domingo, 10 de junio de 2007

LO ESPAÑOL Y LO CUBANO

Por Tania Quintero

Así titulé un programa de televisión realizado en 1988 y cuyo título lo utilizo ahora cuando parece que las relaciones hispano-cubanas entran en una nueva dimensión. A continuación, un breve repaso de una historia común que ya lleva 506 años.

Para los cubanos, España es la madre patria. A ella le debemos idioma, raza, religión, idiosincrasia, costumbres. Si en 1762, cuando los ingleses tomaron La Habana, la ocupación se hubiera extendido al resto de la Isla y el dominio británico no hubiera sido de solamente diez meses, tal vez fuéramos distintos. Pero con sus pros y sus contras, nuestra vida, a partir del descubrimiento por Cristóbal Colón en 1492, ha estado marcada por la impronta ibérica.

En el Manual de Historia de Cuba, editado en Cuba en 1962, el historiador cubano Ramiro Guerra y Sánchez, ya fallecido, plantea que “el espíritu profundamente español de la población se mostró plenamente en el entusiasmo desbordante con que se festejó en La Habana la vuelta de la ciudad al poder de España, el 6 de Julio de 1763. Durante varios días el vecindario estuvo constantemente de fiesta, con las casas engalanadas, mientras se celebraban procesiones en las calles y se vitoreaba al Rey de España y a los héroes de la ciudad”.



Un héroe español

Uno de los héroes de aquella jornada fue un español, el venerado Capitán de Antiguas Reglas, Don Luis Vicente de Velasco. A él confiaron la defensa del Morro, faro situado a la entrada de la Bahía de La Habana, frente al cual se situó la escuadra inglesa que el 7 de Julio de 1762 se dispuso a atacar la ciudad. En la defensa del Morro, Velasco resultó seriamente herido y tuvo que ser hospitalizado. Desde allí siguió dirigiendo el plan defensivo, pero su heroicidad no impidió que el 12 de agosto, La Habana se rindiera, el 13 firmara la capitulación y el 14 los ingleses entraran en la capital.

Hubo otros héroes como el cubano Pepe Antonio: la defensa de la Villa de Guanabacoa le costó la vida. Según Ramiro Guerra, el espíritu en favor de los españoles por parte de los cubanos no significó que no existiesen antagonismos entre la población nativa y los peninsulares. “Entre unos y otros existían ya ciertas diferencias creadas por el distinto ambiente de Cuba y de España, las cuales se traducían por las diversas maneras de pensar y de sentir”.

Aún hoy, entre cubanos y españoles hay discrepancias. Cuando prima la cordura, éstas son compatibles. Cuando no, se producen baches insalvables. Como en todo matrimonio, las relaciones entre Cuba y España han tenido altas y bajas, mas al final no se ha producido el divorcio.

Por aquella época, La Habana era un centro mercantil muy poderoso, de ahí la codicia de los ingleses. “Con sus 30 mil vecinos, escribió Ramiro Guerra, La Habana era una de las ciudades más importantes del Nuevo Mundo, con un número mayor de vecinos que Boston, Nueva York o Philadelphia, las tres mayors ciudades de América del Norte”.

Ahora que se vislumbra la posibilidad de que a fines de 1998 el Rey de España, Don Juan Carlos I, viaje a Cuba, vale recordar que antes y después de la ocupación de La Habana por los ingleses, la Isla recibió grandes beneficios durante el largo reinado de Carlos III, uno de los más ilustrados y progresistas reyes españoles -el actual monarca es un Borbón y la aplicación del Despotismo Ilustrado, ideal político que prevaleció en el Siglo de las Luces, como es llamado el siglo XVIII, estuvo representado en España por los Borbones, especialmente por Carlos III y varios de sus ministros.

Renacer cubano

A partir de la salida de los ingleses en 1763, la Isla vivió una nueva etapa y se convirtió en una de las más valiosas posesiones de la Corona.

De esa época datan los colegios más prestigiosos, la ampliación de la Universidad de La Habana, la edificación de nuevas industrias y la urbanización de ciudades, incluido el alumbrado público. Se construyó la Alameda de Paula y se inauguró el primer teatro.



En el interior se fundaron poblados, pero la trata de esclavos continuó. Se calcula que entre 1763 y 1769 solamente por el Puerto de La Habana entraron 14 mil negros procedentes de Africa. Para 1774 la población total de Cuba era de 172,620 personas, de las cuales 96,440 eran blancas y 76,180 negras o mestizas. De la población de color, 31,187 eran libres y 44 mil esclavos. La esclavitud se abolió en Cuba en 1880. La proporción de esclavos respecto a la población total era de un 25 por ciento.

En 1772, diez años después del ataque inglés, La Habana tenía 76 mil habitantes. En importancia le seguían Santiago de Cuba, con 19,400 y Puerto Príncipe, actual Camagüey, con 14,300.

En la agricultura fue donde más extendido era el latifundio ganadero, con 339 grandes fincas. Después estaban los ingenios que molían la caña de azúcar, 478. Las pequeñas propiedades no pasaban de 781 y los labradores eran mayoritariamente blancos, nativos o procedentes de las islas españolas de Canarias. El ramo fundamental de exportación lo constituía el azúcar: cerca de un millón de arrobas se vendía al año.

Pero lo más relevante ocurrió en la esfera de la instrucción y la cultura. La Universidad de La Habana se hacía sentir y junto con el Seminario San Carlos y la Sociedad Económica Amigos del País, fueron forja de cubanos ilustres. Varios de ellos fueron fundadores de nuestra nacionalidad: el Padre Félix Varela, el presbítero José Agustín Caballero, Francisco de Arango y Parreño y José de la Luz y Caballero, entre otros.
Cuando en 1789 los jesuitas levantaron la Catedral de La Habana en el antiguo templo de San Ignacio, ya la capital contaba con un obispado cubano.

En el siglo XVIII, España no fue ajena a la influencia de la revolución francesa ni de la revolución industrial inglesa. Esto provocó cambios profundos en las colonias de ultramar. Como bien expresa Ramiro Guerra en su libro, “en el mundo se habría una nueva época. Situada en el crucero de los mares, Cuba no podia mantenerse en el aislamiento que le habían impuesto las anticuadas Leyes de Indias”.

Una sentencia que se puede transportar a los tiempos presentes: terminada la Guerra Fría, Cuba debiera abrirse primero a sí misma y después al mundo.

Al igual que cien años atrás, nos encontramos ante una encrucijada donde nuevamente están involucrados Estados Unidos y España

(Publicado en http://www.cubafreepress.org el 25 de febrero de 1998)

2 comentarios:

  1. NO ENTIENDO A TANIA,YO CREO QUE ES UN RESAGO DEL COMUNISMO PORQUE TRAER MUÑEQUITOS DE ELPIDIO VALDES QUE FUE UN EJEMPLO PARA EL ADOCTRINAMIENTO CON UN ENSARTE DE MENTIRAS,LA VERDA QUE CREO QUE CUBA SUFRE DE UN SINDROME DE ESTOCOLMO QUE NO SE PODRA SAFAR MUY FACIL DE EL.

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  2. Qué cheos son los cubanos intransigentes!
    Casualmente el otro día vi Elpidio Valdés contra dólar y cañón...
    Esa gente no se da cuenta de que "la política no cabe en la azucarera". Allá ellos.

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