ni figura pública, tampoco intelectual, pero si sirve de algo, antes de dedicarme al turismo hice la carrera de sociología, soy militante del Partido y miembro de la asociación de Combatientes de la Revolución por haber cumplido misión internacionalista en Etiopía.

Lo primero que quiero contarles es que la muerte de Zapata me ha dejado muy confundido. Al margen de que Amnistía Internacional diga que era un preso de conciencia y nuestro gobierno insista en que era un preso común, Zapata ha muerto por una huelga de hambre. Porque se negó a comer. He pensado mucho en eso. ¿Qué le pasa por la mente a una persona para hacer algo así? Yo no lo sé, pero reconozco que en este país ningún disidente había llegado tan lejos. Al menos que yo tuviera noticia. El Granma ha dicho que Zapata hizo la huelga porque quería un televisor, un teléfono y una cocina en su celda. Que alguien muera por eso sólo admite dos lecturas, o Zapata estaba loco o el Granma miente.

Ciertamente la locura podría explicar todo esto, pero si Zapata tuviera antecedentes psiquiátricos, no tengo duda de que el Granma los habría publicado. Así que no me queda más remedio que asumir que este señor no murió por un televisor. Murió por otra cosa. No sé cuál. Dicen que lo manipularon, y seguramente haya algo de verdad en eso, pero convencer a alguien para que se deje morir no debe ser fácil. Ni es tan simple.

Aquí siempre nos han dicho que los disidentes son mercenarios, pero un mercenario no hace eso. Los mercenarios cobran y viven. Los mercenarios no se inmolan por una idea (por muy ridícula que sea), por eso los terroristas de Al Qaeda no usan mercenarios sino fanáticos. ¿Era Zapata un fanático? ¿Un fanático de qué, de la contrarrevolución? No sé qué pensar, porque un fanático no surge de la nada, necesita un caldo de cultivo.

¿Existe en la Cuba de hoy ese caldo de cultivo que genera fanáticos? Sería realmente preocupante. Y una señal muy grave del estado de las cosas. Ya sé que la muerte de un solo hombre no tiene por qué significar nada. Puede ser un hecho aislado. O no. Mientras escribo esto hay otros dos disidentes que también se han declarado en huelga. Y uno de ellos está ingresado. ¿Qué pasará si mueren? ¿Serán otros dos mercenarios aislados, dos pobres víctimas manipuladas?

Lo bueno de hacerse viejo (yo tengo 44 años) es que uno tiene una memoria enorme de las cosas que ha visto. Yo estos días me acuerdo mucho de algo que pasó hace casi treinta años… En 1981 diez presos del ejército republicano irlandés (IRA) se declararon en huelga de hambre en sus cárceles de Gran Bretaña. Muchos cubanos no se acordarán, pero entonces el tratamiento que se le dio en la televisión nacional fue de respeto y admiración. Desde que falleció el primero; Bobby Sands hasta que murió el último; Mickey Devine, todos sus nombres fueron mencionados en el noticiero de las ocho como una forma de mostrar la represión política que entonces ejercía Margaret Thatcher sobre Irlanda del Norte.

No intento comparar Cuba con Irlanda. Pero sí me llama la atención que aquellos huelguistas (algunos de ellos condenados por delitos de terrorismo en los que fallecieron inocentes) merecieran tanta gloria, y los que tenemos aquí sólo desprecio. ¿Por qué? ¿Porque supuestamente son delincuentes comunes, porque son cubanos, porque están contra el gobierno? Soy consciente de que el mero hecho de plantearme esto me coloca en el bando del enemigo. Pero yo no soy el enemigo. Cuestionar la versión oficial de quién era Orlando Zapata no significa que comparta sus ideales (que desafortunadamente ni siquiera conozco). A mí la revolución no me educó para convertirme en una persona insensible, ni en una máquina de repetir consignas (aunque lo han intentado).

Yo creo que si un cubano muere de huelga de hambre tengo derecho a exigir respuestas claras y convincentes.
Además, no es la primera vez que me cuestiono una versión oficial. Ni la primera vez que la rechazo. Antes he contado que pasé dos años en Etiopía, en la brigada que apoyaba al gobierno de Mengistu Haile Mariam. Los que estuvimos allí sabemos quién era ese señor, y las barbaridades que hacía en su país. Era obvio que aquello no tenía nada que ver con el socialismo sino con prácticas de un gobernante feudal, pero aunque todos en la brigada éramos conscientes de lo que pasaba (incluidos los jefes de misión) la versión oficial siguió insistiendo en que apoyar a Mengistu era bueno para la causa revolucionaria, pero poco después de que Cuba retirara sus tropas (no el apoyo político) Mengistu huyó de Etiopía en un avión cargado de dinero. Hoy vive en Zimbawe y está acusado en su país de genocidio. Repito: GENOCIDIO. Cuando lo supe, en 1991, me dio rabia por tantos compañeros que fueron a Etiopia a luchar por una causa justa y murieron apoyando a un genocida que hoy vive de su cuenta en Suiza .

Aquella vez mi gobierno se equivocó. Como se ha equivocado muchas veces. Por eso tengo que decirlo; soy cubano, soy revolucionario, pero apoyo incondicional no. Me niego a confiar ciegamente en un sistema que a veces dice la verdad, a veces sólo media verdad, y a veces miente. Como todos los gobiernos del mundo, dirán algunos. Pero éste es el mío, éste es el que me exige cerrar filas sin hacerme preguntas, sin cuestionar qué está pasando en la sociedad cubana para que un preso muera de huelga de hambre.

A mí me enseñaron que en Cuba las huelgas de hambre las hacían los revolucionarios contra Batista. ¿Qué está pasando aquí para que ahora hagan huelga los gusanos? ¿Qué tendría Zapata en la cabeza para que no le baste con ser mercenario, para que elija morirse? Yo creo que para responder a eso tenemos que dejar de mirarnos el ombligo y ser autocríticos.

Hay que cuestionar las cosas, compañeros, porque eso es lo que hace un revolucionario. Y no se le puede llamar mercenario a todo el que lo haga. Algunos lo son, no tengo dudas, pero todos no. Yo no tengo buena opinión de los disidentes porque, en primer lugar, sólo sé de ellos lo que me cuenta el Granma, y segundo porque me siento lejos de personas que defienden posturas conservadoras que llevarían este país a un extremismo de derechas, justo aquello contra lo que siempre he luchado, pero tengo que reconocer que algunas de las cosas que dicen tienen razón. ¿Eso me convierte en disidente?

Rotundamente no. Entonces, ¿Dónde está la línea? Por ejemplo, exigir responsabilidades políticas porque en Mazorra han muerto de frio treinta enfermos mentales de los que nadie se ocupó, ¿Eso es hacerle juego al enemigo? Quejarnos de que en los hospitales no haya higiene, o que no podamos salir del país sin permiso ni tener acceso a internet, ¿eso es de revolucionarios o de mercenarios? Lamentar que en mi país exista una ley de peligrosidad, copiada del régimen fascista de Franco, que condena a las personas “proclives” a cometer un delito (sin haberlo cometido aún), ¿Eso es de gusanos o de comunistas? Sinceramente no lo sé.

No sé dónde quejarme, dónde lamentar, dónde exigir. No sé con quién tengo que hablar. ¿Con mi núcleo del partido, con mi presidente del CDR, con el delegado de mi circunscripción? ¿Con el Granma? Créanme que ya lo he hecho y no ha servido para nada. Entonces, ¿Dónde canalizo mi vergüenza? ¿En el Miami Herald? Les voy a contar de qué se habló en la última reunión de mi núcleo del partido; de retirarle el carné a un compañero porque había pedido la nacionalidad española. De eso se habló.
Cuando veo el noticiero me indigno porque siento que me tratan como si tuviera diez años y viviera en la luna. Yo no vivo en la luna. Yo vivo en Cuba y sé lo que pasa. Y me indigna que me digan que un preso ha muerto porque quería un televisor.

Yo no sé lo que quería Orlando Zapata con su huelga, pero sé lo que quiero yo: soluciones a los problemas de mi país. Y podemos buscarlas o decirle al mundo que la culpa de todo la tienen los yanquis y los mercenarios, podemos intentar arreglar esto entre nosotros o mentirnos diciendo que no pasa nada, que la juventud está comprometida, que nuestro pueblo cada día es más heroico y viril, que somos la referencia del mundo, que la calle es de Fidel…

Y sí, mi calle hace cincuenta años que es de Fidel, y no tiene bombillas porque se las roban los de la empresa eléctrica (esos sí son mercenarios), se inunda siempre que llueve y necesita asfalto.

Así que ustedes dirán,
Revolucionariamente,
Daniel